Francisco Ríos: «Me he leído de cabo a rabo algunos diccionarios varias veces»

GALICIA

VÍTOR MEJUTO

El periodista y autor del «Libro de estilo» apunta que «el error que más se ve en los periódicos es el mal uso de la coma» y asegura: «Le quitamos el acento a Feijoo porque jamás puede llevarlo»

25 jul 2022 . Actualizado a las 13:35 h.

Maestro de periodistas, Francisco Ríos Álvarez (A Coruña, 1951) confiesa estar abrumado por recibir el Premio Fernández Latorre después de su larga carrera en La Voz de Galicia, donde trabajó durante más de 40 años. Autor del Libro de estilo, tarea que culminó en el 2002, ha ido aportando revisiones constantes a una obra que en su tercera edición sigue siendo un manual imprescindible para quienes trabajan con el idioma. Al igual que los 500 artículos que Ríos ha venido publicando para poner luz allí donde las dudas sobre el español nos asaltan.

—Lleva seis años fuera de la redacción, ¿qué echa de menos del periodismo?

—Todo. Echo mucho de menos la redacción. Cuando te jubilas, te salen otras cosas que tienes que hacer en casa, los nietos… Pero yo en el periódico estaba felizmente ocupado. Echo de menos a la gente. La vida del periódico es apasionante.

—¿Qué cambió de la profesión desde que empezó hasta hoy?

—¡Buf! Cambió todo. En los años 70 la atención en la información próxima era muy formal, contabas una noticia diciendo quién había ido al acto: el gobernador civil con su señora, el obispo, el alcalde… Hoy se va a lo sustancioso. Cambiaron también los medios, antes había que turnarse para usar una máquina de escribir [se ríe]. Le decías a tu compañero: «Fulanito, a ver si me la dejas».

—Para alguien que sabe tanto del idioma, ¿es un sufrimiento leer lo que escribimos los demás?

—No, no. Cuando yo era niño oía eso de: «Esto se escribe así porque sale así en el periódico», era la referencia. Lo que ponía el periódico iba a misa. Hoy lo ves desde el periódico y tienes otro espíritu crítico, todo el mundo tiene más fuentes de información. La formación en la escuela ha mejorado mucho, pero las faltas y las incoherencias seguirá habiéndolas. A veces lo que ponemos es muy alto el listón.

—¿A qué se refiere?

—Las normas ortográficas se han hecho muy complejas. Hasta hace un tiempo las normas de la Academia eran relativamente breves. Hoy los ortógrafos han mejorado mucho esa norma, pero resulta compleja para el hablante que no esté especializado. Me explico: ¿los prefijos deben ir unidos o separados? Ahora es en función del tipo de palabra: se escribe separado ex primer ministro, pero junto exministro. Con esto el hablante medio no sabe qué hacer.

—¿Tener un «Libro de estilo» marca la diferencia entre los medios?

—Sí, facilita al periodista la labor en cuanto a que el Libro de estilo te dice qué opción elegir entre lo que es posible dentro de la norma. Hay muchos casos de palabras, como contraalmirante, que se pueden escribir con una a o con dos. ¿Qué haces? ¿Cómo escribes: una águila o un águila?… Ahí valen las dos, en el Libro elegimos para que el periódico tenga una coherencia. Es el reflejo de la calidad de un medio, lo cual no limita con la libertad de estilo del periodista.

—¿Usted duda mucho? Cuando duda, ¿a quién recurre?

—Sí, dudo. A mí cuando comencé con el Libro me ayudó Martínez de Sousa, hoy recurro sobre todo a la Academia, que a veces te resuelve y otras no. Y después hay decisiones que tienes que tomar porque nadie te aclara. Por ejemplo, con los nombres de marcas comerciales no sabes cómo hacer. Un ejemplo: ¿a Monbus le pongo acento gráfico o no?

—¿Escribir es una técnica o un arte?

—Escribir noticias es una técnica. Lo que pasa es que es una técnica cambiante, sobre todo ahora por efecto de internet. Las normas tradicionales sobre la titulación decían que un título no podía generar dudas y hoy la mitad de los títulos en internet generan dudas para invitarte a leer.

—¿Entonces no es arte?

—En las noticias no, en el articulismo y en el reportaje ya es otra cosa. Tener un lenguaje rico, sugerente, creativo… Eso es más arte.

—¿Ha leído diccionarios como quien lee novelas?

—Algunos sí. De cabo a rabo me he leído el Diccionario de dudas de Seco dos veces. Hoy creo que le pasó el tiempo. Después los de Martínez de Sousa, y, sí, me he leído algunos diccionarios. Si vas a algún registro por IP en el Diccionario de la Academia, ahí estoy yo en un puesto destacado, ja, ja.

—¿Lee en papel o en digital?

—Casi todo en digital. El periódico lo leo en el ordenador, porque tomo notas y copio más fácilmente, para consultar algo es más fácil. Para libros de narrativa uso el e-book.

—¿El papel desaparecerá?

—Sí, lo veo en peligro. Aunque siempre habrá gente a la que le guste. Pero otra cosa te digo, yo lo que leo lo compro. No pirateo.

«Todos cometemos faltas de ortografía»

—¿Qué expresión odia más de las que lee en la prensa?

—Una que me horroriza porque yo caía mucho en ella es Y es que a comienzo de frase. Ahora la he eliminado por completo.

—¿Y qué falta cometemos más veces en el periódico?

—El uso de comas. La coma entre sujeto y verbo ya es de libro, pero hay otras comas que no te las explicas.

—¿Todos cometemos faltas de ortografía?

—Sí, sí. Todos cometemos faltas de ortografía, si entendemos como tales las transgresiones de lo que establece la ortografía de la Academia. Unas son leves, y otras, más graves. Que no coinciden necesariamente con las más escandalosas. Por ejemplo, a mí cambiar una b por una v no me parece lo peor, pero sí las que alteran el mensaje: un acento cambia un sentido o la colocación de una coma. Para mí eso es más relevante que cambiar una ll por una y, aunque lo otro sea blanco sobre negro. No se trata de poner a nadie colorado. Y a veces por influencia de otros idiomas se producen faltas.

—¿Girona o Gerona?

—Cada idioma tiene adaptada su toponimia universal en cierta medida. Las islas Salomón no se escriben en español como en su idioma. El caso más grosero: Londres no es London. Eso es lo natural. En castellano hablas de Gerona igual que la prensa catalana adapta al catalán topónimos españoles. Otra cosa es que en La Voz usemos tanto en español como en gallego la toponimia gallega, esa es una decisión interna. Se hace para evitar aparentes contradicciones. Pero en gallego adaptamos Bos Aires e Guadalaxara… Es lo normal.

«Le quitamos el acento a Feijoo porque jamás puede llevarlo»

—¿Hay mucha invasión de neologismos en inglés?

—Es un disparate y es una gran amenaza para el español, no de matarlo, sino de dañarlo. Hay textos en los que se abusa, sobre todo en informaciones de videojuegos, internet, moda… Están llenos de palabras en inglés. Es normal cuando se nombra algo que no existe, pero es absurdo emplear ese vocabulario que tiene alternativas en español. Oiga, no le llame mail a un correo. O no diga vuelos domésticos por la mala traducción de domestic flies, que no son más que los vuelos nacionales.

—¿Están reñidos el atractivo y la precisión?

—No, no. La precisión es la capacidad de quien escribe. Si no te sale un texto preciso, es que algo falla. A veces es difícil expresar una idea, a mí me pasa, pero luego vuelvo sobre él y en ocasiones lo reescribo. Eso lo puedes hacer cuando tienes tiempo, pero a la persona que asiste a cubrir una información, que corre y luego tiene que escribirla no le puedes pedir más. Como mucho, que lo lea y lo repase otra persona. Otra visión ayuda mucho.

—¿Es importante entonces que lo vean otros ojos?

—Es fundamental. En otra época en los periódicos había varios filtros: el linotipista y el corrector. Eso con la informática desapareció. El periodista no tiene por qué hacerlo bien a la primera. Y además hay periodistas que dominan aspectos de la profesión y no otros. Hay gente que sobresale consiguiendo información y que no escribe tan bien, ¿vas a despreciar su trabajo? En absoluto. En la prensa americana, tradicionalmente, había el reportero y el editor. El reportero estaba en la calle, llamaba al editor y este le daba forma a lo que el otro le contaba.

—En La Voz le hemos sacado el acento a Feijoo, otros medios no.

—Sí, pero en este caso el criterio no es libertad. Lo correcto en Feijoo es que no lleve la tilde, bajo ningún concepto una palabra española terminada en dos oes lleva tilde. Si te llamas López, no puedes ponerle una tilde en la e. Otra cosa es un nombre exótico o nuevo.

—¿Es muy fan de la Wikipedia?

—Sí, sí. La Wikipedia es utilísima, tiene unos criterios editoriales sobre cómo escribir que ayudan a mejorar.

—¡Se ha atrevido a quitarle la mayúscula al rey!

—Yo al rey se la quito siempre por prescripción académica, salvo cuando viene a un acto de La Voz de Galicia que, entonces, por prescripción de la dirección hay que dejársela… Ja, ja, ja.