Las solicitudes de adopción comienzan a recuperarse tras casi un decenio de caída

b. casal REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Imagen de archivo de un hombre con dos carritos de bebé
Imagen de archivo de un hombre con dos carritos de bebé Sandra Alonso

Las peticiones que llegan a formalizarse siguen, sin embargo, en mínimos

03 abr 2022 . Actualizado a las 10:40 h.

La adopción, sea nacional o internacional, sigue siendo un camino largo, con cambios de criterio por países y con ciertos inconvenientes que desaniman a muchas familias. Poco ha cambiado en los últimos años: las solicitudes siguen bajo mínimos, aunque han crecido en el último año después de casi una década en caída y han registrado la cifra más alta en cinco años (160). Las peticiones nacionales llevaban desde el año 2013 (217) a la baja, hasta alcanzar su mínimo en el 2020 (70). No obstante, tras ese primer año de pandemia han vuelto a subir hasta alcanzar las 95 solicitudes en el 2021. Por su parte, las internacionales han seguido la misma línea y el último número más alto se registró en el 2010, con 364 peticiones. Hace dos años fueron tan solo 31 y el pasado subieron de nuevo hasta alcanzar las 65.

El número de adopciones efectivas se mantiene estable, aunque en mínimos. Las nacionales fueron 57 en el 2011 y en el 2021 se redujeron a casi la mitad (30, diez menos que el año anterior). En ese mismo período las internacionales pasaron de 168 a tan solo 18, tres más que en el 2020.

Estas cifras, a pesar de ser bajas, no implican un mayor número de menores desamparados. O al menos así lo explica el director xeral de Familia, Infancia e Dinamización Demográfica, Jacobo Rey: «Hai menos nenos para adoptar que familias que se ofrecen e iso, loxicamente, é moi positivo». ¿Las razones? Rey apunta varias, como son el descenso de la natalidad («hoxe nacen a metade de nenos en España que nos anos 70, polo que hai menos que precisen de adopción») o las mejoras en los sistemas de protección de la infancia. «Trabállase moito na preservación familiar para facilitar que, na medida do posible, os nenos vivan coas súas familias biolóxicas», explica el director xeral de Familia. Los factores socioeconómicos también cuentan, dado que «a mellores circunstancias, menos abandonos», añade Jacobo Rey.

Antes de que se formalice el ofrecimiento de las familias, estas pasan por unas sesiones formativas y los técnicos de Política Social les aclaran que el proceso rara vez es corto. «Non lles podemos dicir que vai durar un ano porque non é certo. Na adopción máis recente dun bebé a familia levaba en listas desde o 2013. Iso hai que dicilo para non xerar falsas expectativas. E tamén é unha forma de asegurarse de que a xente que segue está moi comprometida», explica Jacobo Rey, que hace hincapié en que «a adopción non é unha forma de acceder á paternidade ou maternidade, senón de protexer un neno que está en desamparo».

Por países

En adopción internacional, los trámites y las condiciones varían según el lugar de origen (algunos países piden solicitantes casados), lo cual complica algunos procesos. Y según la legislación que rige los trámites para España, no se pueden adoptar niños de países en conflicto bélico, como ahora pueden ser Rusia o Ucrania, si bien hace años que no hay adopciones en Galicia procedentes de estos dos países.

Desde el 2000, la mayoría de adopciones internacionales proceden sobre todo de tres estados: Etiopía (833 menores), China (718) y Colombia (337). No obstante, en los dos primeros se concentraron a principios de siglo.

El pico de Etiopía fue en el 2009 (109) y el de China en el 2006 (147), pero desde hace años apenas hay preasignaciones. Las razones son varias, algunas equiparables a las que detalla Rey para el descenso de las nacionales, pero el director de Familia añade otra: el prestigio internacional. «Por que se pechou o fluxo? Pois son decisións soberanas de cada país, pero moitas veces está detrás a imaxe internacional. Se un país é capaz de facerse cargo, non ten que deixar que saian os nenos e iso é reputación», explica.

«Esta es una forma diferente de familia, ni mejor, ni peor»

Mónica y Félix decidieron adoptar hace unos veinte años. Esta pareja ourensana vive hoy con una hija preadolescente y un hijo al que poco le falta para ello. Ambos jóvenes son hermanos biológicos, pero llegaron a Ourense con un par de años de diferencia. «A ella la adoptamos en el 2006, con poco más de dos años, y en el 2008 nos contactaron para explicarnos que había tenido un hermano, que nació después. Él necesitaba una familia y nosotros no tuvimos ninguna duda de que lo mejor era que se criasen juntos», recuerda Mónica, que es trabajadora social y en aquel momento rondaba la treintena.

En su caso, la adopción fue nacional (los pequeños llegaron desde otra comunidad), pero también estaban en listas de internacional. «Teníamos abiertas las dos opciones. Cuando empezamos, China dejó de ser uno de los países de los que más niños salían y al final nos llamaron antes de nacional. Sabíamos que ambos tipos eran muy distintos, pero lo habíamos reflexionado y lo teníamos claro. Nuestra apuesta por la adopción era decidida y, aunque por edad podíamos adoptar bebés, pusimos el máximo en torno a los cuatro años», cuenta Mónica, que aclara que, en su opinión, la adopción es otra forma de acceder a la maternidad.

«Si no buscásemos un hijo, estaríamos en un programa de acogimiento. En esos casos hablamos solamente de solidaridad, pero hay que ser claros: como tantas otras familias, nosotros queríamos tener hijos y apostamos por la adopción», señala, al tiempo que recuerda que «hay otras opciones, como la biológica, pero mucha gente ya lo ha intentado por esa vía o directamente prefiere esta, con la que también ayudas». En otras palabras: «Un niño necesitaba una familia y una familia quería un hijo, pues genial. Además, los servicios sociales siempre miran, sobre todo, por los niños. Al final lo que se busca no es lo mejor para la familia, sino para el niño», apunta.

Naturalidad

Desde el principio, Mónica y Félix trataron la adopción de una forma natural. Tanto con su entorno como con sus hijos, a los que no se les ocultó la adopción. «Es una suerte para todos, no hay que oscurecerlo y en estos años el concepto de familia ha cambiado. Hay quien pregunta delante de ellos que a quién se parecen y ellos mismos dicen que a nosotros no», bromea Mónica. Eso sí, también reconoce que, además de ser naturales, es importante darles herramientas para que afronten ciertas situaciones. «Algún niño, con mejor o peor intención, les dijo que son adoptados y que los encontraron en un contenedor. No puedes protegerlos toda la vida de esos comentarios, sino que tienes que enseñarles cómo reaccionar para que se defiendan de eso».

Con todo, Mónica subraya que «esta es una forma diferente de familia, ni mejor, ni peor que otras», pero que «hay que desmitificar la adopción». En concreto, se refiere a algunas ideas equivocadas de quien quiere iniciar el proceso. «Durante los años de espera para adoptar tiendes a idealizar cómo será todo, pero esto tiene sus cosas. Hay niños que vienen con vidas muy duras detrás, sea cual sea su edad, y eso hay que afrontarlo», concluye.