Feijoo, Touriño y Laxe coinciden en que la financiación autonómica no debe premiar al que incumple

Juan María Capeáns Garrido
Juan Capeáns SANTIAGO

GALICIA

XOAN A. SOLER

El presidente de la Xunta y dos de sus antecesores fijan en un debate sobre los 40 años del Estatuto de Autonomía los marcos para una posible actualización de ese texto y de la Constitución

19 oct 2021 . Actualizado a las 18:14 h.

Fernando González Laxe, presidente de la Xunta entre 1987 y 1990; Emilio Pérez Touriño, que lo fue entre el 2005 y el 2009; y Alberto Núñez Feijoo, que lo es desde entonces. Los tres juntos para compartir reflexiones sobre los 40 años del Estatuto de Autonomía. Lo hicieron en el Hostal dos Reis Católicos de Santiago, un lugar emblemático por las reuniones que acogió hace cuatro décadas y que permitieron sacar adelante un texto más ambicioso del que se preveía inicialmente.

Aquel mismo espíritu de consenso presidió un encuentro, el de este martes, auspiciado por la Escola Galega de Administración Pública (EGAP), que propuso a los tres invitados analizar el modelo autonómico y el papel de Galicia. Hubo sintonía y algunos matices, pero el consenso más palpable fue sobre las deficiencias del sistema de financiación. Pese a que los tres vivieron momentos políticos y acuerdos de reparto distintos, coincidieron plenamente en que es urgente acabar con un sistema en el que las comunidades que peor gestionan sus recursos obtienen más premios y facilidades para resolver sus deudas.

La idea la lanzó Laxe, la tomó al vuelo Feijoo y la redondeó Touriño: «A asimetría financeira corroe a igualdade e a cohesión», afirmó el socialista tras hacer mención a los intentos de Cataluña por conseguir al menos un trato semejante al que recibe el País Vasco por el Concierto Económico.

A medio plazo, los tres coincidieron en señalar el declive demográfico como el gran reto de Galicia, un desafío que, como recordó Feijoo, solo tiene de positivo que «o problema tamén é de España e Europa», por lo que será necesario abordarlo en común. En clave económica apuntaron como otro objetivo gallego inaplazable la mejora de la competitividad de las empresas, para lo que será necesario hacerlas más grandes y globales.

La moderadora, Sonia Rodríguez-Campos, directora de la EGAP, les pidió a los presidentes un esfuerzo por encontrar aquella acción de Gobierno que más haya definido sus mandatos. Laxe escogió la tramitación de la ley para que el presidente de la Xunta pudiese disolver el Parlamento. Touriño puso su el foco en la normativa de protección del litoral. Y Feijoo destacó el esfuerzo de la primera legislatura por sostener la economía y las decisiones sanitarias en torno al covid, así como la futura transformación del Sergas. La pandemia estuvo presente porque, a juicio de los tres, mostró las costuras de España y la compleja estructura que se ha ido tejiendo, que también ha servido para recuperar la confianza en el proyecto europeo.

Sobre la reforma del Estatuto o la Constitución, Laxe apostó por una «actualización»; Touriño lo ve más complicado por la falta de consensos; y Feijoo, antes de tocar los textos, propuso una modificación de la ley electoral para que gobierne el más votado. El actual titular de la Xunta sí destacó como elemento común en los tres presidentes presentes -y los dos ausentes, Fernández Albor y Fraga- el «galeguismo integrador» que ha guiado la acción de los diferentes ejecutivos, con independencia de sus colores políticos. La mejora de la cogobernanza entre el Gobierno de España y las comunidades, la integración de los concellos en esa ecuación, el papel que Europa le quiera dar en el futuro a las regiones o la reforma de la legislación básica estatal salieron a colación en un debate en el que los intervinientes expresaron la necesidad de seguir avanzando en la petición de competencias, conscientes de el modelo está inacabado.