Los centros gallegos piden más medios para atender a los estudiantes con necesidades educativas especiales

b. casal REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Imagen de archivo de un aula escolar
Imagen de archivo de un aula escolar ALBERTO LÓPEZ

Galicia tiene 16.695 alumnos con discapacidades o trastornos graves en su enseñanza ordinaria, la mayoría en centros públicos

03 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Los centros educativos gallegos integraron el curso pasado a 16.695 estudiantes con necesidades educativas especiales (NEE). Según los últimos datos del Ministerio de Educación, Galicia es la comunidad que más alumnado con NEE tiene en sus centros ordinarios: el 93,6 % de los que necesitan apoyo asisten a clase junto a otros compañeros sin discapacidades o trastornos graves. Entre ese alumnado (un 4,7 % sobre el total, sumando también los que estudian en centros especiales) se incluyen aquellos niños y niñas con discapacidades auditivas, motoras, intelectuales o visuales. También aquellos que tienen trastornos generalizados del desarrollo, trastornos graves de conducta o personalidad, y estudiantes con plurideficiencia.

El trabajo en los centros de enseñanza ordinaria varía mucho según el caso, pero en general hay una demanda común: más medios para atender correctamente a quien necesita apoyo. «Os recursos que temos no centro non son suficientes, nin no noso, nin no resto», resume Javier Dapena, director del compostelano IES Pontepedriña. ¿Y qué recursos necesitan? Pues profesorado especialista que, en su caso, apenas llega para atender a los jóvenes con esas necesidades que estudian en el centro. «Empezamos o curso con menos persoal do necesario e grazas ás intervencións das familias conseguimos que nos mandasen un reforzo en pedagoxía terapéutica que compartimos con outro colexio», explica Dapena sobre una situación que ahora enfrentan con tan solo «dous especialistas e medio».

En la misma línea se expresa el presidente de la Federación Galega de Directivos de Centros de Ensino Público, Francisco Lires, que también es director de un colegio en Noia. «Fan falta máis especialistas, pero ademais é necesario diminuír as ratios nas clases con necesidades especiais», apunta Lires. En su opinión es fundamental reducir el número total de escolares por aula, ya que «unha necesidade permanente require dun traballo personalizado co alumno» y estas tareas se complican si el docente tiene que atender un grupo grande.

Así lo ve también su colega Javier Dapena: «Se hai tres ou catro casos que necesitan apoio individualizado, o traballo faise complexo con outros 22 ou 23 alumnos na clase aos que tamén hai que atender. Por moito que o docente queira, non dá». En su instituto tienen este curso un total de diez adaptaciones curriculares individualizadas, pero para el siguiente prevén que podría haber unas 15 entre los estudiantes que abandonarán el centro y los que se incorporarán. «Cos especialistas que temos, a atención faise complexa», subraya Dapena.

Ambos profesionales valoran positivamente la integración de los jóvenes con necesidades educativas especiales en la enseñanza ordinaria, si bien reiteran la necesidad de contar con medios para atender bien a esos escolares y también al resto. Además, cabe destacar que un 72 % de ese estudiantado integrado en centros de enseñanza ordinaria estudia en centros públicos gallegos.

Por otro lado, muchos casos de niños con NEE presentan distintos tipos de discapacidades o trastornos que exigen una atención todavía más individualizada. De hecho, además de ese 4,7 % de escolares con necesidades educativas especiales en Galicia (nueve de cada diez en centros comunes), hay un 8,6 % de jóvenes que tienen otras necesidades específicas de apoyo educativo, según los datos del Ministerio.

Otros casos

Entre estos últimos se incluyen casos de estudiantes con altas capacidades (algunos precisan ampliaciones de currículo); integración tardía en el sistema educativo (por ejemplo, procedentes de otros países); retrasos madurativos; trastornos del lenguaje y la comunicación o del aprendizaje; alumnado con desconocimiento grave de la lengua de instrucción; o estudiantes en situación de desventaja socioeducativa.

«Se le llama inclusión o educación inclusiva a algo que solo es integración»

Para el presidente de Down Galicia (colectivo que agrupa a distintas entidades relacionadas con el síndrome de Down) cualquier debate sobre inclusión tiene que partir de una definición precisa. «Se le llama inclusión y educación inclusiva a algo que solo es integración. Las autoridades dicen que más del 90 % del alumnado con necesidades especiales están en inclusiva, pero no es verdad. Incluso me atrevería a decir que en Galicia apenas hay educación inclusiva», explica Delmiro Prieto, presidente del colectivo.

Según argumenta el responsable de Down Galicia, para que haya inclusión tienen que existir los apoyos adecuados y un ambiente normalizado, lo que implica «tener los recursos técnicos y humanos suficientes». «Y cuando hablo de inclusión no solo pienso en síndrome de Down, sino también en TEA, movilidad y demás. La inclusión es buena para todo el alumnado en conjunto. ¿Cómo podemos educar en solidaridad y respeto, si no?», comenta Prieto, esperanzado con el marco legal que se abre con la nueva ley educativa. «La ley Wert era demoledora. Era la antieducación, segregadora y mercantilista, pero ahora hay diez años para dotar a los centros públicos de los medios para dar respuesta a la inclusión», concluye.