Temor a que el desvío por la N-VI se convierta en una trampa

Suso Varela Pérez
suso varela LUGO / LA VOZ

GALICIA

Los vehículos pesados vuelven a pasar por el pueblo de Pedrafita por el corte de la autovía
Los vehículos pesados vuelven a pasar por el pueblo de Pedrafita por el corte de la autovía Alberto López

Cualquier incidencia o accidente puede cortar una de las principales vías de comunicación de Galicia

20 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La caída de un nuevo vano del viaducto de O Castro ha sentado como un jarro de agua fría en el sector del transporte y entre los conductores que utilizan la A-6 entre Galicia y Castilla y León. Desde que el 8 de junio se puso en servicio el desvío alternativo por la N-VI durante casi cinco kilómetros, incluido el paso por la villa de Pedrafita, los conductores ya han tenido tiempo de comprobar las dificultades con las que se van a encontrar durante meses.

«O xoves pola tarde pasei por aquí cunha treboada que apenas deixaba ver a estrada, e penseino de inmediato, que como houbera un pequeno toque nun par de vehículos, a ver como iamos saír desta e as colas que se montarían serían de campionato», explicaba este viernes José Rodríguez, un veterano transportista lucense. La percepción del peligro que supondría este escenario lo confirman guardias civiles que a diario vigilan y controlan el enorme volumen de tráfico para la carretera nacional y que el jueves se temieron lo peor por las tormentas: «Podría suceder algo, por poca cosa que sea, que acabe obligando a cortar la N-VI, y las colas serían kilométricas», señala un guardia de Vega de Valcarce.

El anuncio de que a lo mejor se podría abrir a lo largo del verano el viaducto de la A-6 que sigue en pie había generado cierto entusiasmo entre los conductores, y no solo por la mejoría de la seguridad vial, si no ante la llegada del invierno, con heladas y nieve.

Desde el 8 de junio, los vehículos en ambas direcciones, tienen que realizar 12 kilómetros de restricciones, ocho de ellos por la A-6 en doble sentido, con velocidad controlada a 80 por hora y obligación de usar luces de cruce. Los otros cuatro kilómetros son por la N-VI, uno de ellos por el centro de Pedrafita.

En la villa —atendiendo a las peticiones de su alcalde y de los vecinos— se han tomado medidas para aumentar la seguridad: limitación controlada a 40 por hora, bolardos en los cruces para ofrecer visibilidad, varias cámaras de vigilancia, presencia de agentes de Tráfico, y refuerzo de los controles en jornadas especiales, como por ejemplo los días 5 y 21 de cada mes, con la celebración de la feria. Si hubiese un incidente en este kilómetro, habría fórmulas para poder resolver el problema debido a que existen espacios públicos en Pedrafita para aparcar transportes averiados o desviar el tráfico. El pasado miércoles, por ejemplo, un camión averiado fue desplazado hacia un arcén para que no entorpeciese el camino.

El problema surge en los tres kilómetros de la N-VI, de pendiente superior al 5 % y curvas cerradas con limitación de 80. Los vehículos en dirección Galicia acceden a la nacional ya en cola detrás de un tráiler cargado al irse formando en la subida limitada de la A-6 desde Vega de Valcarce. Hay dos zonas cortas en las que se puede adelantar y avanzar entre los camiones, pero como la fila de vehículos es por momentos del día amplia, se llegan a producir frenazos bruscos cuando se termina el carril. La percepción de peligro aumenta porque los adelantamientos se suceden en curva y con un tráfico denso en sentido contrario.

Precisamente la bajada de Pedrafita solo se realiza por un carril y con una frenada brusca para enlazar con la A-6. La cola que se genera en dirección Madrid es por momentos más amplia, ya que en los 12 kilómetros de restricciones no hay zonas de adelantamiento. Un punto conflictivo es el desvío de la A-6 para entrar en Pedrafita en sentido Madrid. Se hace a través de una larga recta con una pendiente que supera el 10 %. Hay camiones que por su carga tienen que realizar la subida a 20 por hora, generando retenciones.