Unos 1.100 euros por cada cuidador, sueldo medio al mes para la atención en el hogar
La pregunta decisiva: optar por una residencia o buscar cuidador a domicilio. Pesa en favor de lo segundo el no descolocar al mayor de su ámbito doméstico y familiar, preferir un cuidado individualizado y tratar de cubrir con profesionales las horas en las que no hay allegados disponibles. Pero en números, el resultado de elegir una residencia o echar mano de cuidadores a domicilio suficientes para cubrir una buena parte del día, puede salir económicamente a la par.
Las tablas salariales vigentes en Galicia para un auxiliar de ayuda en el hogar establecen que su salario base asciende a 1.042,67 euros. Por trabajos en festivos y domingos se suman otros 19,47 euros, 34,75 más por festivos especiales y 21,63 en concepto de disponibilidad. Con dicho convenio, cada auxiliar de ayuda en domicilio cobraría unos 1.100 euros al mes trabajando cinco días a la semana, más el gasto en Seguridad Social. Plataformas extendidas por todo el país como Cuideo están ofertando puestos de cuidadores a domicilio a 1.248 euros con 40 horas a la semana.
La Asociación Galega do Sector da Dependencia estima que lo habitual es que en los casos de mayores que cuentan con escasa autonomía o que se quiere que no pasen ningún momento del día solos, haya que contratar al menos a dos personas para su atención. La cuenta subiría por tanto a 2.200 euros mensuales solo en salarios, y se puede incrementar algo más si los profesionales llegan al domicilio a través de las múltiples empresas que se dedican a proveer sus servicios, que añaden una cuota por su intermediación o son las que directamente pagan a los auxiliares. Estas empresas tienen que estar admitidas en el registro de entidades prestadoras de servicios sociales, y sometidas a las inspecciones que validan su idoneidad.
Precios de residencias
Frente a los 2.200 euros que costarían los sueldos de contratar a dos personas a domicilio, el buscador de residencias Inforesidencias apunta que el precio medio en Galicia para una persona en dichos centros se sitúa en 1.913 euros, cantidad que sube si la autonomía del mayor es baja y requiere de atención constante. La Asociación Galega do Sector da Dependencia maneja dos horquillas territoriales distintas para los precios de las residencias: entre sobre 1.800 euros al mes para un mayor válido en A Coruña y Pontevedra y 1.600 en Lugo y Ourense. Llega a 2.000 y 1.800 de media respectivamente si el anciano empieza a perder autonomía y saltan a partir de 2.200 y 2.000 si requiere cuidados continuados. El sector profesional de la dependencia en Galicia señala que gran parte de los mayores gran dependientes que ingresan en las residencias lo hacen después de que sus familias hayan optado antes por la atención domiciliaria, pero las necesidades de movilidad y sanitarias acaban por propiciar el cambio.
Desde las empresas de cuidado a domicilio se hace hincapié en el alto grado de intrusismo que registra el sector con personas con o sin formación, pero que no están dadas de alta ni profesional ni fiscalmente. El responsable de una empresa de Vigo señala que las familias suelen echar mano de allegados y vecinos para indagar sobre personas que puedan atender a sus mayores, «sin contrato de por medio, seguro y sin conocimientos adecuados, la mayoría. Buscan a alguien atento y amable, pero eso solo no es suficiente», añade la misma fuente.
Otra firma de A Coruña advierte que «hay muchas empresas que se atienen al convenio para pagar a sus empleados, pero otras no. Unas pagan kilómetros y otras no, hay mucha diversidad», estima su trabajadora social, que desvela que están quedando desiertos concursos públicos de atención domiciliaria «porque en las licitaciones las ofertas están yendo muy a la baja», añadiendo que el margen de beneficio empresarial no suele ser muy alto debido a la intensa competencia.
Melissa Rodríguez
Encarnación Verdes Romay tiene 74 años, vive en Malpica de Bergantiños y padece demencia en su grado más alto. «É coma un bebé, hai que estar en todo momento con ela», explica su hijo David Chouciño. Sufrió varios ictus y, como consecuencia, no habla y busca estar continuamente en movimiento. Incluso frecuentemente se marea y cae.
Por todos estos motivos, su familia solicitó a la Xunta, ya hace dos años, ingresarla en una residencia de mayores, pero lo cierto es que, a día de hoy, sigue en lista de espera. «Non entra pola renda, debido a que é bastante alta por dúas vivendas que ten ó seu nome», comienza relatando su primogénito. «En todo caso, iso non se corresponde coa pensión que cobra, mais cotizou toda a súa vida para que cando o necesita, non llo concedan», añade. Además, tendrían que abonar unos 1.000 euros al mes, según les vino estipulado en una carta.
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