«Llevo el tren en la sangre»

GALICIA

CARLOS CORTÉS

El ferrocarril modeló en Galicia poblaciones enteras y proporcionó empleo a varias generaciones de familias

19 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Las cuatro personas que salen en la imagen superior son de Monforte. Son ferroviarios y familiares de ferroviarios. Mucho antes de la alta velocidad, el tren ya modelaba en Galicia comarcas enteras, hacía prosperar poblaciones que en su momento estuvieron en el lugar elegido para hacer pasar las vías, y aceleraba el declinar de otras que no habían tenido esa suerte. El ferrocarril proporcionaba riqueza por su trasiego de mercancías y personas, pero también con el empleo que generaba y que muchas veces daba de comer a familias enteras, una generación tras otra. Localidades como Monforte no se entienden hoy sin todo lo que trajo el ferrocarril desde su llegada en 1883.

«El primer trabajo que hice como fogonero fue en un mercancías entre Monforte y Ponferrada», recuerda José Gonda sentado en un banco de la estación monfortina. Tiene 89 años y empezó como maquinista en 1954, con solo 20, cuando todas las locomotoras eran de vapor y el trabajo de conducirlas requería, sobre todo, resistencia física. Para palear centenares de kilos de carbón en cada viaje y también para aguantar el calor de la cabina. Su padre había sido maquinista, igual que sus dos tíos. Tenía además dos hermanas. Ellas no se metieron en Renfe, pero se casaron con ferroviarios. Eran de Gondomar y el tren los trajo a los cinco a Monforte. En ese ambiente, no es raro que Gonda no se imaginase de niño haciendo otra cosa que no fuese conducir trenes: «Llevo el tren en la sangre». Y es casi literal.

Gonda lleva ya más de 20 años jubilado. José Luis Rivera, en cambio, se retiró hace solo unos meses. La conducción era más confortable cuando él empezó, pero no tanto como pudiera parecer. El aire acondicionado es un invento relativamente nuevo para los maquinistas. Cuando Rivera se subió por primera vez a una locomotora en 1982 (una diésel ya, nada de carbón), lo que les tocaba era pasar frío cuando hacía frío, y calor cuando fuera apretaba el sol. «Había calefacción, pero non quentaba», recuerda. Les tocaba eso y unos turnos de trabajo difíciles de conciliar con cualquier vida familiar mínimamente ordenada. Rivera tiene 62 años y en sus casi 40 de trabajo para Renfe vio cómo mejoraba el acondicionamiento térmico y la tecnología de conducción, pero no los turnos cambiantes: «Iso mellorou un pouco, pero no fundamental os maquinistas seguen andando ciscados por calquera sitio».

Los maquinistas son los ferroviarios que más viajan, pero casi todos en ese negocio han tenido que moverse por diferentes destinos antes de conseguir la que fue su plaza definitiva. María del Carmen Mondelo es una de las pocas excepciones. A sus 63 años, está en capilla para retirarse como factor de circulación. Cuando empezó en Renfe en 1982 no lo hizo en una oficina como la que usa ahora, sino de peón en el depósito de máquinas de Monforte. Hoy dirige con un ordenador las entradas y salidas de los trenes de mercancías. Hace 40 años se ocupaba ella misma de las maniobras a pie de vía. «En aquella época —explica— había mucha más maniobra, hacían falta dos tractores uno a cada lado de la estación y una brigada de seis personas con cada tractor». Monforte sigue siendo uno de los principales centros del transporte de mercancías ferroviarias en Galicia, pero ese trabajo sobre el terreno lo hace ahora una sola persona por turno.

La actividad a la que se dedicó en Monforte Pablo López durante los años 80 y parte de los 90 no es que haya cambiado o se haya visto reducida, sino que directamente ha desaparecido. Él fue el último director del economato local de Renfe. Pablo tiene ahora 70 años y se estrenó en la compañía ferroviaria en 1970 como técnico en la electrificación de la vía de Valencia a Barcelona. Después se formó en proceso de datos y eso acabó llevándolo a dirigir el economato de Monforte. «En los economatos había ordenadores, así que para trabajar en ellos buscaban gente que supiese usarlos», explica. El economato no solo tuvo uno de los primeros ordenadores que se emplearon de forma profesional en Monforte, sino que también fue el primer supermercado de formato moderno.

Fueron los maquinistas de Monforte (y los de Sevilla) los que condujeron las primeras locomotoras diésel que entraron en servicio en España a mediados de los años 50. «Monforte es la cuna del ferrocarril en Galicia», recalca José Gonda con una mezcla de orgullo y de nostalgia por aquellos tiempos. Para él y sus compañeros, la llegada del AVE a Galicia a través de Ourense es motivo de esperanza. Pero también les da una cierta envidia.

Pasado y esperanza

Fueron los maquinistas de Monforte (y los de Sevilla) los que condujeron las primeras locomotoras diésel que entraron en servicio en España a mediados de los años 50. «Monforte es la cuna del ferrocarril en Galicia», recalca José Gonda con una mezcla de orgullo y de nostalgia por aquellos tiempos. Para él y sus compañeros, la llegada del AVE a Galicia a través de Ourense es motivo de esperanza. Pero también les da una cierta envidia.