Las obras de la A-54 dejan al descubierto en Arzúa una aldea galaico-romana

Natalia Rodríguez Noguerol
natalia noguerol ARZÚA / LA VOZ

GALICIA

Los expertos creen que el yacimiento, cerca de la futura autovía Lugo-Santiago, es el único de hace 2.000 años en Galicia

10 jun 2022 . Actualizado a las 07:42 h.

A finales del siglo I, principios del II, las orillas del río Boente estaban habitadas. En Vilantime, Arzúa, para más señas. Dos mil años después, en esa parroquia del municipio coruñés se adivina el trazado del viaducto que salvará el cauce fluvial al paso de la A-54, la primera autovía que vertebrará el interior de la comunidad, conectando las ciudades de Lugo y Santiago. En el lugar, el equipo de arqueólogos capitaneado por Emilio Ramil concluirá hoy la excavación que deja al descubierto una aldea galaico-romana, única en Galicia. Es un hallazgo de interés porque se trata «dun xacemento inédito, e moi ben conservado», afirma Ramil, de AXA Arqueología, la empresa encargada del control arqueológico de la obra.

La existencia de un castro de cima en Vilantime motivó la excavación, realizada en el área de afección de la autovía, en la que «para nada» repercutirá el yacimiento, localizado a unos veinte metros del trazado viario. «Non afecta nin á traza, nin á obra», aclara Ramil, partidario de poner en valor, a través de un proyecto de consolidación, un complejo habitacional e industrial que permaneció ocupado durante más de doscientos años.

El asentamiento está integrado por construcciones domésticas —con cuatro estancias propias de una vivienda— y un área industrial «complexa» en la que aparecieron una veintena de molinos de mano y parrillas para la cocción de pan, y dos hornos en los que los pobladores de la aldea cocían la cerámica y el material de construcción romano. Las estructuras, en cada una de las cuales se distinguen con claridad una cámara de combustión y una parrilla de arcilla agujereada, «deben ser das mellores conservadas de Galicia», apunta Emilio Ramil. La excavación arqueológica, en el tramo en obras de la A-54 entre Arzúa y Melide, también permitió recuperar material cerámico de uso doméstico, y monedas, entre las que figuran piezas acuñadas en la época de Trajano —el primer emperador hispano en Roma— y posteriores.

«Non atopamos en Galicia unha aldea castrexa da época galaico-romana de hai 2.000 anos deste tipo», concluye el responsable del control arqueológico. El complejo lo construyeron quienes entonces ocupaban el castro existente a unos cuatrocientos metros del yacimiento. A finales del siglo I, «sabemos que houbo ese traslado de poboación dos castros; os seus habitantes —explica el arqueólogo— baixaban ás zonas chairas, próximas aos ríos e con terras máis ricas para o cultivo e o gando, e facían construcións para vivir e para traballar». La excepcionalidad del yacimiento reside en que «aínda que en Galicia haberá moitísimos, non se coñecen, porque non resaltan no terreo. Só se descobren —añade Emilio Ramil— se hai unha obra pública coma esta que remova os terreos».

Riqueza arqueológica

La aldea galaico-romana que destapó la excavación que hace aproximadamente un mes y medio se inicio en el tramo en construcción de la A-54 en Arzúa no es el único hallazgo con el que se topó el equipo de Ramil en el control arqueológico que realizan de la obra. «É un espazo ocupado ao longo da historia, e unha poboación importante a que aquí vivía», afirma el arqueólogo para explicar que, con anterioridad, aparecieron fondos de cabaña del Neolítico. Pero no solo de esa época de la prehistoria hallaron vestigios arqueológicos estos especialistas, tanto en el tramo en obras en el que apareció la aldea galaico-romana, como en el que se ejecuta entre Melide y el municipio lucense de Palas de Rei. En el área de protección de sendos trazados también descubrieron restos arqueológicos de las Edades de Bronce y de Hierro. El año pasado, sin ir más lejos, el control arqueológico en ese último tramo destapó un campo de fosas de incineración. «É unha zona moi rica en xacementos arqueolóxicos», concluye Ramil, quien destaca que la obra de la autovía no destroza ninguno de ellos.

Los hallazgos que resultaron del control y seguimiento de las obras de la A- 54, anteriores a la aldea galaico-romana, permanecen subterráneos. Después de investigarlos y documentarlos, se protegieron, cubriéndolos con una malla geotextil, y tierra, según explica Emilio Ramil, partidario de que el complejo de viviendas e industrial de Arzúa se deje al descubierto y ponga en valor, por su excepcionalidad y por su óptimo estado de conservación. En cualquier caso, no depende solo del criterio del arqueólogo. La Dirección Xeral de Patrimonio Cultural, adscrita a la Consellería de Cultura, y el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, promotor de la infraestructura viaria, «son quen teñen que poñerse de acordo», recuerda Ramil. Pese al diferente modo de protección que plantea para el último yacimiento, para él «todos teñen a mesma importancia, porque falan da vida, da historia, do espazo xeográfico no que estamos traballando».