La cifra de universitarios Erasmus se estanca tras la euforia pospandemia

JORGE NOYA BOTANA / R. S. LA VOZ

GALICIA

Los campus gallegos mandarán el próximo curso a 1.500 estudiantes

21 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Es en lo que muchos universitarios piensan incluso antes de empezar la carrera. Las becas Erasmus atraen cada año a miles de jóvenes en toda Europa, y también en Galicia. El embiste del covid desanimó a muchos universitarios a marcharse en el curso 2020/2021, pero las ganas volvieron el pasado año, cuando el número de convenios de movilidad firmados superó incluso a los anteriores a la pandemia, impulsados por los estudiantes que se animaron a hacerlo tras no poder viajar durante lo peor de la crisis sanitaria. Este curso, la tendencia se consolida, aunque el número es relativamente menor al del pasado. A lo largo del 2022/2023, algo más de 1.500 estudiantes de las universidades gallegas partirán hacia alguno de los treinta países adheridos al programa Erasmus+.

«Se tes a oportunidade, tela que vivir». Es lo que escuchó Lucía Medín de su hermana cuando estudió un año en el extranjero. Ahora, esta joven valdoviñesa comprobará de primera mano si está de acuerdo. «Teño moita curiosidade polos países do Este e agardo coñecer xente de fora e novas culturas», comenta entusiasmada. En septiembre se marcha a Bucarest, donde estudiará un cuatrimestre. Tras ese período, volverá a la UDC. La universidad coruñesa ha firmado este año 414 convenios Erasmus. La que más estudiantes envía es la de Vigo: 573.

Cinco meses vivirá en el extranjero Jaime Pena, estudiante de Xornalismo en la USC, de la que partirán este curso 545 estudiantes. A él le atrae Francia, y ha escogido Avignon como destino para estudiar a partir de septiembre. Esa ciudad de la Costa Azul fue la que más le llamó la atención entre las cuatro que su facultad ofrece en el país galo. «Me pareció bonito, y además parece pequeñito como Santiago», comenta Jaime, que espera viajar mucho y hacer amigos de otros países más allá de perfeccionar su francés. En su caso ha optado por vivir en una residencia en lugar de en un piso, algo que se debaten todos los estudiantes al irse fuera.

Por la misma opción se ha decidido Carmen Villaverde, que estudiará el año entero al otro lado de la «raia». «Catro meses non son suficientes para coñecer a cultura», asegura convencida. Esta estudiante de Enxeñería Electrónica, Industrial e Automática en el campus de Ferrol ha escogido como destino Lisboa, donde espera «aprender a lingua e coñecer a cultura portuguesa». Carmen, que ya estudió en el extranjero 1º de Bachillerato, tuvo siempre claro que quería hacer Erasmus, pero la dificultad que existe en su carrera para convalidar las asignaturas en el extranjero la acabó desanimando, aunque no lo suficiente. Esta joven de Teo ya imagina cómo será su vida en la capital lusa, donde se quiere «apuntar a algún deporte e coñecer xente de diferentes carreiras».

El consejo de los que vuelven

Experiencias con la beca Erasmus las hay de todo tipo. Lo tiene claro Hugo Carlés, que estudió el pasado curso en Roma. Este joven rechaza la extendida idea de la movilidad como «un año irrepetible lleno de fiesta». Viajó a la capital italiana con su pareja, y se tomó la vivencia de otra manera. «A veces nos sentíamos un poco bichos raros», recuerda. A la movilidad le encuentra algunas pegas. La principal es la tardanza al recibir la beca: «la segunda parte de la ayuda llegó cuando ya estábamos de vuelta, eso tiene que cambiar», critica. A los que se van ahora, este estudiante de Publicidade en Pontevedra recomienda «tomárselo con calma y vivirlo a su manera».

De la misma facultad partió Marta Lomba, y la experiencia superó sus expectativas. Estudió en Estambul diez meses «por presión social, ao ver como todo o mundo o facía» y quedó encantada. «Ter que adaptarse a unha cultura tan diferente formoume moito como persoa», comenta.

La adaptación es, precisamente, lo que más le costó en un principio a Alejandro Staton, un compostelano que estudió el pasado curso su último año de Derecho en Cardiff (Reino Unido). «Anochecía a las 3 de la tarde», dice. Su experiencia no fue un Erasmus al uso: «Trabajé más de lo que esperaba, pero lo recomiendo mucho a nivel académico». Alejandro tiene claro qué consejo dar a los que ahora siguen sus pasos: «Ir con la mente abierta y decir sí a todo».