Mientras, A Santa y el resto de piezas artísticas siguen, según Cultura, en la propia Casa de Galicia de Montevideo, esperando su nuevo destino, sea el que sea. Cuando menos, han conseguido evitar su disgregación. Muchos coleccionistas habrían pagado con gusto seis mil euros y mucho más por poder presumir de tener en el salón de su casa A Santa de Asorey, que ya tuvo que escapar más de una vez de la voracidad de los coleccionistas frente a las dificultades económicas que la Casa de Galicia en Montevideo atravesó a lo largo de su historia.
jorge casanova
Cuenta la leyenda que la propia reina Victoria Eugenia, la esposa de Alfonso XIII, mostró su desagrado cuando vio la escultura de Francisco Asorey, A Santa, en la Exposición de Bellas Artes que se celebró en Madrid en 1926. El crudo desnudo de una mujer trabajadora alejado de los cánones de belleza de la época, generó una animada controversia en los periódicos y provocó que la reina torciera el gesto cuando la vio. En aquella misma exposición, Asorey presentó otra pieza: una imagen de San Francisco que, en este caso sí, conmovió a la esposa del monarca. Tanto, que superó la mala impresión que le había provocado la talla con la que Asorey quiso simbolizar a la mujer gallega y a la propia Galicia y encargó un trabajo al escultor de Cambados. Pero Asorey, informado de los desagradables comentarios que la reina había vertido sobre su Santiña, decidió desairar a Victoria Eugenia y rechazó el encargo.
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