El primer AVE que sale de Galicia llega más que puntual: dos horas y 13 minutos entre Ourense y Madrid

Pablo González
pablo gonzález OURENSE-MADRID / LA VOZ

GALICIA

El tren que estrenó la alta velocidad no alcanzó la mitad de ocupación, pero las frecuencias de vuelta desde Madrid están completas

21 dic 2021 . Actualizado a las 20:33 h.

Las caras de sueño van apareciendo antes de las seis de la mañana en el vestíbulo de la estación de Ourense. Los primeros viajeros se sientan en la sala de espera o hacen cola para pasar por el control previo a acceder a los andenes. El vestíbulo de la estación está en la penumbra, la terminal aún se está preparando para los AVE madrugadores, que llegan a Madrid a las 8.45 horas. El primer AVE en servicio comercial que sale de Galicia lo hace puntual, a las 6.30 horas, después de pasar el control de equipajes. Diez minutos después pasa por Taboadela, muy cerca del cambiador de ancho por el que deben pasar los Alvia. A partir de este momento el tren inicia el proceso para aumentar la velocidad, superando los 200 por hora. Empieza a notarse el rebufo de los primeros túneles. La velocidad máxima no se alcanza hasta las siete y ocho minutos de la mañana, muy cerca ya del límite con Zamora. Se queda en los 299 por hora, pero poco después supera ligeramente los 300, tal vez por la inercia en una zona con una ligera pendiente descendente. El sistema ERTMS, que controla la velocidad en todo momento, le impide superar ese registro pese a que podría llegar a los 330 por hora, una velocidad por ahora no homologada en las líneas españolas.

José Otero Guede es uno de esos viajeros globales que lo ha probado todo. El AVE no es desconocido para él, ya lo ha utilizado para ir a otras ciudades del país. Es ourensano, se crio en Venezuela y fue el director del centro gallego de Puerto Rico. Ahora vive en Florida, adonde volverá para pasar la Navidad con su familia. «Esto se tenía que haber construido antes, pero la montaña ourensana es muy dura, hay mucha piedra, y había que invertir mucho dinero», asegura con un acento sudamericano que es un cóctel de distintas latitudes.

El viajero José Otero Guede, ourensano criado en Venezuela, volverá a Florida para pasar la Navidad en familia
El viajero José Otero Guede, ourensano criado en Venezuela, volverá a Florida para pasar la Navidad en familia Miguel Villar

El primer tren de alta velocidad estricta que sale de Galicia va medio lleno, apenas 160 personas de las 353 plazas que tiene el AVE S-112. La demanda es mayor en los viajes de vuelta desde Madrid, que vienen completos. Las frecuencias del resto de la semana tampoco tienen plazas libres. En el primer día de funcionamiento de la línea de alta velocidad a Galicia la utilizarán cerca de 5.000 personas. Adrián Carrilano es una de ellas. Es valenciano. Vive en Sabuguido, una aldea de Vilariño de Conso, donde cultiva castaños. «Empecé con las ovejas, pero es una vida muy esclava», comenta. Adrián compró con antelación los billetes y le salieron por 40 euros hasta Valencia, siempre en alta velocidad. Aprovechó las ofertas y cruzará todo el país a un precio y unos tiempos muy competitivos. El problema es cómo llegar desde Vilariño de Conso hasta la estación de Ourense. Le trajo un vecino en coche en un viaje que duró más de una hora. Su experiencia refleja el problema de comunicaciones de la Galicia dispersa y rural, en la que lleva viviendo ya tres años. Como lo que les pasó a cinco viajeros que esperaban al primer Alvia que debía parar en la nueva estación Porta de Galicia, en A Gudiña, sobre las ocho de la mañana. Al parecer, el control de circulación le obligó a circular por la vía general, y no por la desviada que circula por los andenes de la estación. Son los desajustes propios del primer día de puesta en servicio. Personal de Renfe iba a intentar localizarlos para que cogieran el Alvia de las 10.30 horas, pues los AVE no paran en A Gudiña. Solo en Zamora. Adrián, que viaja con su perrito, se despide. Es uno de esos colonos de la Galicia vaciada a los que hay que desear que todo le vaya bien.

Miguel Villar

Cuando empieza a amanecer, sobre las ocho y 10 minutos de la mañana, el tren se está acercando ya a Segovia. Es curioso cómo un país se vuelve tan pequeño gracias a la velocidad. En uno de los 12 coches del AVE, viajan Rosa Díaz, Rosa Miguélez y Francisco Pombo. Van a pasar el día a Madrid y volverán en el tren de las ocho de la tarde. Rosa Díaz es la directora de la Biblioteca del Ministerio de Cultura en Ourense. «Vamos a terracear y a callejear, pero aprovechando el viaje se nos ocurrió visitar el cementerio civil y poner unas rosas rojas en la tumba de Almudena Grandes. Era una escritora muy cercana a sus lectores, y muy leída en nuestra biblioteca. Creemos que se lo merece», explica. Rosa posa con sus rosas rojas al lado del tren que la trajo a Madrid, evidenciando que el AVE también puede servir para cumplir pequeños sueños.

Francisco Pombo y Rosa Díaz, con las rosas rojas que van a depositar en la tumba de Almudena Grandes
Francisco Pombo y Rosa Díaz, con las rosas rojas que van a depositar en la tumba de Almudena Grandes Miguel Villar

Con solo 22 años, Iván también se sacó un billete de ida y otro de vuelta para el mismo día. En su caso, el viaje es un paseo hacia la capital que pretendía guardar entre sus recuerdos vitales. En el coche cafetería cuenta que quería viajar en el primer AVE que partía desde tierras gallegas. «Ayer viajaron en este tren el rey y el presidente del Gobierno, Quería estar en este momento histórico», explica. Los trabajadores de Renfe —algunos como viajeros— no disimulan su satisfacción por el momento, como si ellos fueran los que más esperaran esta explosión de ilusión por los trenes en Galicia.

El tren llegó dos minutos antes de la hora establecida, más que puntual. Poco después una enorme fila de viajeros se dispone a coger el tren de vuelta, entre ellos el modelo ourensano Miguel Iglesias, que viene cargadísimo de equipaje, de vuelta a su casa en Ourense desde Nueva York. Lo local y lo global se entrelaza en estos trenes. «Ya ves. Es una casualidad, pero voy a estrenar el AVE a Galicia. Me hace mucha ilusión», comenta. Un poco más adelante, una mamá intenta introducir el cochecito de su bebé en el tren. Es Isabel, un bebé de tres meses, la viajera más joven de la alta velocidad gallega. Cuando sea mayor pensará que los AVE siempre han estado aquí.

Un equipo técnico está pendiente de las incidencias en los primeros viajes

 

El AVE S-112 inicia los viajes comerciales en una línea de nueva construcción. Pueden surgir imprevistos técnicos que hay que solucionar. Para ello hay personal de Renfe que está pendiente de todas circunstancias, y preparado para solucionarlas si está en su mano. Juan Antonio González, de 36 años, es el responsable técnico del tren, el que debe solventar estos eventuales problemas. Con una mascarilla de Talgo, evidencia cuáles son sus preferencias en lo que respecta al material rodante. «Es increíble que los españoles no presumamos de esta tecnología española. Los trenes Talgo están por todo el mundo y funcionan perfectamente, con una larga vida útil», explica. El técnico de Renfe explica que el AVE S-112 es un tren con una gran fiabilidad. «Apenas tuve una incidencia importante en todos los años que llevo en estos trenes. Es rarísimo que pase algo», constata.

La apertura de una línea de alta velocidad es un acontecimiento para los aficionados al ferrocarril. Muchos de los viajeros que usaron estos trenes los primeros días son grandes amantes de este medio de transporte. Cualquiera de ellos puede recitar las prestaciones técnicas de estos trenes, que con sus doce coches y las dos cabezas motrices mide unos 200 metros. También están versados sobre las condiciones de la línea y las dificultades para construirla. Hay un cierto turismo ferroviario atraído por la inauguración.

Sin acceder a la cabina

En otros tiempos, era fácil que los periodistas —o incluso estos aficionados al ferrocarril o jubilados de Renfe— pudieran acceder a la cabina del maquinista. Pasó por ejemplo cuando se estrenaron los Alvia S-730 híbridos, los que todavía continuarán circulando hacia las ciudades como A Coruña, Vigo, Lugo, Santiago o Ferrol. «Ahora no podemos acceder a la cabina del maquinista en ningún caso. Es tal vez una consecuencia del accidente de Angrois. Se pretende que no haya nada que pueda molestar o despistar al maquinista», explican fuentes de Renfe.

Cuando el AVE llega a la estación de Chamartín, también conocida ahora como Clara Campoamor, el maquinista sale sonriente de la cabina. Se llama a Aimar, es navarro, pero lleva ya unos años en la residencia de Ourense, como se llaman las adscripciones territoriales de los conductores de trenes. «Xa falo galego, son moitos anos alí», comenta. Cuando se le pregunta por el tren, lo tiene muy claro. «Esto es otra historia, otro mundo. Nada que ver con lo que había antes», explica satisfecho.