Natalia Prieto: «Ser impuntual es ser optimista»

GALICIA

XOAN A. SOLER

La directora xeral de Administración Local se ha hecho experta en velutinas y confiesa que en el coche trabaja mucho y duerme de vez en cuando

17 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Tiene envergadura, discurso, y desparpajo para regalar. Y una mirada tan intensa que a veces invade. Natalia Prieto (Ourense, 1979), forma parte de esa hornada de mujeres jóvenes y sobradamente preparadas que están renovando la cúpula de la Administración.

Directora Xeral de Administración Local. No parece un cargo muy emocionante...

—Pues el mundo local es verdaderamente apasionante. Yo conozco muy bien la Administración de la Xunta por mi anterior cargo [directora xeral de Avaliación e Reforma Administrativa] y creo que esta nueva responsabilidad es fascinante. Los ayuntamientos son la administración más próxima al ciudadano y nuestra función es tenderles la mano y colaborar con ellos.

—Los concellos siempre se quejan: muchas competencias, pocos fondos.

—Es una reivindicación de siempre que se ha agudizado con la pandemia. Desde la Xunta siempre hemos colaborado con los ayuntamientos. Estamos haciendo un estudio de delimitación de competencias para mejorar nuestro sistema de financiación. Pero bueno, cada administración debe ser corresponsable. La clave está en la colaboración y en el diálogo para llegar a grandes acuerdos.

—Algunos concellos son tan pequeños que no se les puede pedir mucho...

—Sí. Los hay con verdaderos problemas para prestar servicios básicos, de ahí el impulso de fórmulas de colaboración.

—Los alcaldes son duros.

—Son peleones, pero son como tienen que ser y nosotros estamos ahí para atenderlos. Un buen alcalde debe reivindicar lo que considera mejor para su ayuntamiento y sus vecinos. Nuestro interlocutor es la Fegamp y las relaciones siempre han sido buenas.

—¿Consigue más el que más pide?

—No necesariamente. Algunos trasladan mejor que otros sus necesidades, pero nosotros colaboramos con todos.

Su Twitter parece el de Willie Fogg. Cada día en un concello.

—Sí, ja, ja. Cada día me pongo las zapatillas y me dedico a recorrer Galicia. Y yo creo que es lo que tenemos que hacer: bajar al terreno, no estar en los despachos; estar al lado de los vecinos para que nos cuenten su día a día. También estamos muy en contacto con las asociaciones de vecinos, que nos están contando una cosa muy curiosa, que la pandemia ha vuelto a poner en valor la vida en el rural: hay más interés en adquirir terrenos, pedir licencias... Hay que aprovechar este impulso.

—En su anterior cargo desarrolló el teletrabajo en la Xunta.

—Sí. Lo implantamos en el 2013 cuando a nadie se le pasaba por la cabeza dar teletrabajo a los funcionarios. Gracias a eso, cuando vino la pandemia pudimos enviar para casa de un día para otro a 12.000 empleados públicos. La pandemia demostró que el teletrabajo es posible. Yo no defiendo el teletrabajo exclusivo pero sí combinado.

—Veo que le saca cosas positivas a la pandemia.

—Yo soy una persona muy optimista. Dentro de la gravedad de la situación, ahora nos toca ser optimistas y ver qué podemos hacer para recuperarnos.

—En su cargo actual también se ha enfrentado a la velutina, que era una queja recurrente de los alcaldes.

—Ya teníamos un plan desde el año 2014. En 2020 aprobamos otro con la Fegamp. El año pasado se adhirieron 285 concellos y este año 300. El plan permite que con una sola llamada al 012 se analice el riesgo y se actúe en consecuencia.

—Parece que la velutina se está retirando.

—El trampeo ha ido bien y las condiciones meteorológicas han sido desfavorables para la velutina. Entre todos intentamos frenar su expansión. La erradicación es un ideal. Hay que concienciar a la gente que las avispas velutinas no son más peligrosas que las normales.

—Ha aprendido mucho sobre la velutina.

—Muchísimo. Nunca pensé que iba a saber tanto, ja, ja.

PILAR CANICOBA

—Estuvo unos meses también en Igualdade.

—Para mí, sustituir unos meses a Susana López Abella, por su trayectoria, fue un reto mayúsculo. Tuvimos que reunirnos con muchos colectivos; un trabajo complicado pero muy gratificante. Aprendí muchísimo.

—¿Nunca estuvo en una lista electoral?

—No.

—¿Y no le apetece?

—No me lo he planteado. Estoy tan absorbida en la Xunta, que consume todo mi tiempo. Desde mi cargo se hace bastante labor política. Como alguien me dijo hace poco, la política es información bien explicada. De momento estoy bien donde estoy.

—¿Tiene experiencia xacobea?

—Nunca hice ninguna etapa del Camino. Y es algo que tengo que arreglar, porque creo que si no el vicepresidente me va a cesar, ja, ja. Tengo que planificarme para hacer alguna etapa.

—Pero también tiene una niña pequeña. Igual no es el mejor momento para peregrinar.

—Yo hago malabarismos para estar en todo. Mi niña tiene 3 años y está en el momento que todo se lo pide a mamá. A papá menos. Le dedico el tiempo que me queda, pero es poco. No me llega el tiempo para casi nada.

—¿Trabaja mucho en el coche?

—Muchísimo. Aprovecho porque tengo la suerte de que no me mareo. Bueno, y alguna cabezada de camino a casa también me echo.

—Como Fraga, que llevaba siempre un cojín.

—Sí, ja, ja. Hay días duros, que acabas agotada y por eso aprovechas para echar esa cabezada en el coche, porque sabes que cuando llegues a casa no podrás hacerlo.

—¿Celta o Dépor?

—Yo, de fútbol, poco. Pero siendo de Ourense y viviendo en Vigo, del Celta.

—Haga, por favor, ese ejercicio de breve autodefinición que le pido a todos.

—Me considero muy familiar; creo que soy una persona cercana, con gran sentido de la responsabilidad y optimista. Pero muy tozuda en ocasiones.

—¿Qué tal duerme?

—No mucho, pero lo aprovecho bien, porque me levanto descansada.

—¿Toma café?

—Tres al día.

—¿Cuántos móviles tiene?

—Dos. Uno de trabajo y otro personal. Y la tablet.

—En el tiempo libre que le queda, le gusta...

—Se lo dedico a mi familia y, como buena ourensana, me gusta ir a tomar unos vinos con los amigos de verdad. O invitar a gente a cenar a casa.

—¿Cocina usted?

—Siempre hice mis pinitos pero creo que desde que soy madre, me aplico más. Sobre todo el fin de semana, Y cuando estaba estresada hacía bizcochos. Lo malo es que luego me los como. Ahora los hago con mi hija.

—¿Cómo neutraliza el efecto de los bizcochos?

—Intento sacar dos días semanales para hacer deporte en el gimnasio, aquí en Santiago.

—Dígame algo que haga mal.

—Soy impuntual. Aunque creo que ser impuntual es de gente optimista, porque yo siempre pienso que me va a dar tiempo a llegar a todos los sitios. Es algo que tengo que mejorar.

—Al menos será tolerante con los que también llegan tarde.

—Bueno, a veces me enfado, ja, ja.

—Dígame una canción.

—A mí me encanta la música, pero hay una canción que me da muy buen rollo, que es la de Don't stop me now, de Queen.

—¿Toca algún instrumento?

—No, no toco nada. Mi hermana sí, pero yo, pese a que estuve en el conservatorio algunos años, no le cogí la afición. Me decían que tenía timbre de soprano, pero tampoco me gustó cantar.

—De pequeña ¿qué quería ser de mayor?

—Me encantaba ser peluquera. Venían las amigas de mi madre a casa, las ponía en fila y les hacía coletas, les ponía los rulos... me decían que tenía unas manos de oro.

—¿Qué es lo más importante en la vida?

—La salud, porque sin salud no hay nada. Luego la familia. Y ser honesta; dormir con la conciencia tranquila.