Lorena Rodríguez: «Sufrí un desencanto con la moda»

Candela Montero Río / R. S. LA VOZ

GALICIA

Lorena Rodríguez la semana pasada en su taller en Ourense, donde crea los bañadores
Lorena Rodríguez la semana pasada en su taller en Ourense, donde crea los bañadores cedida

Ganó el Premio Nacional de Jóvenes Diseñadores en el 2007 y de las pasarelas ahora se ha pasado a producir trajes para natación sincronizada. «La parte creativa de la moda se ha perdido», lamenta

18 ago 2022 . Actualizado a las 13:55 h.

Lorena Rodríguez (Ourense, 1979) creció rodeada de hilos, agujas y alfileres. Partiendo de esta base, no es de extrañar que su carrera haya estado ligada a su pasión: la moda. Ahora tiene su propia marca de trajes de natación sincronizada, en donde diseña y produce bañadores para clubes de toda España y alguno que otro extranjero. Aunque, si se lo llegan a contar hace unos años, «diría que es imposible».

A lo largo de su trayectoria, Lorena ha trabajado como diseñadora, ha dado clases y también desfiló en Cibeles. Esta aventura comenzó en el 2007, un año «bastante movido» en el que ganó, entre otros, el Premio Nacional de Jóvenes Diseñadores. De su experiencia en la pasarela guarda un recuerdo «maravilloso», pero tiene claro que a día de hoy no volvería: «Sufrí un desencanto con la moda. Para mí este mundo antes era arte, ahora es industria. La parte creativa de la moda se ha perdido. Antes las prendas se identificaban con la casa o el diseñador, ahora no puedes decir quién ha diseñado qué, es todo igual. Para mí, después del suicido de Alexander McQueen en el 2010 y el despido, un año después, de John Galiano de la casa Dior, se perdió la esencia. La moda significaba otra cosa».

Son precisamente estas ansias creativas la razón por la que, ahora mismo, no cambia su trabajo por ningún otro: «Estoy enamorada de lo que hago porque es divertidísimo, estás en constante cambio, siempre creando y diseñas a partir de la música».

Pero, ¿qué la trajo hasta aquí? Nada más y nada menos que el «amor de madre». Desde bien pequeña su hija practica natación sincronizada y cuando en su primer solo, en el 2012, le pidió que le diseñara el traje, su madre no pudo negarse. Y ahí empezó todo. «Yo nunca había trabajado con licras, que es un mundo totalmente diferente. ¡Aquel bañador me dio un trabajo! Cada vez que lo pienso… Pero llamó bastante la atención y gustó muchísimo», explica.

Lorena sabe cuál es su misión a la hora de la puesta en escena y tiene claro que la prioridad es cumplirla: «El traje aporta muchísimo a una coreografía: Cuando las nadadoras salen a competir, es lo primero que el público va a ver. Nosotros hacemos alta costura, tenemos bañadores que llevan miles y miles de cristales de Swarovski colocados uno a uno».

Desde el boceto mental hasta que tiene la prenda en la mano, disfruta todo el proceso de elaboración de cada uno de los bañadores que salen de su taller, pero tiene claro, de todas, cuál es la mejor parte: «¡Cómo se emocionan las niñas! Siempre que puedo voy a entregar los trajes en mano y nunca digo cómo son hasta que están acabados. Yo he visto a algunas niñas llorar de la emoción al verlos y eso no hay dinero en el mundo que lo pague».