Pedro Torrijos, divulgador cultural: «Quien va a acabar echando de las ciudades al coche es el propio coche»

Pablo Varela Varela
Pablo Varela CARBALLO / LA VOZ

GALICIA

Pedro Torrijos, divulgador cultural
Pedro Torrijos, divulgador cultural

El arquitecto estará este viernes en el congreso «Cidades que Camiñan» en Carballo

07 oct 2021 . Actualizado a las 21:04 h.

Cada jueves, al final de la tarde, la cuenta de Twitter de Pedro Torrijos, comunicador cultural de profesión, entra en ebullición por las notificaciones derivadas de sus hilos de curiosidades urbanas y arquitectónicas a escala global. Su objetivo es sencillo: entretener a su audiencia digital. Mañana, sin embargo, lo hará de forma presencial en el congreso Cidades que Camiñan, en Carballo, donde abordará el adiós del coche a las ciudades. «Está destinado, que no condenado, a la desaparición», vaticina.

—En su último libro «Territorios improbables» viaja a lugares con historias rocambolescas. ¿Cuáles no han llegado aún a sus hilos de Twitter?

—Pues cada semana aparecen más sitios. Tengo una hoja de cálculo con más de 180 historias que darían para otras tres temporadas. Por ejemplo, sobre una especie de ciudades flotantes en Irak, hechas con caña, que saldrá este año, y otra sobre la Plaza Mayor de Madrid.

—¿Por qué orientó sus publicaciones a un lenguaje de la arquitectura que se aleja de lo técnico?

—Es que no soy, verdaderamente, un comunicador sobre arquitectura. Lo que hago es acercar historias de sitios que son difíciles de creer, pero que existen de verdad. Mucho de lo que hago es antropología sobre cómo la gente vive junta en determinados lugares. Busco hacerlo de forma amena porque, si el contenido cultural no es entretenido, es inútil. Con casi cualquier disciplina, hay intentos obvios de oscurecer el lenguaje para parecer más inteligente, una niebla impenetrable para que parezca que eres listo. A mí me gusta que mis textos los entienda a la primera cualquier persona de catorce años para arriba. Así es como entiendo que debo escribir.

—Usted alude a núcleos que estimulen al ciudadano y este viernes abordará el impacto y futuro del coche en entornos urbanos. ¿Qué cambiará?

—Quien va a echar al coche de las ciudades es el propio coche. Es el propio transcurso de la civilización lo que hará que deje de tener atractivo, que es cuando las cosas se abandonan, no al prohibirlas.

—Pero, ¿y el concepto general de ciudad como concentradora de servicios y empresas? ¿Es irreversible o se reactivará el interés por el rural?

—No lo sé y me temo que mi opinión no es lo suficientemente cualificada en este tema. Siempre pongo a Pontevedra como un ejemplo de ciudad amable de tamaño medio, y la realidad es que en las últimas décadas también ha crecido. No tengo claro que el mundo vaya a experimentar una reversión desde la megaurbe a núcleos medianos y mucho menos al rural. Se dan demasiadas respuestas y yo nunca trato la actualidad, porque es muy efímera. En todo caso, si lo que queremos es desprendernos de los coches, hay ciudades medianas que funcionan muy bien sin ellos.

—¿Para cuándo una extensa explicación sobre los años de la especulación urbanística en las ciudades de España?

—Ahí hay muchísimo. El caso es que esto genera un runrún que no me interesa. No busco que la gente se pelee, y lo que pretendo con mis publicaciones es que la gente se divierta. Las redes sociales pueden ser un lugar estupendo si las construyes bien. Para indignarse hay otros muchos lugares.

—¿Pero por qué nadie hizo un esfuerzo por echar el freno de mano en los años del bum del ladrillo?

—Porque había mucho dinero y nadie se paró entre los años 2003 y 2008. Y, en general, solemos mirar a corta distancia. Las consecuencias vinieron poco después. Mucha gente ya lo pensaba entonces, pero nadie dijo: ‘Vamos a calmarnos'. Y esto ocurrió en España y otros muchos países del mundo.