Alfonso Rueda en la toma de posesión de sus 11 conselleiros: «Galicia non necesita volantadas»

Juan María Capeáns Garrido
Juan Capeáns SANTIAGO

GALICIA

Reunión del primer Consello de la Xunta de Alfonso Rueda, esta mañana en el Pazo de Raxoi.
Reunión del primer Consello de la Xunta de Alfonso Rueda, esta mañana en el Pazo de Raxoi. Xoán A. Soler

El presidente de la Xunta defiende la continuidad de todo el Consello, a los que les reclama las mismas horas que exigía Feijoo

16 may 2022 . Actualizado a las 23:30 h.

Las tensiones propias de los actos protocolarios no desfiguraron las sonrisas y los gestos afables de los conselleiros después de muchas semanas de incertidumbres sobre su futuro. El presidente Alfonso Rueda, que le dio «unhas cantas voltas» a la configuración de su equipo, se garantizó un primer día en la oficina sin incomodidades o explicaciones complejas, porque ha confiado en todos los altos cargos que nombró su predecesor en septiembre del 2020 con la única incorporación de Diego Calvo a la vicepresidencia segunda del Gobierno. «Galicia non necesita volantazos nin xiros de 180 grados», reflexionó el nuevo líder del Ejecutivo, quien recurrió a la máxima de que «o que funciona ben non debe tocarse».

Antes de dirigirse a su equipo y al selecto grupo de autoridades y familiares que se dieron cita en el salón noble del Pazo de Raxoi, Rueda pudo comprobar la destreza de los suyos en el cumplimiento del protocolo de las tomas de posesión de los cargos, que juraron mayoritariamente, con el detalle de la conselleira de Política Social, Fabiola García, que lo hizo también en lengua de signos.

El nuevo jefe quiere la máxima dedicación, las mismas «horas» que exigía el anterior capitán, «o mesmo impulso e a mesma ilusión», pero quiere hacerlo con otro rol más colectivo: «Sigo con este equipo porque foi sempre o meu. Este é un equipo con todas as letras», reforzó, admitiendo que puede haber «discusións» que se superarán si se «arroupan» unos a otros y hay disposición para «botar unha man».

Son, terminó de justificar, «homes e mulleres de traxectoria contrastada, que saben que a política non sempre é grata e que están dispostos a dar os mellores anos das súas vidas para servir a Galicia», les reconoció.

Solo hablaron dos personas más. El novato, Diego Calvo, que tuvo palabras de agradecimiento a todos los que le han acompañado en estos años de vida pública; a sus nuevos colegas, «dos que aprenderei moito»; «e aos meus amigos de San Sadurniño, que están nos bos e nos malos momentos», dijo en clave más personal.

También tomó la palabra la más veterana junto a Rueda, Rosa Quintana. La conselleira de Mar, que se emocionó al recordar al fallecido Valeriano Martínez, se comprometió con el «novo patrón» a trabajar «con lealdade» y con la seguridad de «seguir no bo rumbo. Esta tripulación está a túa disposición, e de toda Galicia», resolvió siguiendo la metáfora marinera.

Los retoques

Rueda no profundizó en exceso en explicar los retoques en el Gobierno, aunque sí quiso detenerse a piropear a su vicepresidente primero, Francisco Conde, elevado como vicepresidente primero, un «imprescindible» y una «garantía» para llevar las riendas económicas de Galicia. «A Diego coñezoo ben, sei como traballa», afirmó, recordando unas palabras de Feijoo sobre la importancia de «vir aprendido á política», cuestión que da por cumplida con el político ferrolano. 

Al margen de nombramientos personales, también justificó las renovadas denominaciones de tres consellerías, como Política Social e Xuventude; la educativa, que incorpora al cartel la Formación Profesional; y la de Promoción do Emprego. Son tres pilares sobre los que se va a sostener la política de la Xunta en los próximos meses, con un cuarto, el turismo, que será un «puntal no despegue económico de Galicia» y que seguirá de la mano del presidente.

XOAN A. SOLER

Antes de las fotos y los abrazos, Rueda advirtió: «Non podo acertar sempre, iso de ser infalible deixoo para outros, pero si podemos comprometernos a decidir en conciencia o que é mellor para os intereses de Galicia. Un compromiso sen límites para axudar a un pobo sen límites», proclamó antes acabar corrigiéndose a sí mismo al decir que había que ponerse a trabajar. «Seguimos traballando», puntualizó.