«Los mayores de 70 tienen mucha vitalidad y no quieren aguantar un matrimonio que ya no disfrutan»
GALICIA
El divorcio entre parejas de edad avanzada aumenta, aunque sigue sin ser un fenómeno mayoritario en Galicia
25 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Recientemente, un matrimonio vigués de alrededor de 60 años acudió a los servicios del bufete Abogados Cebrián. Tras décadas casados, ambos habían encontrado nuevas parejas sentimentales. Su ilusión, ahora, era poder casarse con sus actuales amores. Para hacerlo necesitaban divorciarse. «El divorcio deja de ser algo de jóvenes y cada vez se extiende a más matrimonios de edad avanzada», reflexiona Alberto Cebrián, abogado titular del despacho, que recuerda el caso de una mujer de 86 años que le dijo rotunda «me divorcio para vivir».
«Antes era algo impensable, pero ahora se está acabando por fin aquella frase de "hay que aguantar". La gente mayor tiene una vitalidad tremenda y muchos deciden que quieren iniciar una nueva vida, vivirla de otra manera, al máximo, ya no desean aguantar un matrimonio que no quieren, una convivencia que no disfrutan, y que en muchos casos el confinamiento y la pandemia han llevado a una situación extrema difícil de tolerar», comenta el letrado.
Las distintas razones parecen estar calando en Vigo, donde el turno de oficio ha recibido en el último mes las solicitudes de media docena de personas de entre 70 y 80 años para recibir asistencia gratuita por parte de un abogado para divorciarse, según informa Enrique Vázquez Pita desde la delegación de la ciudad olívica. El Colegio de Abogados vigués está observando el fenómeno con cierta intriga, tras percibir un aumento de los correos de jubilados que, tras lo más duro del covid, solicitaban separarse de sus pareja de toda la vida.
Aumenta la edad de los divorciados, pero las parejas jubiladas no son mayoría
La situación no se repite, sin embargo, en otros colegios de abogados de Galicia. En A Coruña, por ejemplo, no han percibido ningún cambio llamativo, ni en el número de solicitudes de abogados de oficio para divorcios, en general, ni para separaciones de parejas mayores, en particular. Tampoco lo han hecho en el de Santiago, donde reconocen que siempre se registran algunos casos de matrimonios con décadas de convivencia, pero ni son mayoritarios, ni han notado que repunten. «En Ferrol las parejas mayores se llevan muy bien», bromean desde el colegio ferrolano, que en los últimos cuatro meses no ha recibido ni una sola petición de asistencia por parte de casados de más de 70 años.
Más allá de la justicia gratuita, los bufetes privados tampoco hablan de un aumento generalizado de los divorcios a edades avanzadas. El despacho de Concepción Álvarez no ha recibido en septiembre ninguna solicitud en esa franja de edad, y tampoco lo ha hecho en su calidad de abogada del turno de oficio en Ourense. En la misma ciudad tiene su despacho Pilar Gil, que pese al repunte de casos de separación tras las vacaciones, tampoco ha atendido a ninguna pareja tan mayor. «Es cierto que la edad de quienes se divorcian ha aumentado. Antes eran más parejas de 30-35 años. Ahora hay muchos matrimonios que ya pasan de los cincuenta y llevan dos o tres décadas juntos y que se deciden a dar ese paso. Pero de 60, 70 u 80 años para mí no es lo habitual», apunta.
Sin problemas de hijos, pero con más complicaciones económicas
Tampoco percibe un crecimiento David Barahona, abogado especialista en divorcios que trabaja en distintas provincias españolas, entre ellas las cuatro gallegas. Al menos no en lo que se refiere a los últimos meses. «Recientemente no he notado ningún aumento, aunque está claro que el fenómeno ha crecido en los últimos cinco, seis años. Antes era impensable que una pareja mayor se divorciara, ni se lo planteaban, aguantaban y punto, ahora sí optan por separarse cuando ya no aguantan estar juntos», indica. La generalización del divorcio, la reducción de los prejuicios y los procesos judiciales más asequibles son algunas de las razones que alimentan el fenómeno.
Esos procesos de divorcio a edades avanzadas presentan, además, peculiaridades. La principal es que al no existir ya hijos menores se ahorran los múltiples conflictos que pueden derivarse de cuestiones como custodias o regímenes de visitas. «En estos casos el procedimiento se centra sobre todo en el tema de una posible pensión compensatoria, porque es muy habitual que la mujer no haya trabajado y solo cobre él, y el reparto de bienes acumulados en un matrimonio de larga duración», explica Barahona.
«Las complicaciones suelen estar en la cuestión económica, en pasar a necesitar dos casas, cuando lo habitual es tener una, por lo que uno de los cónyuges tiene que conseguir un nuevo domicilio, y en el empobrecimiento que supone tener que atender, con los mismos ingresos, los gastos de dos vidas por separado», añade Alberto Cebrián. Los achaques de salud también pueden ser otra de las cuestiones que complique la separación. Mientras la presión de tener que cuidar a alguien a quien ya no se quiere puede precipitar la decisión de separarse en uno de los miembros de la pareja, en la persona enferma tiende a generar resistencia a acceder a esa separación, dificultando un divorcio de mutuo acuerdo.