Ángel García Seoane, alcalde de Oleiros: «¿Rueda? No lo conozco»

GALICIA

EDUARDO PEREZ

Veterano regidor, genio y figura, sigue sin usar móvil ni tarjeta de crédito y dice estar fuerte para mantenerse en la carrera política

22 nov 2022 . Actualizado a las 10:22 h.

Sin duda, Ángel García Seoane, Gelo, (Oleiros, 1952), es un rock star de la política gallega. Y ya se sabe lo que se dice sobre los viejos rockeros. Hablamos en su despacho, donde destaca, cómo no, una figura del Che Guevara, mientras aún resuenan los ecos de la moción de censura de Sada, donde una política de su partido rompió la disciplina de voto para convertirse en alcaldesa tras una moción de censura.

—¿Ya se le pasó el apurón de la moción de Sada?

—No. Es difícil recuperarse de tanta sinvergüencería. La política, por los derroteros que va, tiene mal futuro. Los partidos son necesarios, pero no este tipo de individuos e individuas que pululan por ellos.

—Las personas forman los partidos...

—Sí, pero el concejal se debe al partido, y no debe actuar independientemente. Y si no, para casa o que se presente como independiente.

—Usted se vuelve a presentar en unos meses, ¿cómo lo ve?

—Nosotros somos un partido estable, con muchos años trabajando, con mucho conocimiento y dedicación pero hay que estar siempre con la guardia en alto. Lo de Sada es un ataque a mi partido porque si caigo yo y el diputado de la Marea, el PP puede volver a gobernar la Diputación. Ese es el meollo de la cuestión.

—Está a punto de cumplir 71...

—Pero estoy fuerte como un tronco.

—Y no piensa en la retirada, claro.

—Yo tengo una satisfacción tremenda de ver todo lo hecho y disfrutarlo. Cada vez que paso por un parque, disfruto. Y sé que quieren tomar Oleiros para enriquecerse.

—¿Es usted comunista?

—Yo soy castrista, porque aprendí mucho de Cuba y lo apliqué aquí. Jesucristo era comunista, el único que conozco por los libros. Lo de Rusia no es comunismo, es una dictadura.

—Usted es un castrista gobernando a gente rica.

—Yo no los llamé. Vinieron todos para aquí. ¿Sabe por qué? Por la calidad de vida, por los servicios, por los equipamientos. Y luego que cada uno piense como le dé la gana.

—Pero es paradójico, ¿no?

—No. Es de personas inteligentes y cultas. Analizan lo que hay por ahí y sacan una conclusión muy clara: esto es distinto y es mejor. Y por eso nos votan. Nosotros no vinimos aquí a robar como hacen los demás.

—Bueno, no todos...

—El 90 % y me quedo corto.

—También estuvo inhabilitado.

—Por sacar unas piedras de la playa de Santa Cristina, no por robar.

—¿Fue el momento más amargo de su carrera?

—Fue el momento más amargo de mi vida. Fue una injusticia como la catedral de Santiago.

—¿Eso le quitó fe en la Justicia?

—Desde luego, pero hay mucha gente buena en la Justicia.

—Usted tuvo también una relación... digamos chocante, con Fraga.

—No sé por qué chocante. Yo respeto a todo el mundo y espero que me respeten a mí. Fraga, presidente tuvo conmigo, alcalde, un tratamiento excelente, cosa que no me ocurrió con Touriño, que no me recibió en cuatro años.

—Pronto se celebrará el centenario del nacimiento de Fraga, ¿le considera un buen político?

—Salvando las distancias, Fraga era un buen político. Tenía luces y sombras, como tenemos todos.

—Un poco autoritario, ¿no?

—Es que todo el que manda es dictador. El que dicta, ordena. A mí me llaman dictador, pero el que tiene que mandar, porque se lo dieron democráticamente, siempre va a tener enemigos. Yo viajé tres veces con Fraga, dos a Cuba y una a Libia. Algo tuve que ver con esos viajes. Mucho que ver.

—¿Sigue viajando a Cuba?

—Llevo tres años ya sin ir y tengo unas ganas de viajar tremendas. Porque lo están pasando muy mal en Cuba y el Gobierno de España debería cambiar de actitud, ser más solidario.

—¿Es verdad que envió una vez un escrito al gobernador civil escrito en papel de lija?

—Sí. Fue antes de entrar en el Concello. Estaba en la asociación de vecinos y denunciamos la construcción de edificios ilegales y, ni caso. Habíamos mandado tantos escritos que un compañero propuso mandar el siguiente en papel de lija, fina, escribiendo al final: «Esperamos que este escrito no tenga el mismo destino que los anteriores». Y después me detuvo.

—Así que también lo ha pasado bien.

—Si me faltaran estas cosas, no me habría divertido.

Pilar Canicoba

—Es usted músico. ¿Sigue practicando?

—Sí. Tengo la batería montada en mi casa. Y chapurreo un poco con el acordeón, pero bueno, yo lo paso bien tocándolo. Toco con amigos.

—¿Alguna vez echó de menos no haber desarrollado una carrera musical?

—Yo, desde que era así [agacha la mano hasta casi rozar el suelo] iba tocando latas por el pueblo. Pero mi madre no me dejaba ser músico; me decía que era una profesión de lambóns. Así que luché para serlo: trabajé en la Seat y, mientras, estudiaba música. Me compré una batería que me costó en 1967 42.000 pesetas (252 euros), que era una fortuna. Me tuve que meter en la ría hasta el cuello, a mariscar, porque en la Seat ganaba poco.

—Pero la consiguió.

—El día que la toqué por primera vez, que fue un sábado de Carnaval en Curtis, fui telonero de Julio Iglesias, que había ganado el festival de Benidorm y venía con tres músicos, pero sin instrumentos. Les dejamos los nuestros. Aquella noche gané en un día más que en la Seat en todo el mes. No volví más a la fábrica, ja, ja.

—No tiene móvil, dicen.

—Ni lo quiero. Pero no soy ningún ignorante. Tengo un hijo que es ingeniero de telecomunicaciones. Yo lo orienté, porque veía el futuro. Sé la importancia del móvil, pero se utiliza muy mal por el 99 % de las personas. Y se ha convertido en un arma para quienes detentan el poder, porque ahora tienen el dominio del mundo en sus manos.

—Gente muy poderosa ha sido espiada a través del móvil.

—El que tiene el poder no es el presidente de España, los que controlan los móviles son los que tuvieron el control del mundo siempre: Israel, Estados Unidos, los rusos. Nunca hubo un dominio de las masas tan grande como ahora.

—Tampoco usa tarjetas de crédito.

—No [Se levanta y muestra la cartera, sin tarjetas]. Siempre llevo efectivo. Y el día que no me quieran cobrar con efectivo, pues no pago.

—Dígame qué opina brevemente de... Pedro Sánchez.

—Tengo una opinión muy, muy, muy favorable. Hay que verse en el sitio de él para gobernar en minoría y hacerlo.

—Pablo Iglesias.

—No le voy a responder. Decía mi abuelo que leña verde e xente xove todo é fume.

—Yolanda Díaz.

—Una trepa.

—Feijoo.

—Una persona respetable.

—Rueda.

—No lo conozco.

—Y ahora elija cuatro palabras para usted.

—Honrado, humano, trabajador incansable y amigo de mis amigos.

—¿Celta o Dépor?

—Yo no soy de fútbol porque entretiene demasiado a la población y no les deja pensar en otras cosas.

—¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?

—Hago mucho deporte. Camino mucho y nado. Todo el año.

—¿Le gusta cocinar?

—No. Tengo una cocinera muy buena en casa y quizás por eso nunca me he interesado.

—Su mujer.

—Claro. Es una gran cocinera y una gran mujer.

—Si le nombraran mañana presidente, ¿cuál sería su primer decreto?

—Reformaría la ley para que gobernase el grupo más votado y evitar las extorsiones que se hacen cuando uno no tiene mayoría.

—¿Cuál es el mejor momento del día?

—El atardecer, estoy más liberado y me dedico un poquito a mí.

—¿De qué se arrepiente?

—No tengo muchas cosas de que arrepentirme porque todo lo que hice, lo hice convencido. Aunque a veces me equivoqué.

—Elija una canción.

—A mí el bolero me encanta. Así que, trasladado a la política, Amor sin esperanza, por Armando Manzanero.

—¿Lo más importante en la vida?

—Ser respetuoso con los demás y no odiar. El odio mata.