Primera sesión del juicio por el accidente del Alvia: esquivando a los familiares, sin víctimas en la sala y una agresión en la salida

x. melchor / p. gonzález SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Foto: Paco Rodríguez

La tensión llevó al padre de una víctima a dar un manotazo al exdirector del ADIF imputado. «80 vidas te has llevado por delante por firmar un papel». Dentro, la jueza desmontaba la estrategia del Estado para desinflar la causa y evitar que se analice el riesgo de la vía

06 oct 2022 . Actualizado a las 09:28 h.

El caso Alvia ha estado cociendo al fuego de la justicia nada menos que nueve años. Casi una década de dolor, rabia y tensión para los familiares de los 80 muertos y 145 heridos que dejó el accidente ferroviario de Angrois, en Santiago, el 24 de julio del 2013. Esa angustia quedó bien patente en la primera jornada del juicio en el que se juzga al maquinista de aquel tren, Francisco Garzón, y al exdirector de la Seguridad del ADIF Andrés Cortabitarte, el único de los posibles responsables de las graves carencias de la línea Ourense-Santiago que ha acabado en el banquillo.

Padres, tíos, hermanos o hijos de aquellos que quedaron sin vida en las vías acudieron a la vista oral con una única misión: mostrar su rechazo e indignación a Cortabitarte en su propia cara. Lo esperaron a la entrada, pero él gozó del privilegio de acceder de incógnito por una puerta trasera. «Es algo muy simbólico y refleja muy bien lo que ha pasado y lo que hemos sufrido en estos últimos nueve años. Garzón ha dado la cara y ha pedido perdón, y Cortabitarte ha hecho lo que han hecho el ministerio y el ADIF: ocultarse y ocultar la verdad», afirmaba Jesús Domínguez, portavoz de la plataforma de víctimas.

La prebenda no sentó bien a las autoridades judiciales, por lo que al salir de la vista el exdirectivo del ADIF tuvo que usar el acceso principal. Y pese a sus intentos de esquivar lo inevitable, acabó frente a frente con los miembros de la plataforma del Alvia. El encuentro fue duro. Tanto que el padre de una joven que falleció a los 22 años aquel 24 de julio del 2013 no soportó la tensión y llegó a darle un manotazo en el cogote. El golpe no llevaba fuerza, pero Cortabitarte pareció por momentos que iba a desmayarse, quizás más por la angustia del momento que por el impacto.

La Policía Nacional identificó al autor de la acción mientras sus compañeros pedían a los agentes que los protegieran a ellos. «Nosotros somos las víctimas, no él», les decían. El portavoz de la plataforma del Alvia no dudó en condenar después el incidente. «La violencia nunca es justificable», dijo, pero pidió comprensión «para un padre que ha perdido a un hijo ante un sistema que no le ampara».

Más doloroso que ese manotazo debió de ser para Cortabitarte el paseíllo de bajada desde la Ciudad de la Cultura, donde el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia y la Xunta han habilitado la sala de vistas. Fue protegido por agentes de la unidad antidisturbios de la Policía Nacional, pero no pudo evitar mirar a la cara al pequeño grupo de familiares de víctimas de la tragedia de Angrois, que le increparon durante todo el recorrido.

Javier García Municio, padre de un fallecido a los 27 años en el accidente, se puso frente a él con la foto de su hijo en la mano y le espetó con el desgarro de quien lleva nueve años madurando un trance tan traumático: «Mírale, su muerte estará en tu conciencia, diga lo que diga la sentencia. La de él y la de otros 79, siempre en tu conciencia». Otros familiares le acompañaban en sus reproches y gritaban: «Tienes 80 muertes a tus espaldas, no tienes vergüenza», «80 vidas te has llevado por delante por firmar un papel» o «tienes las manos manchadas de sangre».

Para evitarse más sufrimiento, los familiares de las víctimas han decidido no entrar a la sala de vistas en la que se desarrolla el macrojuicio, en la que se ha habilitado un gran espacio porque se preveía que sí quisieran presenciar las sesiones del juicio. «Es mucho dolor, mucha rabia y sabemos que se van a decir cosas que no queremos oír. Ya tuvimos una mala experiencia en la comisión de investigación. Yo les he aconsejado que no entren», explicaba Jesús Domínguez.

Habrá que ver si ahora que comienzan los interrogatorios de los dos acusados (hoy mismo el del maquinista) se mantienen en su decisión de quedarse a las puertas del edificio judicial o si cambian de opinión y entran para presenciar un juicio por el que llevan esperando y sufriendo nueve larguísimos años.