Un experto maquinista, en el juicio del accidente del Alvia: «Aceptamos curva de Angrois como animal de compañía, no tenía protección y luego tuvieron que señalizarla»

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor SANTIAGO

GALICIA

Manuel González Sánchez, durante su declaración en el juicio del Alvia
Manuel González Sánchez, durante su declaración en el juicio del Alvia Sandra Alonso

Manuel González asegura que acataron que tenían que trabajar con este «punto negro» cuando se contestó que «era legal» a la advertencia de peligro

17 nov 2022 . Actualizado a las 14:18 h.

«Aceptamos curva de Angrois como animal de compañía. Era una curva sin protección que luego tuvieron que señalizar». Con esta frase tan explícita ha explicado Manuel González Sánchez, experto maquinista y formador de Renfe, el hecho de que no hicieran más advertencias del peligro que suponía A Grandeira cuando el jefe de maquinistas de Ourense, José Ramón Iglesias Mazaira, alertó vía correo electrónico del riesgo que suponía este punto en el que finalmente se produjo el descarrilamiento que costó 80 muertos y 145 heridos. «¿Qué hicimos, pues cambiar el chip y donde había vía libre pues tengo que frenar?», añadió en su declaración como testigo en el juicio del Alvia.

El testimonio de González Sánchez ha incidido en la línea de descargar de responsabilidad al maquinista acusado en el proceso, Francisco José Garzón, por considerar que la curva de Angrois era un «punto negro» al no estar correctamente señalizada. «Ese riesgo era para cualquier maquinista, yo podría haber sido el accidentado también», afirmó. «Si tienes un lapsus y la señalización te corrige ese lapsus, no pasa nada. El problema es cuando tienes un lapsus y no hay nada que te lo corrija. Ese es el problema de la curva de Angrois, bueno, ahora ya no», explicó en referencia a que tras la tragedia del 24 de julio del 2013 el tramo cuenta con señalización y balizas que harían imposible hoy en día el siniestro. «La curva de A Grandeira no tenía señalización que era lo que pedía Mazaira y fue lo que se hizo después del accidente», incidió.

Este experto maquinista fue mucho más allá de considerar un «riesgo evidente» Angrois, ya que afirmó que, lejos de la tesis del ADIF de que era una curva más del sistema ferroviario español, era la única que no estaba señalizada en el cuadro de velocidades de todas las líneas de Galicia que él conoce. Es más, añadió que la reducción de velocidad de 200 a 80 kilómetros por hora en este punto es por la peligrosidad de la curva y no por la cercanía a la estación de Santiago, ya que la bajada de velocidad por la llegada a destino comienza más tarde.

En Angrois, según Manuel González, existía «una contradicción» para los maquinistas, ya que por un lado había que reducir la velocidad pese a estar en vía libre, con señal verde, que indica que se puede circular a la máxima velocidad permitida. Es decir, a 200 kilómetros por hora. Tras el rechazo a la advertencia de Mazaira, señaló que adoptaron «las medidas restrictivas nuestras» porque «el chip de un maquinista es vía libre no implica reducción».

Ante esa peligrosidad, la abogada del ADIF preguntó por qué no lo comunicaron debidamente a través de los mecanismos internos que tiene previstos Renfe para la gestión de anomalías, como el Parte de Accidentes e Incidencias (PAI). «¿Se estaba poniendo en riesgo sus vidas y la de los pasajeros y no hicieron nada?», aseguró la letrada. «Mazaira ya había recibido una respuesta y nosotros asumimos la respuesta para todos nosotros. Era una respuesta para todos nosotros», contestó González Sánchez, que insistió en que al jefe de maquinistas de Ourense le contestaron que «era legal» y «normativo». 

Sobre la llamada de teléfono del interventor que despistó al maquinista, el testigo ha insistido, como otros compañeros de Renfe, en que los teléfonos corporativos eran una herramienta más de trabajo, que era obligatorio contestar y que el ayudar a unos pasajeros, como era el caso de la consulta, está entre sus funciones y existen sanciones para aquellos maquinistas que no cumplan con estas premisas. Sanciones que, eso sí, dijo no tener constancia de que se hayan llegado a aplicar.

En un momento de su declaración, Manuel González ha llegado a emocionarse al hacer memoria de lo sucedido y de la situación que tuvieron que asumir los maquinistas en la línea Ourense-Santiago por la falta de señalización que existía en Angrois. «Se me ponen los pelos de punta», se lamentó, para después añadir muy gráficamente respecto a las circunstancias que provocaron el siniestro: «Si sufro un despiste, como fue el caso, pues me estrello».