El gasto en recetas se dispara un 6 % y se sitúa en niveles de hace diez años

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO

GALICIA

Imagen de medicamentos en una farmacia.
Imagen de medicamentos en una farmacia. JOSE PARDO

Hay más de medio millar de fármacos con problemas de suministro. Cada gallego consume de media 25 envases con receta al año

08 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

A partir del 2010, Galicia y el resto de comunidades comenzaron a reducir su gasto en recetas. Primero con el fomento de los medicamentos genéricos, y desde el 2012 por el copago que se impuso a los pensionistas, que hasta ese momento tenían los fármacos gratis. En el 2016 este capítulo volvió a subir de forma progresiva, y en estos momentos la factura está en niveles del 2011. De hecho, el año pasado este gasto aumentó casi un 6 % en Galicia (un 5,89 %), hasta situarse en los 781 millones de euros.

La subida estatal fue del 6 %, y aunque todas las comunidades elevaron su gasto, hubo diferencias significativas entre autonomías como el País Vasco, con solo un 2 % de incremento, o Andalucía, en donde casi se llegó al 8 %. Parte de este aumento se debe a que se consumieron más medicamentos con prescripción. En Galicia fue un 3,4 % más, 67 millones de envases en todo el año, lo que significa que cada gallego consume de media 25 envases con receta al año. El coste por receta se sitúa en 11,62 euros de promedio, una cifra similar a la del conjunto estatal.

La tendencia se mantiene al alza, ya que en enero del 2022 el gasto subió más de un 8 % si se compara con enero del 2021. En el acumulado interanual este aumento se mantiene, con casi un 7 % más de facturación.

También sigue el desabastecimiento de fármacos, una situación que obedece a numerosas causas, como la deslocalización de la industria farmacéutica o el bajo precio de los medicamentos, lo que provoca que algunos laboratorios dejen de fabricarlos. Actualmente hay 530 fármacos con problemas, entre ellos principios activos tan conocidos como algunas presentaciones de ácido acetilsalicílico, de los antibióticos más utilizados (amoxicilina, amoxicilina con ácido clavulánico o azitromicina), protectores estomacales o anticonceptivos orales. En la mayoría de los casos existen alternativas con la misma composición y vía de administración, y en otros se está haciendo una distribución controlada para evitar un mayor desabastecimiento.

En otros casos, cuando la falta de este fármaco puede suponer un problema sanitario y afectar a pacientes, la Agencia Española del Medicamento (AEMPS) habilita medidas extraordinarias, como comercializar envases de otros países sin adaptarlos al castellano. Es el caso del inmunosupresor Rapamune, de Pfizer, para personas que han recibido un trasplante de riñón.

En la mayoría de las ocasiones, los problemas de suministro son puntuales y la fecha prevista para volver a la normalidad es de tan solo unos días. En otros casos se alarga varios meses, y finalmente hay laboratorios que desconocen cuándo podrán retomar la distribución del fármaco. Es el caso, por ejemplo, de la metilprednisolona Normon (para intoxicaciones o shock anafiláctico), Liposit (para tratar niveles altos de grasa en sangre) o losartán, para la hipertensión.

Precisamente para evitar el desabastecimiento de medicamentos, un problema que empezó mucho antes que la pandemia, el Parlamento Europeo apoyó hace unos meses la creación de una base de datos europea de suministro de fármacos y productos sanitarios, con información en tiempo real y siguiendo el modelo español. La iniciativa partió del eurodiputado gallego del Partido Socialista Nicolás González Casares.