Jesús Quiroga: «No entiendo mi vida sin bailar»

GALICIA

JOSE PARDO

A lo largo de casi 40 años evolucionó desde la danza clásica hasta las propuestas más contemporáneas; ahora ejerce, sobre todo, la docencia, pero no ha dejado de actuar

20 ene 2022 . Actualizado a las 21:18 h.

«Un bailarín no es un deportista —dice Jesús Quiroga—. Es un creador. Y yo no voy a pretender ahora tener la misma condición física que hace treinta años, pero cuando me subo a un escenario todo en mí se convierte en danza, y noto que eso llega al público. Incluso tengo la impresión —subraya— que mi conexión con los espectadores es más intensa que antes».

Nacido en Cartagena en 1968, pero vinculado desde niño a Ferrol, está a punto de cumplir 40 años sobre los escenarios. Procedente del mundo de la danza clásica («casi todos venimos de ahí», comenta), Quiroga se inició en el mundo del arte en Galicia, pero en los años 80 se trasladó a Madrid para continuar con su formación en centros como el Instituto Nacional de Artes Escénicas y Musicales y la Escuela del Ballet Nacional de España. Regresó a Galicia en 1995.

Como bailarín, y también como coreógrafo, ha ido experimentando una constante evolución hacia «propuestas cada vez más personales» en las que la danza ha dialogado con otras artes. Especialmente con la poesía. Gran lector, fiel devoto de Rosalía de Castro —que ha inspirado varios de sus trabajos—, Quiroga defiende la necesidad de buscar nuevos caminos para la danza, «yendo siempre más allá de lo consabido».

Ahora es profesor del Conservatorio de Danza de Lugo, a la vez que dirige su propia academia, Mundodanza, y también la compañía que lleva su nombre. «En lo que a las actuaciones se refiere —dice Quiroga—, el parón provocado por el coronavirus ha sido terrible. Nos ha hecho muchísimo daño, como a tantos y tantos sectores. Pero confiamos en que ahora, poco a poco, regrese al fin la normalidad». De hecho, confiesa que ya está pensando «en varios proyectos nuevos». «No podría entender mi vida sin bailar —recalca—. Cuando bailo me adentro en las raíces del mundo y al mismo tiempo viajo a través de mí mismo. Por eso no me pongo fecha para abandonar los escenarios. En realidad no la hay.»

«Bailar será mi forma de existir —asegura— hasta el final de mis días. Cuando mi vida esté llegando a su fin, y aunque apenas pueda mover ya una mano, esa mano bailará hasta mi último aliento, y la danza me acompañará en el final del camino». A día de hoy, y con la mirada puesta en el futuro, dice que se siente especialmente satisfecho de proyectos como su colaboración con el grupo Milladoiro, por cuya música siente una profunda admiración. Y subraya que sin renunciar a su condición de creador, también se siente cada vez más realizado en el mundo de la docencia: «Yo vivo muy intensamente todas mis clases. Enseñar no es para mí una mera ocupación laboral, sino algo bastante más profundo». Da sus clases bailando: «No podría enseñar de otra manera».