Solidaridad para reconstruir la avioneta siniestrada en Rozas, una pieza casi única

m. C. LUGO / LA VOZ

GALICIA

El accidente en el aeródromo de Lugo ocurrió por culpa de una avispa que entró en la cabina en el momento crítico del despegue y su reconstrucción podría suponer más de 60.000 euros de costes

03 nov 2022 . Actualizado a las 22:11 h.

El accidente ocurrido el pasado martes en el aeródromo de Rozas, que se saldó sin víctimas porque el piloto solo registró magulladuras y pequeñas lesiones en los tobillos, lleva camino de convertirse en una acción colectiva de voluntariado para reconstruir la histórica avioneta.

Varios pilotos que volaban actualmente en Rozas con este aparato fabricado en Bilbao a finales de los años 50 han mostrado su interés por reconstruirlo. Porque se trata de un avión casi único del que ya no quedan ejemplares en vuelo, excepto uno en la Fundación Infante de Orleans, en Madrid, que es un museo de aviones históricos en vuelo. Quizá en un aeródromo de Cataluña existe otro con posibilidades de funcionar, pero los pocos que quedan ya están en desuso.

Solidaridad para facilitar la reconstrucción

Debido a que el fatal suceso por culpa de un insecto que entró en la cabina en el momento crítico del despegue no le costó la vida al piloto, ha surgido este movimiento de solidaridad en el que muchos pilotos expresaron su deseo de colaborar con horas de trabajo.

Junto al aeroclub lucense hay un taller de aviación certificado que podría llevar a cabo la recuperación del motor, que podría rondar los 20.000 euros de coste. A mayores, se necesitaría construir casi toda la estructura con madera y tela de aviación, que son los materiales con los que está fabricado, y cuyo costo podría rondar otros 40.000 euros, según las primeras estimaciones.

Además de la aportación de horas de trabajo de pilotos voluntarios, se necesitaría reunir aproximadamente esos 60.000 euros, porque el aeroclub no tiene fondos para ello.

Los promotores de la iniciativa consideran que es posible conseguir el dinero mediante alguna donación, además de otros sistemas de recaudación y, de esta manera, conseguir que una pieza histórica de la aviación española pueda seguir en vuelo e instruyendo a pilotos en Lugo.

En Rozas ya hubo movimientos similares décadas atrás, y se reconstruyó algún otro avión de madera y tela cuando las pistas eran de tierra, y los golpes o roturas en los baches eran habituales. Además, el aeroclub de Rozas es uno de los pocos que mantiene en vuelo varios aviones y helicópteros históricos.

Todos estos motivos son los que han hecho nacer este movimiento voluntario de reconstrucción que además servirá para celebrar que el piloto salio indemne del golpe.

Un curioso avión español

La Aisa I-11-B AISA fue construida para el Ejército del Aire por la empresa española Aeronáutica Industrial S.A., (AISA) y sus primeros prototipos volaron en 1951. Era un avión de entrenamiento inicial para los pilotos militares del ejército español. Tiene un motor de origen americano para el que hay repuestos en la actualidad, el Continental C90, de cuatro cilindros, opuestos dos a dos, que desarrolla 90 caballos.

Se llegaron a construir 192 unidades de este modelo aunque en un incendio de su fábrica de Carabanchel se perdieron 40. En 1957 el Ejército del Aire consideró que eran mejores aviones de entrenamiento los veteranos biplanos Bücker Bü 131 Jungmann y las Aisa fueron quedando paulatinamente relegadas. Por ello, en 1966 buena parte de los 110 aparatos supervivientes fueron cedidos por el Ejército al RACE, que los repartió por los aeroclubes de España para seguir formando a pilotos civiles. Por ese motivo la avioneta ahora siniestrada llegó al aeroclub de Rozas. Y se mantenía en vuelo gracias a que el actual aeroclub de Rozas tiene a su lado uno de los pocos talleres aeronáuticos certificados de España, que es el que también mantiene y revisa los aviones del aeroclub.

Construcción en madera

A excepción de la bancada o cuadro que soporta el motor, que es de acero, todo el resto de la avioneta está construida completamente en madera, incluida la hélice. Las partes de la estructura que soportan mayor resistencia están formadas por piezas más gruesas, consiguiéndose así un aparato muy ligero, de 420 kilogramos de peso en vacío. Está revestido con tela aeronáutica, alcanza los 200 kilómetros por hora de velocidad punta; puede volar unos 600 kilómetros sin repostar y un techo de unos 4.500 metros de altitud.

Para los despegues y aterrizajes tiene la particularidad de que es un avión de patín de cola, es decir, con dos ruedas delanteras que soportan la mayor parte del peso, y una pequeña rueda loca en la parte trasera, que no se maneja con un mando sino con la fuerza que provoca el chorro de aire de la hélice sobre el timón. Ello lo hace especialmente atractivo para los pilotos que vuelan por placer, ya que este sistema ya casi no se emplea en los aviones modernos, a excepción de los de trabajos agrarios o forestales.