Kim Nam Hee: «Los jóvenes coreanos hacen el Camino de Santiago para alejarse de una sociedad competitiva y centrarse en sí mismos»

GALICIA

La escritora coreana Kim Nam Hee, con su credencial, tras completar el Camino Portugués.
La escritora coreana Kim Nam Hee, con su credencial, tras completar el Camino Portugués. PACO RODRÍGUEZ

La escritora de la guía que llevó la fama de la ruta jacobea a Corea, que en el 2019 ya era el octavo país que más peregrinos envió, acaba de completar el Camino Portugués desde Oporto

02 may 2022 . Actualizado a las 17:58 h.

El Camino de Santiago le cambió la vida y quiso compartirlo con el mundo. La escritora Kim Nam Hee llevó las rutas jacobeas a Corea a través del papel. Su libro El viaje de una mujer sola fue uno de los catalizadores de un fenómeno que llevó a su país a colocarse en el octavo puesto del ránking de peregrinos extranjeros en el 2019. Ahora, tras dos años de pandemia y con las fronteras abiertas, muchos de sus compatriotas, sobre todo estudiantes, se calzan las botas de nuevo. «Los jóvenes coreanos hacen el Camino de Santiago para alejarse de una sociedad competitiva y centrarse en sí mismos», explica mientras sus ojos reflejan esa emoción de quien acaba de alcanzar la plaza del Obradoiro. El pasado jueves, acompañada de un grupo de mujeres coreanas, completó el Camino Portugués desde Oporto.

— Con el que acaba de terminar, ¿cuántos Caminos ha completado?

— He hecho el Camino Francés dos veces, el Camino del Norte, el Primitivo, el de San Salvador otras dos veces, el Portugués desde Lisboa y, esta vez, desde Oporto. Ocho en total.

— ¿Ha cambiado el Camino de Santiago desde aquella primera peregrinación del 2005?

— Sí, por supuesto. El Camino Francés lo hice por segunda vez en el 2013 para grabar un programa de televisión y ya de aquella noté cambios. Cada vez hay más gente y, a la vez, la ruta está un poco comercializada.

— ¿Prefiere hacer la ruta al completo o la versión corta de los 100 kilómetros?

— Prefiero el Camino completo, el más largo. Sin embargo, el de San Salvador (que une la catedral de León con la de Oviedo), que es de 125 kilómetros, lo hice dos veces. Es de montaña, así que es un poco difícil, pero el paisaje era muy bonito.

— ¿Qué tiene el Camino de Santiago para enganchar de esa forma?

— Aunque no soy religiosa, pienso que el Camino te da poder espiritual. Además, puedo disfrutar de la naturaleza, encuentro gente de muchos países, la cultura es diferente... Y me encantan los albergues, especialmente los hospitaleros.

— ¿A qué se refiere con poder espiritual?

Durante más de mil años, mucha gente de países diferentes ha pasado por el Camino con sus propias historias, sus secretos, sus lágrimas, su sufrimiento, sus risas y su felicidad. Creo que los pasos de cada persona han quedado en el Camino. Por eso, creo que tiene un poder espiritual. Mientras estás haciendo el Camino, con intención o sin ella, empiezas a abrir tu mente. Te conviertes como en otra persona, en una mucho mejor. Empiezas a pensar en tu propia vida, en tus propias relaciones y empiezas a ver el valor de las pequeñas cosas.

En esta ocasión, traje a un grupo de otras nueve mujeres coreanas y les dije que tenemos un montón de cosas por las que estar agradecidas en el Camino. Viajo por todo el mundo durante todo el año y veo que en una gran parte del planeta hay gente que no tiene ni agua para beber. Aquí tenemos agua fresca mientras andamos, bares donde tomar un café, restaurantes donde comer y, cuando llegas a la aldea, un albergue increíblemente barato donde dormir. Puedes conocer a otros peregrinos, compartir tus experiencias, hacer amigos... Es algo único que solo hay en el Camino.

Te conviertes en una persona mucho mejor, empiezas a pensar en tu propia vida y te das cuenta de cuánto tienes ya. Creo que otros peregrinos también lo sienten. Empezamos a dar las gracias por cosas en las que nunca habíamos pensado: el agua caliente, el baño, la ducha, el café, la amistad, el valor de la familia... Esas pequeñas cosas se sienten más grandes y piensas que ya tienes todo lo que necesitas en la vida. Así que mientras estoy caminando me siento muy feliz.

— En varias ocasiones ha hecho el Camino sola, ¿es seguro como mujer?

— He hecho seis veces el Camino sola y solo tuve una mala experiencia, pero son cosas que pasan en todos los sitios del mundo. Creo que el camino es muy seguro para las mujeres. Lo que sí recomiendo a otras mujeres coreanas es que si salen muy temprano, antes de que salga el sol, intenten buscar compañía.

— ¿El idioma es una barrera a la hora de peregrinar?

— Los jóvenes coreanos hablan en inglés, así que no deberían tener problema para comunicarse. Las generaciones más mayores, e incluso la mía, no están habituados al inglés y tienen más dificultades para hablar con otra gente. Pero en el Camino Francés hay muchos coreanos, así que pueden encontrar compañía. Si queremos entender a otra gente, compartir tus experiencias o hacer amigos, el idioma importa.

— ¿Por qué cree que ha crecido tanto el número de jóvenes coreanos que se animan a hacer el Camino?

— Como ya no soy joven, no lo sé exactamente, pero creo que la gente más joven en nuestra sociedad tiene bastantes dificultades. Cuando yo tenía veinte años la economía de Corea estaba creciendo, podíamos conseguir un trabajo con facilidad y la vida no era tan dura. Incluso si no eras buen estudiante en la universidad, cuando te graduabas podías conseguir un buen trabajo, pero ahora ya no. Ese desarrollo económico ha parado. Los jóvenes, que tienen un buen fondo educativo y son inteligentes, tienen muchas dificultades para encontrar trabajo, así que están muy deprimidos.

En el caso de los hombres, muchos hacen el Camino después del servicio militar. Están obligados a ser ser soldados durante un año y medio y, cuando terminan, la mayoría vuelve a la universidad, lo que significa que aún tienen que estudiar más para conseguir trabajo. Antes de que empiecen esos días difíciles, hacen el Camino para entrenarse, para tener un descanso o para refrescarse del servicio militar. Las mujeres universitarias, aunque no hacen el servicio militar, también tienen serios problemas para encontrar un trabajo, así que están deprimidas.

Al mismo tiempo, esta es una cultura totalmente diferente para ellos. Compartir experiencias con extraños, hacer amigos en un período tan corto y cuidar unos de otros son cosas completamente nuevas. Nuestra sociedad es altamente competitiva y aquí paran la competición y solo se centran en sí mismos. Es una oportunidad muy rara en Corea.

— ¿Puede ayudarles el Camino?

— Sí, les da autoestima, especialmente si hacen el Camino Francés. Tienen que andar entre 20 y 30 kilómetros todos los días durante un mes. No es fácil. Así que cuando lo terminan se sienten seguros de sí mismos. Esa clase de sentimientos se los da el Camino.

— ¿Qué imagen hay en Corea del camino?

— Hace poco emitieron un programa de televisión del Camino que fue muy popular, así que mucha gente joven lo tiene en en su lista de deseos. Cada vez gana más popularidad y, aunque hay gente que no está interesada, saben lo que es.

 — Libros como el tuyo ayudan a descubrir el Camino de Santiago en todo el mundo, ¿por qué decidió escribirlo?

— Cuando terminé el Camino de Santiago mi corazón estaba lleno felicidad, de agradecimiento y de alegría. Siempre amé viajar y viajar siempre fue para mí una gran escuela, pero cuando terminé el Camino fue diferente. Estaba emocionada, inspirada. Descubrí que en este planeta hay caminos espirituales tan bonitos que quería hablar de ello, compartir la experiencia con los demás. Tenía que escribir otro libro para mi editorial, pero les pedí que me dejaran escribir esta historia, que debían publicarla porque era increíble, así que cambiamos el plan.

— Muchos de esos peregrinos coreanos que se animan a vivir la experiencia vienen en invierno, ¿por qué?

— No lo sé con seguridad, pero puede ser por las vacaciones de los universitarios. Aunque las tienen en invierno y en verano, en temporada alta hay mucha gente, los vuelos son más caros y es más difícil conseguir albergue. Además, el invierno es una temporada dura y los jóvenes pueden sentirse más fuertes consigo mismos.

— ¿Hay alguna anécdota peregrina que le haya marcado?

— La persona más interesante que conocí en el Camino fue Bastian, un estudiante alemán de 21 años. Yo acababa de terminar de romper con mi novio, me rompió el corazón, así que decidí venir otra vez e hice el Camino del Norte. Un día estaba tomando un café y un chico joven me preguntó si estaba en la dirección correcta, empezamos a hablar y acabamos haciendo juntos la etapa y compartiendo nuestras historias. Me contó que era estudiante, pero no estaba a gusto consigo mismo y quería cambiar su vida. Decidió dejar la universidad, salió de su casa en Berlín, a casi 3.000 kilómetros, y empezó a andar. Al día siguiente, mandó su smartphone a casa por correo. Solo llevaba un viejo mapa de carretera y una pequeña tienda de campaña.

Cuando lo conocí, llevaba caminando más de dos meses, pero me dijo que se le había acabado el dinero al mes de empezar. Decía que, igual que sus pies se acostumbraban a andar y no se cansaban, su estómago no se moría de hambre aunque comiera poco. Cuando notaba que tenía que comer, preguntaba si podía trabajar a cambio de comida o cogía frutas de los árboles. Me dijo que descubrió lo que era la felicidad, que a lo mejor tenía que vivir siendo pobre, pero no quería perder esos sentimientos. El Camino cambió completamente su vida.

Para mí, era un peregrino de verdad, como en los viejos tiempos. Él tenía 21 años y yo tenía alrededor de 47, como su madre, pero él fue mi profesor. Fue mi inspiración en el Camino. Uno de los peregrinos más memorables y uno de los episodios más tiernos.

— Después de vivir tantas experiencias, ¿ha pensado en escribir otro libro?

— He hecho diferentes rutas, así que quiero escribir otro libro, pero aún no hay planes concretos. Quiero hacer la Vía de la Plata el año que viene o en dos años. Cuando la termine, seguramente empezaré a escribir.

— ¿Le pondrías alguna pega al Camino?

— La compostela. Creo que deberían pedir más distancia porque esos 100 kilómetros desde Sarria son realmente malos. Una amiga llegó a coger un bus a Santiago desde allí. Si lo haces en verano, tienes que levantarte a las 5.00 horas para coger sitio en el albergue público, ni siquiera se dice «buen Camino» porque hay mucha gente. El Camino es para hablar con otras personas, hacer amistades... Pero los peregrinos corren para conseguir sitio en un albergue público, se aceleran para conseguir la compostela y no se preocupan por los demás. Esto no son cosas del Camino.

En cualquier caso, hay que agradecer al gobierno español y, especialmente al gobierno gallego, por el dinero y  tiempo que gastan en mantener este Camino de Santiago. Y a los los españoles, en especial a los gallegos, gracias por vuestro esfuerzo, por la comida y la hospitalidad.

— ¿Conocen Galicia en Corea?

— Antes de venir solo conocen el Camino de Santiago, pero después de hacerlo empiezan a conocer Galicia. Es famosa por la comida, por los deliciosos vinos y por la lluvia también.