Pedrafita paga la operación salida

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo PEDRAFITA / LA VOZ

GALICIA

ALBERTO LÓPEZ

La entrada a Galicia por la A-6 se llena de vehículos en la primera gran escapada del verano, con el estrés añadido de circular en caravana

02 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Son las doce del mediodía del viernes 1 de julio y una peregrinación constante de vehículos recorre los casi 12 kilómetros de la A-6 con restricciones a causa de la caída del viaducto de O Castro. El trajín es constante. Más incluso que la habitual sucesión de camiones y coches que traquetean por el improvisado trazado, que en tiempo se traduce en unos once minutos. La operación salida no solo se percibe en la salida de Madrid a Valencia, también se nota en la pequeña Pedrafita.

Se ve en los coches, algunos llenos de familias, y lo confirman los oriundos del lugar. «Ao longo do verán haberá catro ou cinco días delicados, e este venres era un deles, pero o desvío está funcionando mellor do agardado», dice el alcalde, José Luis Raposo. La docena de kilómetros que componen el trazado obligan a reducir la velocidad y los carriles de adelantamiento son contados, por lo que ver pequeñas caravanas de diez, quince o veinte vehículos es una estampa a la que ya se han acostumbrado los habituales del lugar, pero que pone de los nervios a algunos.

«En cuanto hay línea discontinua, la gente se tira, va fogueada, sin control, y ahora en verano, más. Hoy [por ayer] la subida estaba llena de coches con paquetes encima», cuenta Manuel Blanco, un viajante textil que trabaja entre Ponferrada y Pedrafita y que tiene claro que hasta que se acabe el verano no volverá a recorrer el tramo por trabajo. «Hasta que acabe agosto ya no vuelvo, lo mando por paquetería, porque no compensa. Prefiero perder el dinero porque te la juegas todos los días», dice.

El estrés se ha convertido en compañero de los conductores que con regularidad afrontan ese tramo condicionado. «Desde abajo, un camión cargado sube a 40 o 45 kilómetros por hora. Yo entiendo que venir pegado es cansado, pero ahora, con la operación salida, se pone todavía peor. Nosotros lo pasamos mal y ellos, también», ratifica Paco López, camionero que cada lunes y viernes, puntualmente, cruza la entrada a Galicia por la A-6. «Este viernes tuve unos 15 coches detrás en caravana, si tuvieran otro carril adelantarían y no se producirían tales atascos», añade.

La subida, la prueba de fuego

Aunque pudiera parecerlo, cruzar la zona urbana de Pedrafita no es lo más incómodo. El tramo más peliagudo, explican, es la subida hacia el pueblo en sentido Madrid-A Coruña. La pendiente ralentiza la circulación de los vehículos pesados y hay zonas en las que el carril de en medio se ha inutilizado para separar bien los dos sentidos. «El tramo de los tres carriles es el peor, el año pasado, durante las obras, estaban habilitados dos para subir y ahora dejaron uno solo, con el del medio muerto de risa, y eso no tiene sentido», abunda López. «El tramo más peligroso es el de los tres carriles porque la gente se mete. Lo que hay que hacer es ir a 40 desde abajo hasta arriba, pero siempre hay el típico que se mete y tienes que parar cinco o seis veces», explica Blanco.

El anuncio del ministerio

La caída de los tableros del viaducto de O Castro ha acarreado contratiempos para los conductores, pero también para los vecinos de Pedrafita.. «Máis que o ruído, o que molesta moitas veces é ter que agardar dez minutos para cruzar a rúa, pero tamén entendo que é un problema para os camioneiros, que se atopan con ter que parar e volver arrancar», cuenta la tendera Carmen López. Pero incluso así, como dice el alcalde, «o refrán di que non hai feira mala, e iso tamén se ve. A gasolineira e algúns negocios están funcionando como nunca, pero tamén hai problemas, como o ruído, que é preocupante». Desde detrás del mostrador, Carmen cuenta las dos vertientes. «O que nos beneficia pola xente de paso, prexudícanos para a xente da zona, porque non hai aparcamento, hai moito tráfico, e veciños próximos xa prefiren non vir», describe.

El jueves, el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana anunció una primera medida para aligerar la circulación. Creará, a la altura de Laballós, un acceso para comunicar con una parte de la autovía, dirección Madrid, que hasta la fecha estaba cerrada. Al abrirlo, el tráfico en cada sentido de circulación podrá ir segregado y los vehículos en direcciones opuestas solo compartirán 4,5 kilómetros por la carretera nacional.

«Si parchean con 6 kilómetros está bien, y si quieren meterlos por el túnel, pues también, pero todo es un trastorno. Lo que hacen son parches, a nosotros no deja de afectarnos. Es un sinvivir. Antes salía de casa a las siete de la mañana y ahora tengo que salir media hora antes porque como vayas a las ocho, se acabó, esa es la hora de los camiones», zanja Blanco.