Así se cambió la historia del Miño

GALICIA

La Península ibérica en la «Geographia» de Ptolomeo
La Península ibérica en la «Geographia» de Ptolomeo -

El Minius no nacía en Fonmiñá, sino en la Babia leonesa, donde ahora se sitúa el inicio del Sil

28 ago 2022 . Actualizado a las 16:19 h.

Históricamente, el río Miño tiene bien documentada su importancia como marca del territorio como ya describen en el siglo II de nuestra era Estrabón, Mela, Plinio y Ptolomeo. El río, entonces llamado Minius, aparece en la copia más antigua de la Tabula Peutingeriana realizada por un monje de Colmar en el siglo XIII, donde se muestran muchos asentamientos romanos, las vías que los unen, ríos, montañas y mares incluyendo las distancias entre asentamientos. Originalmente se dibujó en un rollo de pergamino de 0,34 m de altura y 6,75 m de longitud, dividido en 12 hojas o segmentos de las que, la primera, reproducía a Hispania (España y Portugal) y la parte occidental de las Islas Británicas, que aunque desapareció fue reconstruida en 1898 por Konrad Miller. Entre los ríos que recorren Galicia en la actualidad figura el Miño, pero no el descrito por los geógrafos gallegos del siglo XIX-XX, sino el cartografiado por Ptolomeo, Estrabón, Mela y Plinio, que nace en la Babia leonesa, donde ahora los libros de geografía sitúan el nacimiento del río Sil.

El origen etimológico del nombre Miño causó discrepancias entre filólogos e historiadores aunque algunos opinan, con razón, que puede proceder del término latino minium, que significa «de color bermellón» (obviamente los romanos se referían al color del terreno atravesado por el río). Esta afirmación viene de la primera referencia existente hecha por Marco Juniano Justino, gran historiador del siglo II de nuestra era, en la obra Justini Historiarum Philippicarum Libri XLIV, antología de la historia universal de la antigüedad escrita por Trogo Pompeyo (historiador galo-romano del siglo I de nuestra era). En ella se habla del nombre que ha tomado un río en una región (Gallaecia) con cobre y plomo, muy rica en estaño y hierro. Una descripción acertada para un geólogo ya que el valle del río Sil, desde su inicio en Peña Orniz, en la vertiente sur de la cordillera Cantábrica, hasta su desembocadura en el Atlántico, se caracteriza por sus depósitos arcillosos de terraza de color bermellón (minius), con cantos de cuarcita.

Desde una óptica europea los mapas más antiguos del mundo conocido son los de Ptolomeo y las cartas geográficas de Estrabón, Mela y Plinio, que permiten constatar que el principal río de Galicia, por su longitud, es el Minius, como lo llamaban los romanos, pero que no se inicia donde señalan los geógrafos actuales, en Fonmiñá, sino en las estribaciones de la cadena cantábrica, en la Babia leonesa, en el límite entre Asturias y León. Para Ptolomeo, como para Estrabón, Mela y Plinio, el tramo entre Os Peares y Fonmiñá era un curso de agua sin importancia. Solo desde el siglo XX, gracias a las hidroeléctricas que lo represan, alcanza sus dimensiones actuales, pero está claro que no es un gran río pues este año se puede cruzar, nada menos que en Lucus Augusta, a pie enjuto.

O Pai Miño

En la verdadera historia de este río que todos piensan que es totalmente gallego, O Pai Miño, pues nace y muere en tierra sagrada, la mayor discrepancia está en que su afluente, el Sil, nace a 1.980 metros de altitud en Peña Orniz, en la vertiente sur de la cordillera Cantábrica, y cuando llega a Os Peares, lleva recorridos 234 kilómetros aportando un caudal promedio de unos 157 metros cúbicos por segundo. El Miño, por su parte, nace a 690 metros de altitud en la sierra de Meira y cuando llega a Os Peares ha recorrido unos 135 kilómetros con un caudal medio de 108. Generalmente, la jerarquía entre ríos se efectúa teniendo en cuenta en su confluencia el que tiene más caudal y más longitud. En este caso el Sil supera al Miño tanto en longitud como en caudal. Pero de nada ha servido razonar lógicamente para corregir este error, pues ha intervenido el nacionalismo más rancio para rechazarlo todo y de ahí incluso ese dicho de que el Sil lleva el agua y el Miño la fama. La realidad es que ni la una ni la otra.

Tábula Peutingeriana
Tábula Peutingeriana

Tuve ocasión de exponer por primera vez este tema en el 2015, en Geología de Galicia: cómo armar un rompecabezas, mi discurso de ingreso en la Real Academia Gallega de Ciencias, donde puse el énfasis en que la característica geológica mas notable del dúo fluvial es que el Sil no solo aporta el agua, sino también los sedimentos que se acumulan en las terrazas fluviales del Miño. Y esto tiene su importancia porque de ellas ha salido la materia prima que los primeros pobladores de Galicia-Norte de Portugal utilizaron, al menos durante parte del Paleolítico, para tallar sus instrumentos líticos. Los bifaces, hendedores, lascas, buriles de la población paleolítica de toda la costa atlántica entre Viana do Castelo y Baiona fueron realizados con los cantos rodados de cuarcita que el Sil transportó durante millones de años, 100 para ser exactos, desde el actual Bierzo leonés hasta la desembocadura del río Miño en A Guarda-Caminha. Y sabemos que esto es así porque entre Os Peares y Fonmiñá no existe ese tipo de roca y por tanto todos los cantos de cuarcitas que encontramos en las terrazas fluviales, tanto del actual Miño como del Sil, han sido aportadas por ese río extranjero, que nace en el límite de Asturias y León, atraviesa el Bierzo, donde hace acopio de oro y de cuarcitas y lo lleva todo no solo a Os Peares, sino mas allá, hasta el borde actual del mar y por debajo de su nivel (se encuentran depósitos de cantos rodados de cuarcitas a más de 60 metros de profundidad. Fueron acumulados allí en los episodios glaciales del Cuaternario, cuando el nivel del mar estaba hasta cien metros por debajo del actual).

Y este proceso geológico de transporte continuó hasta que las multinacionales hidroeléctricas inundaron, hace menos de un siglo, nuestra prehistoria, nuestra historia y nuestra vida diaria. Pero esto no acaba aquí. Obviamente la Geología tiene la primera y la última palabra. Galicia como terreno se origina cuando el supercontinente Pangea se rompe hace 200 millones de años. De su fragmentación y de la dispersión de sus pedazos por deriva continental se individualiza una pequeña placa litosférica, aproximadamente un cuarto de la Península Ibérica actual, donde se situaba lo que después fue Galicia, con un añadido al sur, la parte de Portugal entre Oporto, el sur de Galicia y la provincia de Salamanca. Los primeros ríos que se formaron sobre esa placa ibérica fueron los que recorren Galicia en la actualidad, entre ellos el Miño, pero el cartografiado por Ptolomeo, Estrabón, Mela y Plinio, y que nace en Babia.

Hace cien millones de años puede decirse que estos ríos ya habían excavado sus valles fluviales que llegaban hasta el Atlántico. Pero en el Minius romano faltaba algo que ahora tiene. La adhesión de un brazo, un afluente secundario que a veces en verano se seca, y al que un mal entendido amor patriótico ha asignado un papel que no le corresponde: ser lo que le faltaba al Miño para ser íntegramente gallego.

Veamos cuándo se produce esta unión. De los ríos que atraviesan Galicia, el Minius romano, iniciado hace 200 millones de años, estuvo a punto de ser captado por el Duero. Fue concretamente cuando se produce, entre 65 y 24 millones de años antes de ahora, el levantamiento de la cordillera Cantábrica, debido al choque entre Eurasia e Iberia que arrugó el borde de Iberia en una alineación de picos paralela al Cantábrico donde se retuvo al río Minius impidiendo, por muy poco, que fuera capturado por el Duero para así continuar desembocando en el Atlántico entre Galicia y Portugal, donde siempre lo ha hecho desde hace cien millones de años.

Esta elevación de la cadena cantábrica no continuó hasta cabo Ortegal, como correspondería, sino que se vio interrumpida por una cadena de fosas tectónicas, las cuencas lacustres de lignitos que van desde As Pontes hasta Xinzo de Limia, donde estuvieron acumulándose agua y vegetales durante el Oligoceno-Mioceno hasta que en el Plioceno, hace cinco millones de años, quedaron colmatadas de sedimentos.

Río «totalmente gallego»

Es en ese momento cuando nace la rama autóctona que recorre la superficie de las cuencas lacustres terciarias rellenas en un afluente secundario que se une al Minius en Os Peares y transforma al Miño, según los nacional-regionalistas, en el único río «totalmente gallego» con nacimiento y desembocadura en Galicia. Y es así cómo se cambia la historia desde Ptolomeo y también la historia geológica, para transformar en el Miño lo que siempre fue el Minius, y que nunca nació en Fonmiñá, sino en Peña Orniz, en la Babia leonesa.

Juan Ramón Vidal Romaní es geólogo y académico numerario de la Real Academia Gallega de Ciencias.