El Bloque carece de plan B a apenas 50 días de que Pontón defina su futuro

Domingos Sampedro
Domingos Sampedro SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Ana Pontón en la primera reunión de la ejecutiva del BNG para preparar el arranque del curso político
Ana Pontón en la primera reunión de la ejecutiva del BNG para preparar el arranque del curso político Sandra Alonso

La reflexión sobre el papel político de la portavoz nacional divide a la UPG

19 sep 2021 . Actualizado a las 16:59 h.

«Tranquilidade». Esta es la palabra que más repite Ana Pontón a quien intenta sonsacarle algo sobre su futuro inmediato. Hace casi un mes que provocó una sacudida interna en el BNG al anunciar que se tomaría un «tempo de reflexión» sobre su continuidad como líder de la organización, y la sensación que dejó va de la preocupación al vértigo, pues el partido carece ahora mismo de un plan B a 50 días de la asamblea nacional, que será el 7 de noviembre. El gesto de Pontón, que decidió echarle unas paladas de incertidumbre a su continuidad justo cuando vivía su momento más dulce, colocó a la formación frentista ante el precipicio, abocándolo a una situación nunca antes vivida.

Lo cierto es que en la historia del BNG siempre hubo algún movimiento soterrado para reemplazar al líder de turno. Pasó con Xosé Manuel Beiras, entre el 2002 y el 2003, cuando asomaron personas como Camilo Nogueira, Roberto Mera o Anxo Quintana. También tras la derrota electoral del 2009, cuando frente a Quintana emergió una terna de aspirantes con Guillerme Vázquez, Carlos Aymerich, Rafa Villar y el propio Beiras, que volvieron a medirse, ya con el concierto de Francisco Jorquera, en la asamblea nacional del 2012, con el cisma de Amio.

Incluso Pontón, que cogió un Bloque al borde del desahucio político en febrero del 2016, tuvo que enfrentarse en la asamblea de Palexco a un contrincante interno: Carlos Branco Ansoar, cabeza de una lista de militantes de la comarca de Barbanza. Pero ahora contra Pontón no hay nada. Ni siquiera se ve sustrato para que un militante outsider salte a escena a animar el cotarro. La única hoja de ruta pasa por la politóloga de Sarria. De ahí que hasta el propio Néstor Rego, secretario xeral de la Unión do Povo Galego (UPG), el partido motriz del Bloque, vaticine que si Pontón se presenta de nuevo, «non é que teña un amplo apoio, é que vai gozar da unanimidade da militancia do BNG».

Otra novedad que vive el Bloque es que la UPG afronta por primera vez dividida la forma de entender la cuestión táctica del día a día. En el pasado, la U siempre actuó como un monolito para atar en corto los liderazgos de Beiras, Quintana, Guillerme Vázquez o Xavier Vence, y detener cualquier travesía hacia la socialdemocracia o el galleguismo light que atribuían a Quintana y que provocaba urticaria entre los camaradas de la U.

Criada en el seno de la UPG

En cambio, Ana Pontón es la primera líder criada en el seno UPG. Es un producto del partido. Así que su empeño en construir un nacionalismo más pragmático, que reclama soberanía con las cosas de comer (peajes de la AP-9, tarifa de la luz, gestión de los fondos europeos, etc.), choca con esa visión táctica más acorde a la autodeterminación y al secesionismo catalán que defiende el sector más ortodoxo de la UPG, representado en la ejecutiva nacional por el propio Rego, Bieito Lobeira o Montse Prado. Esta diferencia, que no es menor, es perceptible desde fuera y contribuyó a alterar el equilibrio de poder en el seno del BNG. Si antes se hablaba de un frente de pequeños partidos o colectivos socialistas, galeguistas o rupturistas que convivían con la hegemónica UPG, ahora las coordenadas son dos: de un lado el ala ortodoxa de la UPG y, del otro, los pontonistas, que aglutina a casi todos los independientes, al Movemento Arredista y -esto es lo novedoso- también a una parte importante de la UPG.

Por tanto, la reflexión sobre el futuro de Pontón tiene en su retrovisor esta pugna por el poder, por decidir la ruta por la que ha de transitar un BNG que ve en su horizonte no la posibilidad de sumar más diputados, sino la presidencia de la Xunta. La líder del Bloque no tiene prisa en deshojar la margarita. «Tranquilidade», insiste. Es posible que afronte en octubre el debate sobre el estado de la autonomía, en el que se estrena como líder de la oposición, sin despejar la incertidumbre sobre su futuro. Frente a Pontón no hay alternativa. Y eso juega a su favor.