Prosiguen los juicios a okupas en Vigo mientras se revalorizan los pisos desocupados
GALICIA
Cinco okupas se sentaron en el banquillo a finales de mayo por la usurpación de una vivienda de varias plantas en el barrio de Teis, en Vigo, después de que la familia heredera hubiese colocado carteles de venta. Los implicados alegaron en el juicio que eran compradores de buena fe porque unos antiguos moradores marroquíes les vendieron la casa por 200 euros. Incluso se empadronaron en esa dirección hace un año. Varios de ellos solicitaron protección por pertenecer a una familia vulnerable.
En mayo hubo más ejemplos de pesadillas para los propietarios de Vigo. La policía expulsó y detuvo a cinco okupas que entraron en una casa de la calle Progreso, a 150 metros de Príncipe. El ama de llaves volvió de vacaciones y descubrió dentro a los intrusos y los denunció por allanamiento y robo de unos relojes de 5.000 euros. Los okupas, algunos jóvenes vigueses con empleos precarios, negaron el robo y alegaron que unos ojeadores sabían que la casa estaba deshabitada desde hace un año, lo que la regente desmiente.
El caso más espectacular de desalojo se remonta al 2020, cuando la policía desplegó a los antidisturbios para expulsar a decenas de okupas que vivían en un edificio de ocho plantas en construcción en la céntrica Gran Vía, a 200 metros de unos grandes almacenes. La promotora quebró y el inmueble pasó a manos de la Sareb (el llamado banco malo). Las autoridades actuaron después de que un okupa muriese al rodar por las escaleras. Ya vacío, una inmobiliaria comercializa apartamentos de lujo en el inmueble, cuyas obras están casi finalizadas.
Otra inmobiliaria ha puesto a la venta por 700.000 euros un edificio de cuatro plantas, bajo y sótano en la calle Alfonso XII, a solo 300 metros de la estación del AVE y el centro comercial Vialia. Hasta el 2021 estuvo ocupado por intrusos que alquilaban las habitaciones a otros indigentes. Toda esta zona se ha revalorizado y la mayoría de los inmuebles han sido vaciados de intrusos y serán reformados para vender apartamentos de lujo.
Lo mismo ha pasado en el Casco Vello de Vigo, en proceso de gentrificación, donde las viejas casas okupadas han sido renovadas por la Xunta para promover modernos pisos sociales o subvencionados.