Escasez y mala calidad en los pisos para estudiantes de Santiago ante la migración de viviendas para uso turístico

c. m. SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Las estudiantes, con el falso techo que se derrumbó
Las estudiantes, con el falso techo que se derrumbó XOAN A. SOLER

El problema lo sufren tanto las familias que buscan un hogar como los universitarios que residen durante el curso académico

23 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La caída de la bolsa de pisos en alquiler en Santiago es un hecho desde hace años. Este problema lo sufren tanto las familias que buscan un hogar como los estudiantes que residen durante el curso académico, los cuales también tienen que lidiar con unas prestaciones inferiores en los inmuebles. Entre las causas que intensifican esta escasez de oferta, la migración al uso turístico y el alto número de viviendas vacías que existe en la ciudad.

«En el año antes de la pandemia más de la mitad de los pisos de larga duración se pasaron al alquiler turístico», asegura Carlos Debasa, presidente de la Asociación Galega de Inmobiliarias. Según el directorio de alojamientos del registro de empresas y actividades turísticas de la Xunta, entre mayo del 2018 y julio del 2019 se registró un incremento del 79 % en la oferta de viviendas de uso turístico en Santiago, pasando de 315 a 566. En marzo de 2020 eran 723, y a día de ayer se contabilizaban 719. En los siete concellos de la comarca de Santiago, estas aumentan hasta las 2.732, según el informe de coyuntura de la provincia que acaba de presentar el Club Financiero compostelano.

La otra problemática es el gran número de inmuebles vacíos con los que cuenta Santiago. Según diversos estudios, pueden ser entre el 10 y el 17 % de las aproximadamente 50.000 viviendas que existen en el municipio.

Dentro de esta escasez el mercado estudiantil tiene que hacer frente a otra circunstancia: la calidad de los pisos estudiantiles es inferior. El asunto podría simplificarse en la pescadilla que se muerde la cola: los estudiantes exigen mayor calidad en los inmuebles y los propietarios no hacen mejoras porque argumentan que no los cuidan. Lo único que no es negociable es que los pisos no cumplan con las calidades mínimas de habitabilidad.

Además, el alza de precios lleva a los universitarios a trasladarse a O Milladoiro, así como a acabar aceptando pisos que, aunque tengan desperfectos, se adaptan a la limitada capacidad económica de los estudiantes. Es el caso de Paula López y Andrea Blanco, las dos chicas a las que casi se les cae encima el techo del salón de su piso de alquiler. Llevaban tres años viviendo en un inmueble que presentaba deterioros, pero su precio, 550 euros mensuales más gastos -a repartir entre cuatro universitarias-, les motivaba a seguir en él. Ahora intentan buscar un alojamiento que no les cueste mucho más que ese importe, en un momento en el que el mercado estudiantil se da por cerrado.