Mónica P. Vilar
Cuenta el investigador Carlos Babío que a mediados del siglo XX un representante de la Biblioteca Nacional viajó a Meirás y revisó la colección de libros de Emilia Pardo Bazán. Concluyó que no tenía gran valor «porque os libros non eran moi antigos e a maioría estaban encadernados en rústico», explica la académica Marilar Aleixandre, coordinadora de la programación con la que la RAG conmemorará el año que viene el centenario de la muerte de la autora de Los pazos de Ulloa.
El informe que defiende la declaración BIC de su legado bibliográfico demuestra que se equivocaba. La colección atesora importantes primeras ediciones, entre ellas algunas de Voltaire del siglo XVIII, y otros libros que son joyas por su escasa presencia en otras bibliotecas. Es también el testimonio de un período histórico e incluye libros que le enviaban autores hoy consagrados, pero que entonces remitían a la gallega, destacada crítica literaria, algunas de sus primeras obras, como las Rimas de 1902 de Juan Ramón Jiménez. Más de uno llegó a sus manos en forma de manuscrito y dedicado.