Pedro Puy: «El infarto está muy sobrevalorado»

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«Soy un hombre tranquilo, pero la procesión va por dentro», confiesa el portavoz del PPdeG, que ha vivido unos meses muy agitados

15 jul 2022 . Actualizado a las 13:58 h.

Pedro Puy (Granada, octubre de 1962) es el mayor de siete hermanos, padre de tres hijos y sobrino de Manuel Fraga. De él dice que no ha heredado nada porque «estaba muy por encima de la media», ni siquiera su color político. «En mi casa había mucha más pluralidad de la que pueda parecer», confiesa el portavoz del PPdeG, que ha vivido unos meses muy agitados. En marzo vio cómo Feijoo anunciaba su marcha a Madrid y, en mayo, en la investidura de Rueda, Puy sufrió un infarto. «Soy un hombre tranquilo, pero la procesión va por dentro», apunta en su despacho, ya a pleno rendimiento.

—¿Se ve con Feijoo en la Moncloa?

—Nunca se sabe, lo importante es que Feijoo sí va a estar. Espero que algún día él se acuerde de los amigos y nos invite, aunque solo sea a un recorrido.

—¿Qué le atrajo de la política?

­—Yo llego a la política por interés intelectual, soy profesor de Economía Pública y de Hacienda Pública. En un momento dado me pidieron que echase una mano en lo que me había especializado y surgió la responsabilidad de hacerlo.

—¿Y lo que más aborrece?

—En general, no solo en la política, aborrezco perder el tiempo. Perdemos mucho el tiempo en cosas que se pueden resolver con buena voluntad y con rapidez.

—¿Es práctico?

—Sí, se puede ver así, o soy un vago que no tiene ganas de perder el tiempo en tonterías [se ríe].

—¿Usted es un conservador progresista o un progresista conservador?

—Yo siempre fui un poco acratoide; con el tiempo vas evolucionando y vas descubriendo el liberalismo, el reformismo..., ese es el espíritu ideológico en el que me siento más cómodo. Mantengo una parte del pensamiento conservador, porque hay cosas que  acumulan la experiencia de muchas generaciones y siguen funcionando en su integridad, pero también con el tiempo hay que cambiar la sociedad porque hay cosas que no funcionan y surgen problemas nuevos.

—Dígame una cosa que haya hecho bien el Gobierno de Sánchez.

—Yo creo que dentro del ámbito económico han hecho bien en olvidarse de las liquidaciones negativas que tenían que pagar las comunidades autónomas. Es decir, el dinero que se les entregó a las comunidades el año de la pandemia, en el 20, que se suponía que en el 22 lo tenían que devolver las comunidades, eso lo ha absorbido el Gobierno de España. Ha sido una buena decisión.

—Cuando le dio el infarto, ¿fue consciente de lo que le pasaba?

—No. Yo lo que sentí fue una indisposición, algo parecido a una lipotimia. Lo bueno es que no me han quedado secuelas, con lo cual puedo hacer una vida prácticamente normal. Ahora estoy en esa etapa de averiguar qué es una vida normal [se ríe].

—¿Era un hombre de excesos, fumador?

—Yo creo que no, pero el tabaco hubo que cortarlo de raíz.

 —¿Se asustó? ¿Sintió miedo?

—No, no. No tuve nunca sensación de peligro porque las personas que me atendieron me transmitieron tranquilidad. Hay un artículo de Rodrigo Cota que recordé estos días, y pienso lo mismo, en el que cuenta que está muy sobrevalorado esto del infarto, ja, ja, ja. Cuando uno lo vive, no es tan grave. He tenido suerte, pero la mayor parte lo superan con unos servicios de cardiología y del 061 magníficos.

—¿No le ha cambiado la perspectiva?

—Me ha dado un infarto, no me ha tocado la lotería [se ríe]. De hecho, no deberíamos estar hablando de esto, es otra cosa que me han recomendado: que se hable poco de los infartos, prefieren hablar de episodios cardíacos, así que no hablo del infarto por prescripción médica.

—Es intelectual, ¿pero cambia enchufes en casa?

—Soy poco manitas, pero soy capaz de cambiar la bombilla solo [se ríe]. Sí, algún enchufe he arreglado. Pero poco más. Al final, el mercado se basa en la especialización y cada uno tiene que hacer lo que hace bien. Cuando hay un problema eléctrico, hay que llamar a un profesional de la electricidad. Me parece muy bien la autosuficiencia, pero es un retroceso en la evolución humana. Hemos avanzado gracias a la especialización.

—¿En casa no tiene una especialidad?

—No, siendo consciente de que estamos muy lejos de llegar a ser igualitarios en la distribución del trabajo, procuro ayudar en lo que se puede.

—¿Ayudar?…

—Ayudar al hogar, no a la persona. Ayudar a que las cosas funcionen. Que la nevera esté abastecida y las camas hechas...

—Dígame una canción de esas que lo mueven inmediatamente a bailar.
—Depende del día, no es lo mismo estar en una boda a las dos de la mañana..., pero en líneas generales para el tema del baile tengo certificado que no soy hábil. Me lo ha dicho una persona cualificada.

 —¿Su contraparte?

—Ja, ja. No, no, un profesional, un profesor de baile me dejó claro que mi camino no es ese. Pero creo que tiene una explicación, yo jugué mucho al fútbol y al baloncesto y son deportes que consisten básicamente en esquivar al contrario, cuando tienes un hábito de regateo, el baile se hace muy difícil.

—Así que es muy futbolero...

—Sí, sí. Yo jugué al fútbol de joven, tuve una carrera fugaz, pero puedo decir con orgullo que quizás mi mayor logro haya sido ser campeón juvenil de Galicia en el año 80. En esa final marqué tres goles, pero entonces no se le llamaba hack trick. Era un equipo fantástico, el Vista Alegre; al año siguiente, tres jugamos en primera división juvenil.

—¿Su equipo?

—No soy muy fanático, he vibrado con el Dépor de Mauro Silva y de Bebeto; pero también con el Celta de Mostovoi y Karpin. Mi corazoncito de niño era del Atlético de Madrid. Como me dijo un conocido: ‘Es un buen entrenamiento cardíaco’. Ja, ja.

—¿Julio Iglesias o Raphael?

—Ninguno de los dos entra en la música que yo pondría en mi tocadiscos (porque sigo poniendo el tocadiscos de cedés), pero son dos personas admirables. Yo de vez en cuando escucho jazz, y cuando era joven a Pink Floyd y King Crimson. Últimamente pongo música clásica sobre todo trabajando, me gusta Bach. Hace poco leí que los expertos en concentración decían que es bueno tener música barroca de fondo. Pero el grupo que he visto más veces en directo ha sido, con seguridad, Siniestro Total.

—¿Se ha enamorado muchas veces?

—Sí, sí. Yo soy de fácil enamoramiento. Estoy enamorado de la vida.

—¿El defecto que más le sacan?

—Que soy muy desordenado.

—No lo parece.

—Es que este despacho es de pega, ja, ja. Este está solo para recibir visitas, el otro es como un taller mecánico.

—¿Lo mejor de la vida?

—Vivirla. Estar aquí. Que dure.