La atención primaria, desbordada: «Se nos están escapando otras dolencias»

GALICIA

Una enfermera atendiendo por una ventana en un ambulatorio de Vilagarcía, este pasado jueves
Una enfermera atendiendo por una ventana en un ambulatorio de Vilagarcía, este pasado jueves Martina Miser

La sexta ola del covid ha desbordado la atención primaria, con miles de pacientes y el mismo personal; la calidad de su trabajo se resiente, admiten médicos consultados en toda Galicia, ahogados por la burocracia

16 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Durante su convalecencia por covid-19, Antonio intentó comunicar su positivo llamando al teléfono del coronavirus, al centro de salud, al hospital y a todos los números que encontró del Sergas. Su médica de cabecera contactó con él siete días después. «Te llamé por la baja...—le dijo él—, pero lo que necesito ahora ya es el alta». La sexta ola de la epidemia de covid-19 ha colapsado la atención primaria gallega que, en realidad, ya estaba en situación de «saturación», según admitió en verano el propio conselleiro de Sanidade. Los centros de salud han atendido desde noviembre hasta ahora a 130.000 infectados de coronavirus. Más el resto de enfermos. Hace dos años, cuando el Sergas ya reconocía la sobrecarga de la primaria, no había ninguno de esos 130.000. La plantilla apenas ha variado, y las bajas se han disparado.

Tal vez A Guarda sea el compendio de la tormenta perfecta: 10.000 habitantes, 250 contagiados en dos semanas. El centro de salud tiene ocho médicos y lleva años con varias plazas sin cubrir. Esto es previo al covid. Pero a esa agonía se suma la pandemia. De ocho médicos, ahora hay cuatro. «Xa hai meses, cando cheguei, atopaba casos de diabetes descontroladas e diagnostiquei algunha en estado avanzado», cuenta el médico Álvaro Lamas. Sin doctores, el seguimiento de la patología crónica se empobrece. Con el colapso por el covid, empeora. «Sen dúbida, escápansenos casos que non son covid. Damos unha atención de menos calidade, notámolo, e iso é moi frustrante», reconoce.

 Es una situación extrema. Pero esa sensación de no dar abasto ocurre en muchos otros lugares. «Si, están quedando outras cousas sen atender, atrásase todo», confirma Ramón Veras, del ambulatorio San José, uno de los mayores de A Coruña, con una veintena de doctores. A estas alturas, outras cousas significa todo lo que no es coronavirus. El médico de familia percibe que vuelve a haber ciudadanos que no acuden al centro de salud por la saturación, y eso puede ser peligroso. Sin rapidez y accesibilidad no hay atención primaria.

  Pero es que el coronavirus ha vuelto a impedir que los centros de salud se planifiquen. Aunque las citas tardan más, la ciudadanía puede pedirlas libremente. Los casos de covid son como las urgencias: surgen cuando surgen y no se deben demorar. Entonces, se insertan a mayores en las agendas de los médicos, que ya están llenas. «Sobre 50», dicen prácticamente todos los doctores consultados cuando se les pregunta cuántos pacientes atienden cada día.

A veces muchos más. El centro de salud de Navia, en Vigo, fue uno de los 14 a los que el Sergas ordenó la semana pasada que solo viesen covid y urgencias, aunque no lo hicieron. «Estábamos con agendas de 80 o 90 pacientes al día», señala Gonzalo López Vilar. Ahora ya solo tienen de baja a un médico de ocho, y han bajado a 50 pacientes. Las agendas ideales diseñadas por el Sergas son de entre 32 y 40 enfermos. «Estamos desahogados», se anima López Vilar. Hay palabras cuyo significado se ha ido difuminando en esta sexta ola.

Acceso a un centro de salud en Santiago
Acceso a un centro de salud en Santiago XOAN A. SOLER

Cuando hay pocos médicos las urgencias se sobrecargan. En Ponteareas tenían cinco doctores por la tarde y ahora no hay ninguno. «Cuando llegamos a abrir a las tres de la tarde ya hay gente fuera esperando», dice Esther López, médica del punto de atención continuada. «Estamos haciendo cosas que nunca hicimos, como dar bajas desde el PAC o el seguimiento de positivos que están en casa», abunda.

En el centro urbano de Ourense, Xosé Luís Muíño resume la sexta ola como «unha sobrecarga de cousas banais, con moitísimo traballo moi tedioso». En tiempos en los que ya se habla de endemia para referirse al covid —su transformación en una enfermedad habitual y de baja intensidad—, el jefe de servicio del centro de salud de Mariñamansa recuerda que la atención primaria tiene otros «problemas endémicos» que son viejos conocidos. El mayor es la burocracia: «Os médicos debemos facer medicina, e as enfermeiras, enfermaría; non burocracia». Los trámites ahogan a los médicos. Bajas, altas, cubrir formularios... Explicar los protocolos y el aislamiento a cada positivo, pedir pruebas a quienes tienen síntomas, preguntar por los contactos estrechos. Poca medicina.

«Estamos desbordadísimos desde todos los puntos de vista», dice Manuel González, médico en el centro de Pereiro de Aguiar, «pero es que la atención primaria ya se colapsaba por la gripe todos los años; el covid es la gota que colma el vaso».

Colas para pedir citas en el ambulatorio de Rosalía de Castro, en Vigo, el jueves
Colas para pedir citas en el ambulatorio de Rosalía de Castro, en Vigo, el jueves M.MORALEJO

La Consellería de Sanidade ha tomado algunas medidas para reducir esa carga. «Dende o primeiro momento pretendemos protexer a atención primaria descargándoa de tarefas», señaló el viernes el conselleiro, Julio García Comesaña. El protocolo de seguimiento de enfermos ahora es más ligero, con solo dos llamadas durante la convalecencia, si es leve. Acaba de incorporar a 86 médicos jubilados para que hagan el seguimiento de los pacientes de covid, y a partir del próximo mes espera dotarse de medio centenar de médicos sin especialidad, llamados técnicos de salud, para que se ocupen de toda la burocracia. «Aplicamos todas las medidas que tenemos en nuestra mano», justifican en Sanidade, «y hemos puesto en marcha actuaciones innovadoras». Ninguno de los consultados las critica, pero todos creen que de momento les alivian poco.

«Pregúntannos se estamos fatal, pero é que eu entre infinitos non distingo», ironiza Carlos Eirea, médico en Bueu, para expresar que la sexta ola ha roto una primaria que ya estaba rota. Porque la coge en medio de una crisis existencial que dura años, en la que se han hecho muchos diagnósticos... y se han aplicado pocos tratamientos.

Sofía Liñares, del Illas Canarias de Lugo
Sofía Liñares, del Illas Canarias de Lugo ÓSCAR CELA

En Lugo ensayan un modelo para «sacar el coronavirus de la consulta»

En los últimos días, el centro de salud Illas Canarias de Lugo ha probado a reorganizarse para afrontar lo que la jefa de servicio, Sofía Linares, define como «el colapso de la atención primaria». Como todos los días todos los médicos tienen muchos positivos, se les ha ocurrido que cada jornada uno de los facultativos haga horas extras (una prolongación de jornada) para absorber todas las consultas sobre el covid: seguimiento, bajas, altas e información. A su centro se ha incorporado uno de los médicos jubilados que han sido contratados para el coronavirus, a media jornada. Entre los dos absorben casi todo el trabajo relacionado con la epidemia y los casos extras que llegan se los reparten los demás.

Todos los médicos rotan por esa función algún día, pero las demás jornadas están más liberados. «Queremos sacar el coronavirus de las consultas ordinarias», resume la médica. Han hecho la prueba en los dos últimos días y han notado un gran alivio. Es cierto que es un centro de salud mediano (11 médicos) y que tienen el refuerzo del jubilado.

Sofía Linares no ve claro cómo se va a dar la baja y el alta a la vez. Recuerda que el aislamiento son siete días siempre que los últimos tres no haya síntomas. «Eso tiene que valorarlo un médico», dice.

De bajas laborales a informes para adopciones 

El médico Manuel González, de O Pereiro de Aguiar, asegura que el 60 % de su jornada la dedica a la burocracia. A continuación se muestran algunos de los trámites que hacen los doctores de cabecera, facilitados por este profesional.

INCAPACIDADES. Bajas y altas. Cada una puede llevar unos cinco minutos. Partes de confirmación. Un paciente que esté en un tratamiento largo tiene que ir periódicamente al médico de cabecera a pedir partes de confirmación de la baja, aunque su caso lo gestione un especialista del hospital.

INFORMES DE SALUD. Certificados para ingresos en residencias. Informes de invalidez. Informes para dependencia. Justificantes para colegios. Informes de salud para guarderías. Informes de salud para contratos: de profesores, bomberos... Informes de salud para pacientes que quieren practicar deporte. Informes para adopciones.

INFORMES PARA OTROS SANITARIOS. Informes para el paciente por consultas del hospital. Derivación al especialista. Derivación de pacientes que ya han ido al hospital. 

RECETAS.  Tratamientos largos. Si el hospital pauta un tratamiento de varios meses y solo genera una receta para un mes, el paciente la renueva en primaria. Medicamentos especiales. Como son caros, hay que justificar por qué se prescriben. El problema es que cada vez que se renueva la receta hay que justificarlos de nuevo.

VÍTOR MEJUTO

«Co teléfono automático tárdase moito e o de Internet non o entendo»

Médicos y pacientes sobrellevan la sobrecarga asistencial con resignación en centros de salud de todos los tamaños

J. C/M. C./R. D.

Pepe es un señor de 77 años que sale con mucha tranquilidad del centro de salud de A Laracha (A Coruña) después de pedir cita para que el médico vea a su mujer. No tiene mucha urgencia. De hecho ha pedido la cita para dentro de cuatro días y se la han dado sin problema. Visita breve resuelta por el personal no sanitario en pocos minutos: «Hoxe hai pouca xente, pero o outro día había quince ou vinte». Efectivamente, hoy apenas hay pacientes en la cola. Pepe podía haberse ahorrado la visita al centro de salud y pedir la cita por Internet, o por teléfono: «Pero é que o do teléfono é automático e tárdase moito. E o de Internet non o entendo», así que este usuario se ha lanzado a lo seguro, que es la presencia física en el centro de salud, de donde sale con la cita sí o sí. No es un caso único, mucha gente de la generación de Pepe reniega de la atención telefónica automática porque hablar por teléfono con algún humano en el centro de salud hace algunas semanas que es realmente difícil.

Al poco tiempo sale otro usuario que es el ejemplo contrario. Pedro tiene 30 años y tenía que solicitar unos análisis de sangre. «Pensaba que esto iba a estar saturado y pedí la cita por Internet».

—¿Cuándo?

—Hace 10 días

Está claro que Pepe, con su paseo hasta el ambulatorio salió mejor parado que Pedro, que tendrá que esperar 12 días para hacerse los análisis, un plazo muy razonable.

En general, el personal que entra y sale en este pequeño centro de salud consigue sus citas para que los vea el médico de cabecera en un plazo medio de una semana. Y las cosas han ido mejorando en los últimos días, porque la semana pasada la cosa estaba más complicada.

A pocos kilómetros de allí, en Carballo, el centro de salud está mucho más animado. Dentro hay una cola de al menos quince personas esperando para cita en el mostrador. No solo para el médico de cabecera, sino también para algunas especialidades. En el exterior, unos salen satisfechos y otros no tanto: «Me han dado cita para hacerme unos análisis ¡el 23 de febrero!» lamenta Martía de 71 años. Desde luego un plazo mucho menor que el usuario que tenía delante en la cola, que pedía cita para el otorrino y se la han dado para dentro de un año.

El trasiego es notable pero las citas para el médico de cabecera funcionan mejor: «A mí me la daban para el día siguiente —explica Clotilde—, pero la pospuse para un día más tarde. Acabo de salir y ha ido todo fenomenal». Ha sido atención presencial porque quería que el médico viera un lunar que la asustaba. «Me ha dicho que no es malo y que no tengo que volver». Cerca de allí, una pareja con un bebé de dos meses ha tenido que esperar una semana para que lo viera el pediatra: «No era urgente», dice el padre del bebé. Meno mal.

Nadie parece tenerle mucho miedo al covid, casi todos tienen problemas que les preocupan más. ¿Está el centro de salud saturado, desbordado? Otro usuario nos pone en situación: «Non crea. Isto xa estaba así antes do covid».

Pablo Deramond, médico en A Rúa
Pablo Deramond, médico en A Rúa

Estrés en A Rúa (Ourense)

En Ourense, Pablo Deramond dice que cada día atiende a una media de 60 pacientes. Hay días que llega hasta los 70. La mitad acuden a su consulta en el centro de salud de A Rúa de Valdeorras y al resto les llama por teléfono. Eso no agiliza, en muchos casos, los tiempos. «Las consultas telefónicas alivian en caso de recetas, pero hay otras que son muy latosas y que llevan mucho tiempo», esgrime. Las jornadas son maratonianas. «Es imposible acabar. Empiezo a las ocho de la mañana y a las tres de la tarde me quedan diez o quince pacientes por llamar o por ver. Y todos los días nos queda gente que no podemos llamar hasta el otro», cuenta. Es una situación que lleva prolongándose demasiado tiempo y que les ha llevado a pasar por etapas muy duras en el centro. Recuerda mañanas en las que al llegar el personal administrativo estaba llorando del estrés acumulado; o de cómo la situación llevó a un compañero a sufrir un infarto el año pasado. «Y era algo que veías venir, porque hemos pasado períodos muy duros», relata. En su caso, reconoce tener una capacidad «tremenda para aguantar el estrés». «Soy capaz de salir de aquí y relajarme; pero salgo agotado», razona; sobre todo porque «hay cosas que no puedes solucionar del día a día de las personas que no tienen covid». Se explica: «Cómo le vas a solucionar un señor que está con dolor si le dan vez para hacerse una prueba en diciembre?». Por eso lo tiene claro: se jubila en abril (al cumplir los 66 años y dos meses). «Esto es insoportable. Me encanta la profesión, pero me tiene cansado la situación de no poder hacer una medicina como la de antes. Me voy amargado al ver en lo que nos ha metido este virus».

Colas en el centro de salud de Os Mallos, en A Coruña, en enero pasado
Colas en el centro de salud de Os Mallos, en A Coruña, en enero pasado ANGEL MANSO

Sobrecarga en A Coruña

En A Coruña «Hay días», resuelve David Bouza, médico de atención primaria en el centro de salud de Elviña, en A Coruña, cuando se le pregunta por el impacto de esta ola en su trabajo habitual. «A veces tenemos la sensación de que sí, de que el covid nos come, pero ahora ya menos”, dice. Sobre todo, como sucedió en su servicio, en los días en que tres de los cinco médicos de la mañana cayeron también contagiados.

Su agenda está diseñada en principio para 36 pacientes en una mañana. «La agenda lo aguanta todo, siempre fueron y son más. Las citas programadas son el 60.-70% del trabajo, pero esto es la consulta de un médico y no todo se puede programar. El jueves tuve 48, pero semanas atrás tuvimos días de más de 60». El día comienza para él con el listado de los pacientes covid, al que se van sumando casos no detectados por la central del covid, y en la que se superponen las primeras llamadas para los nuevos positivos, con las de seguimiento a los que llevan varios días de evolución para ver cómo van, y también las de rigor al término del confinamiento para ver si pueden o no recibir el alta.

Opina el especialista, con décadas en la profesión, que el sistema se resiente por «múltiples factores». «Yo hablo por mí y por mi centro, no tengo la sensación de estar desbordado, sí sobrecargado, más de lo que ya estábamos, pero no desbordado». Algo que, reconoce, viene de atrás. Por lógica «estamos más cargados de lo que ya solíamos estar porque a lo de siempre se ha sumado el covid», dice antes de puntualizar que aún así «a veces la desesperación no se corresponde con la gravedad: la inmensa mayoría de los casos no son graves; hoy (por el viernes) tengo 28 pacientes covid y ninguno está hospitalizado. Hay que hacer un llamamiento a la sensatez por parte de todos, esto no es la primera ola, no hay muertos por las aceras, ya tuvimos momentos peores», incide gráficamente.

 ¿Por qué entonces las quejas? Valora que «ahora mismo uno de nuestros problemas, por lo que nos dicen los pacientes, es que hay un decalaje en la comunicación de los casos, de algunos nos llega la notificación para llamarlos a los tres días, porque la avalancha de contagios ha desbordado el teléfono del covid, entonces el paciente, que muchas veces se hace el test en casa y da positivo, se busca la vida, te llama, manda a su marido o a su hijo a decírtelo… pero claro, si estás confinado y no tienes a nadie y necesitas la baja ya, tienes un problema». Y aquí llega otro de los obstáculos que, a su juicio, enrarece todo un poco más: las dificultades para contactar con el centro de salud sin tener que ir físicamente, ya sea por teléfono, ya sea a través de la web. «El usuario más moderno, el que utiliza las nuevas tecnologías, es el que tiene la peor percepción, porque cuando abre la web para pedir cita, allí no están todos los huecos; el mejor sistema sigue siendo acudir al mostrador. No todos los centros son iguales, ni todos los cupos, pero yo estoy dando citas como mucho para dentro de dos o tres días y si es algo urgente, se fuerza la consulta en el día», asegura.

Los datos del área sanitaria de A Coruña indican que el 75 % de los médicos tienen huecos para atención por enfermedad en menos de dos días y el 91 % en menos de cuatro. La misma espera de cuatro días que tiene el 70 % para recetas, algo para lo que la dirección sanitaria solicita a la ciudadanía que, en estas circunstancias, no espere a la última pastilla para renovar su medicación e intente pedirla con una semana de antelación.

En el centro de Bouza trabajan 5 facultativos de mañana y 3 de tarde, además de los residentes. «Gracias a ellos hemos aguantado mejor», apunta. Considera que el ambulatorio tendría que contar con «un par de médicos más». A su lado, la joven Noelia Veiga, residente de segundo año, asegura que «hace falta más personal. Me da la sensación de que por gestionar el covid me estoy perdiendo ver más patología, más crónicos, lo que me aportaría más a mi aprendizaje». Ella, entre otras funciones, colabora en el seguimiento del aluvión de la pandemia. A los pacientes covid, se les llama al menos al inicio y al final de la infección, siempre y cuando no tengan síntomas preocupantes, y desde el centro se gestionan también las bajas laborales «como hacemos con cualquier otra patología, forma parte del proceso», agrega Bouza.

La oferta de consultas presenciales en el conjunto del área sanitaria de A Coruña es del 60 %, aunque el impacto de este último embate ha reducido la demanda física a favor de la telefónica. «Nunca he dejado de ver a los pacientes, ni en esta ola ni en las anteriores», insiste este doctor sobre la presencialidad, su modo de atención natural por múltiples factores, incluido el hecho de que por teléfono no siempre se logra contactar a la primera con el enfermo. «El teléfono para nosotros es peor sistema, más engorroso en todos los sentidos».

«Es una simplificación decir que el sistema ha estado cerrado, nunca lo ha estado, otra cosa es que se haya centrado en el covid», recalca un facultativo que alude a las prioridades. Bien es cierto, reconoce, que «mucha gente, con la que está cayendo, no viene al centro, aunque tú le ofrezcas la consulta presencial», y le preocupa que la pandemia «rompa el circuito natural de la demanda» y también le inquieta el retraso en pruebas para el diagnóstico provocado por los picos del covid. Aunque en los peores momentos «intentábamos mantener la atención a los crónicos y detectar a los agudos que necesitaban valoración», explica, «hay un retraso en el manejo de la patología no covid, no soy capaz de decir qué impacto puede tener, lo veremos a medio plazo, pero cuando se habla de que hay una sobremortalidad, por mucho que digan políticos de uno u otro signo, el dato está ahí y hay que analizarlo, y algo tendrá que ver con la pandemia».