Entre esas medidas está, por ejemplo, la contratación de 86 doctores jubilados para ayudar en el seguimiento telefónico de los infectados de coronavirus. También la apertura a la contratación de médicos sin especialidad, que se espera incorporar en febrero como técnicos de salud para apoyar a los ambulatorios en trámites burocráticos. Comesaña citó otras actuaciones como el hecho de que ahora se consideren válidos los positivos registrados con test de autodiagnóstico que hacen los ciudadanos en sus casas sin tener que hacer una prueba de confirmación, prueba que antes solicitaba el médico de cabecera. También aseguró que la mayor parte del rastreo de casos no lo han ejecutado los médicos de cabecera sino la Central de Seguimiento de Contactos. Afirmó, asimismo, que «a vacina quedou fóra do ámbito de atención primaria» porque se está haciendo en los vacunódromos, aunque muchas vacunadoras son enfermeras de centros de salud.
Ángel Paniagua
Durante su convalecencia por covid-19, Antonio intentó comunicar su positivo llamando al teléfono del coronavirus, al centro de salud, al hospital y a todos los números que encontró del Sergas. Su médica de cabecera contactó con él siete días después. «Te llamé por la baja...—le dijo él—, pero lo que necesito ahora ya es el alta». La sexta ola de la epidemia de covid-19 ha colapsado la atención primaria gallega que, en realidad, ya estaba en situación de «saturación», según admitió en verano el propio conselleiro de Sanidade. Los centros de salud han atendido desde noviembre hasta ahora a 130.000 infectados de coronavirus. Más el resto de enfermos. Hace dos años, cuando el Sergas ya reconocía la sobrecarga de la primaria, no había ninguno de esos 130.000. La plantilla apenas ha variado, y las bajas se han disparado.
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