José María Prieto, neurólogo: «No hay tecnología punta que supere al cerebro»

GALICIA

El neurólogo José María Prieto dice que el cerebro «es el asiento anatómico del alma».
El neurólogo José María Prieto dice que el cerebro «es el asiento anatómico del alma». PACO RODRÍGUEZ

«Lo mejor para la cabeza es usarla», manifiesta el presidente de la Sociedad Gallega de Neurología. Gran curioso, amante de la filosofía y la historia, hizo cuatro veces el Camino y juega bonito en la polémica

09 jul 2022 . Actualizado a las 14:06 h.

El corazón nos da pálpitos, pero la que ordena y manda es la cabeza, sostiene José María Prieto (A Lamosa, Covelo, 1969), jefe de servicio de Neurología del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS) y presidente de la Sociedade Galega de Neuroloxía. Gran curioso y ávido lector y conversador, futbolero (del Real Madrid), amante de la filosofía y de la historia, sutil polemista, este enamorado de Compostela hizo cuatro veces el Camino. «Me obligó mi mujer, que es muy andarina», sonríe quien podría contarles que convertirse en médico fue su ilusión «desde pequeñito, pero no sería cierto». De niño sí le gustaba ver que los médicos podían curar, «evitar tragedias». «Yo nací en una aldea. Mis abuelos, agricultores, tenían pocas preocupaciones esenciales (¿qué tiempo va a hacer?, ¿están los animales bien atendidos?...). Esa sabiduría del viejo se limita a que él se para a pensar y nosotros no», revela este hermano mayor, padre de dos hijos, chico y chica, que se atreve a decir que ser hombre o mujer puede influir en cómo piensas.

—¿Cómo ha llegado hasta aquí, a ser un médico referente en neurología?

—Supongo que por un cúmulo de circunstancias, casualidades y suertes, pero mi idea inicial nunca fue ejercer la neurología.

—¿Decidió el corazón o la cabeza?

—La mayor parte de las decisiones las tomamos con la cabeza. El que manda es el cerebro. Libet habla del libre albedrío. Es interesante lo que plantea: cuando tomas una decisión, ¿realmente la tomas de forma voluntaria o la toma tu cerebro y luego tu voluntad la justifica?

—¿Qué respuesta nos da?

—No la tengo. No soy filósofo, pero la filosofía es fundamental en la vida; pensar, hacerse preguntas fundamentales. Esto hoy, desgraciadamente, va camino de perderse...

—La ignorancia nos hace dóciles y manipulables.

—No tengo ninguna duda.

—¿Cómo es usted, cuál es su filosofía de vida?

—Soy curioso para todo. Me gustan la física cuántica, las matemáticas, la astronomía... muchas cosas. Cuando uno estudia física cuántica, se da cuenta de que sin filosofía no se puede hacer física. Mi filosofía es ayudar a quien se pueda. Y me gustaría que, cuando me retire, mis compañeros consideraran que he sido buen profesional. Hay un principio vital de los griegos: curar a veces, aliviar a menudo y consolar siempre. Hipócrates, 400 a. de C.

—Es una cura de humildad...

—Sí. Precisamente, cuando uno estudia, se da cuenta de lo irrelevante que es. Se dice que lo peligroso no es un hombre que no ha leído ningún libro, sino el que ha leído un libro solo.

—¿Qué es lo mejor para la cabeza?

—Usarla, ¡y no solo para peinarse!, para lo que fue hecha. El cerebro es una estructura increíble. Antes se decía que el cerebro era una glándula irritantemente inútil. ¡Esa glándula irritantemente inútil nos ha permitido llegar a la Luna! No hay tecnología punta que supere al cerebro. Es la tecnología punta por excelencia. 

—¿Hay mucho falso mito?, ¿por ejemplo, solo usamos el 10 %?

—No, el cerebro lo usamos al cien por cien. ¿Que tiene más posibilidades? Pues seguro que sí... Hace poco, a uno de los grandes investigadores de Atapuerca, Ignacio Martínez Mendizábal, le pregunté: «Viendo, la guerra de Ucrania, y lo que ocurre en otros países, ¿realmente, el cerebro ha terminado de evolucionar o aún le falta?».

—¿Pero podrá el algoritmo llegar a sentir y pensar como nosotros?

—No lo sé, pero supongo que no hemos acabado de bajar de los árboles. Nos queda por mejorar bastante y, seguramente, el cerebro es la clave, porque (me atrevo a decirlo poéticamente) el cerebro es el asiento anatómico del alma.

—¿El tiempo es cerebro? 

—Desde el punto de vista de la enfermedad, de un ictus, sí, el tiempo es cerebro. Cuanto antes corrijamos el problema, más cerebro vamos a recuperar. El cerebro es un órgano noble, tan noble que no es capaz de alimentarse por sí solo. Necesita ayuda. Sin azúcar, no funciona. A lo largo de una vida, el cerebro consume en electricidad lo que una bombilla, unos 1.300 euros en electricidad... ¡al precio antiguo!

—«El cerebro necesita azúcar». Hoy se ha demonizado el azúcar...

—Con «azúcar» me refiero a glucosa. Este es su alimento fundamental. Un diabético, por ejemplo, en el momento en que baja mucho su nivel de azúcar, pierde el conocimiento, entra en coma. Esto puede corregirse inmediatamente dándole azúcar. 

—¿Hay un «gym» para la mente?

—Lo primero es usarla. Si no ejercito la memoria o estoy todo el día usando el teléfono, no es buen asunto, pierdo funciones. Es como andar en bici, si dejo de hacerlo durante un tiempo, al volver a usarla, cuesta.

—¿Pensamos de manera diferente hombres y mujeres?

—Es una pregunta polémica, me gusta. Sí. Las circunstancias sociales influyen, indudablemente, pero hay condicionamientos biológicos que podrían explicar por qué el funcionamiento del cerebro de hombres y mujeres es distinto. El impulso de una madre de proteger a su hijo, por ejemplo, tiene explicaciones biológicas, pero hoy solo podemos novelar al respecto.

—¿Al paciente hay que decirle siempre la verdad?

—El paciente tiene, a veces, derecho a no saber la verdad.

—¿Hay relación entre las enfermedades del alma (la ansiedad, la depresión) y los ictus?

—Me atrevo a decir que sí. Si me enfado y me sube la tensión, la probabilidad de ictus isquémico aumenta. A poder ser, no se enfade usted nunca...

—¿A mejor dieta, más cabeza? 

—Nuestros abuelos hacían una dieta con productos naturales, una dieta más sana que la nuestra. Hoy, usted coge una manzana o una pera y a veces tiene dificultades para reconocerla.

—¿Cómo valora los servicios de neurología en Galicia, qué nota les pone?

—Yo no puedo ser objetivo: sobresaliente. ¿Mejorables? Bueno, todo es mejorable en la vida. Seguramente, nos harían falta más neurólogos, porque en el futuro vamos a estar atendiendo a una situación que es casi epidémica: el deterioro cognitivo. Tenemos una población envejecida, especialmente aquí en Galicia; por eso aprovecho para reivindicar que haya más neurólogos. Desde el Sergas, desde la Xunta, nunca he tenido dificultad de hablar de esto cara a cara. Los sacos tienen fondo. Me gustaría que hubiera el doble de neurólogos de los que hay, pero lo mismo ocurriría con los oculistas, los neumólogos... Me atrevo a decirle que les pondría un notable alto o un sobresaliente. La población gallega puede sentirse segura con los servicios de neurología que tiene, en toda Galicia. 

—¿Ha perdido la cabeza alguna vez?

—¿Se refiere a un descontrol de la conducta? Supongo que sí... como gran futbolero que soy.

—¿Qué le vuelve loco?

—Me apasionan muchas cosas: la ciencia, la física cuántica, la biología, las matemáticas, la historia. La historia es importante. Un país que no conoce su historia tiene muy mal futuro, está abocado a repetirla. Si tuviera que decirle una afición inmediata, le diría que me encanta la ciudad en la que vivo, Santiago de Compostela. Tiene una historia absolutamente fantástica. El conocer Santiago y el ver lo que significado, conocer la Catedral, es algo apasionante. 

—¿Caminar ayuda a pensar? Parece que cuando caminan los pies, también caminan las ideas.

—Cuando camino, voy hablando conmigo. ¿Cuánto tiempo nos dedicamos a nosotros a lo largo del día? ¿Cuánta de la información en el día es útil? Hay mucho ruido. Si digo que el 90 % es inútil, creo que no me equivoco demasiado.

—¿Lo más importante en la vida?

—La familia y aprender a respetar a los demás en las discrepancias que pueda haber.