El bipartidismo se recompone tras las elecciones en Andalucía

Manuel Varela Fariña
Manuel Varela REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

José Manuel Vidal | EFE

Los comicios autonómicos y los sondeos para las generales avanzan el techo de Vox y la caída de Podemos

21 jun 2022 . Actualizado a las 09:17 h.

Cada una de las últimas elecciones autonómicas se han observado en clave nacional. La lectura más evidente en el caso de las andaluzas es que el PP ha logrado neutralizar a Vox y confirmar su tendencia al alza frente a un PSOE cada vez más desgastado. En los márgenes de ambos partidos está la ya práctica desaparición de Ciudadanos a menos de un año del golpe de gracia en los comicios locales y autonómicos y la atomización del espacio a la izquierda de los socialistas.

La conclusión de todo ello es la progresiva recuperación de un bipartidismo que hace apenas cuatro años parecía roto. Las votaciones en Andalucía, Castilla y León y Madrid muestran que el sistema vigente durante casi treinta años en la democracia española se recompone, con los sondeos hacia las generales dibujando una tendencia donde solo la formación de Santiago Abascal resiste próxima al 20 % de intención de voto para las generales del año que viene.

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La realidad política en Galicia, un verso suelto en el conjunto estatal como también lo son País Vasco y Cataluña, avanzó en julio del 2020 la pérdida de relevancia electoral de Podemos y, sobre todo, de Ciudadanos. El Parlamento recuperó su abanico tricolor habitual y, como suele ocurrir, la comunidad volvió a marcar el rumbo de lo que vendría en el escenario nacional.

Con las autonómicas que auparon la figura de Isabel Díaz Ayuso en Madrid en mayo del 2021, la debacle socialista ensombreció otras dos derivadas de las elecciones regionales: que solo la concurrencia de Pablo Iglesias evitó un desastre mayor para la izquierda y que Vox parecía tocar techo. Elevada por las encuestas, la candidatura de Rocío Monasterio solo pudo sumar un diputado más ante un PP que doblaba su representación en la Cámara tras seducir al electorado de Santiago Abascal y al de Pedro Sánchez, una estrategia por conquistar el centro que también sirvió a Moreno Bonilla para alcanzar la mayoría absoluta en Andalucía el pasado domingo.

El precipitado adelanto electoral en Castilla y León fue el único asidero para Vox en el último año. El presidente Fernández Mañueco erró en su intento de incrementar su mayoría parlamentaria, en una maniobra que solo sirvió para restar representación al PSOE y hundir a Ciudadanos.

El popular lidia desde abril con un socio de gobierno más incómodo, ya desde el primer minuto, con la ausencia evidente en la sesión de investidura del entonces presidente de facto del PP. «La política debe recuperar su centralidad», se limitó a decir Alberto Núñez Feijoo durante un acto en Valladolid sin referencias directas al pacto entre Mañueco y Vox. La confirmación del líder gallego como relevo de Pablo Casado en el congreso extraordinario que se celebró en Sevilla días después reflejó en las encuestas el cambio de tendencia solo interrumpido por los comicios castellanoleoneses.

Empate en cabeza

El Partido Popular llegó a caer por debajo del 17 % de intención de voto en varias encuestas de marzo. Cuatro meses y dos elecciones autonómicas después, varias consultoras sitúan en sus sondeos a Feijoo en disposición de arrebatar la mayoría de Sánchez en el Congreso.

El último barómetro del CIS, elaborado durante la primera semana de junio, otorga la victoria en las próximas generales al PSOE, que junto al PP acapara el 56,2 % de los votos. Vox se afianza como tercera fuerza, pero su evolución en las encuestas se ha estancado y los últimos resultados electorales, a excepción de los de Castilla y León, sitúan a la formación próxima a su techo, si no lo ha tocado ya. El bipartidismo refuerza también su posición ante la evanescencia de Ciudadanos —cuya mayor responsabilidad institucional es ahora la vicealcaldía de Madrid— y el declive de Podemos, menguante electoralmente y con múltiples interrogantes sobre su futuro.