Altas esperas y falta de personal siguen marcando la atención a la salud mental

Mónica Pérez Vilar
mónica p. vilar REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Un paciente esperando en un centro de salud, en una foto de archivo
Un paciente esperando en un centro de salud, en una foto de archivo Agos Iglesias

Galicia arrastra un déficit histórico de medios en esta especialidad

01 ago 2021 . Actualizado a las 08:30 h.

Uno de cada cinco gallegos (el 21,6 %) sufrirá algún trastorno mental a lo largo de su vida. Además, según la última Encuesta Nacional de Salud, el 16,2 % de los gallegos declaró haber padecido alguno en los 12 meses anteriores a ser consultado. Son solo dos datos que dan idea de la importancia creciente de la atención a la salud mental. Y ambos fueron calculados antes de que el covid-19 y sus consecuencias en forma de confinamiento, restricciones, enfermedad y muerte irrumpieran en las vidas de la población.

En junio del 2020, se aprobó el Plan Galego de Saúde Mental, que con su previsión de objetivos, recursos y prioridades debe guiar el trabajo en esta materia hasta el 2024. Un año después, se han puesto en marcha algunas unidades nuevas, nuevas contrataciones y varios de los programas que buscan mejorar la atención del Sergas en este campo. Sin embargo, Galicia arrastra desde hace años preocupantes carencias en el ámbito de la salud mental, que hacen muy difícil la puesta al día del sistema. Así, si en el año 1997 se recomendaba que el número de profesionales alcanzase los 1.500, en el 2019 no llegaban al millar. También se estaba muy lejos de alcanzar las recomendaciones en cuanto a número de unidades de salud mental u hospitales de día hechas dos décadas antes.

A día de hoy, las cifras están subiendo, pero siguen muy por debajo de las ratios europeas. Para muestra, un botón. Se calcula que en Galicia hay cuatro psicólogos clínicos por cada 100.000 habitantes. En otros países del continente, hay veinte.

«Vimos de dez anos de esquecemento e precarización. É certo que agora está habendo contratacións, pero é como se tes un barco cunha vía de auga enorme, e o que chegan son máis cubos para achicar auga», compara Rosa Cerqueiro, representante del Movemento Galego da Saúde Mental (MGSM), para la que Galicia padece «problemas estruturais» en esta materia. Entre ellos destaca, además de la falta de recursos heredada, la necesidad de cambios profundos en el propio modelo asistencial que, en su opinión, es «cortopracista, bioloxicista e descoordenado, todo o psicosocial segue precarizado, e debería haber unha maior participación do paciente».

Los largos tiempos de espera para ser atendido por un profesional de salud mental son otro de los grandes problemas para Cerqueiro, que los relaciona directamente con el alto consumo de psicofármacos que hay en la comunidad gallega, superior al de otras autonomías.

Según los últimos datos del Sergas, a 30 de junio de este año, el tiempo medio de espera para acceder a una consulta de psiquiatría era de 32,6 días, una cifra que subía hasta los 32,8 en el área sanitaria de Vigo y que rozaba los 38 en la de A Coruña-Cee.

Esos tiempos se multiplican a la hora de ser tratado por un psicólogo. En Galicia, el médico de familia debe hacer la derivación al especialista en psiquiatría, y será este quien envíe al paciente a otro tipo de profesional de la salud mental si lo considera oportuno. Desde la Asociación de Psicólogos Clínicos do Sergas estiman que las esperas en su especialidad están entre los tres y los seis meses. «Son tempos imposibles. Cando falamos de problemas mentais unha atención precoz é básica para una resolución rápida. Cando se atrasa, o problema cronifícase, o tratamento e máis complicado e longo, e hai máis consecuencias», explica Yolanda Castro, presidenta de la asociación. El excesivo tiempo entre una consulta y otra es también problemático. «O profesional pode considerar que o adecuado, por exemplo nunha depresión, é ver ao paciente semanalmente ou cada quince días, pero as axendas non o permiten, case sempre pasan meses», afirma Castro.

«Necesitamos que os psiquiatras non teñan que atender aos pacientes en minutos. Estamos vendo a 15 ou 16 persoas nunha mañá, cando na privada non se superarían os seis ou oito pacientes», reclama por su parte José Ramón Silveira, presidente de la Asociación Gallega de Psiquiatría que, más allá de las consultas externas, también apunta a grandes dificultades para ofrecer una atención psiquiátrica hospitalaria de calidad que realmente acompañe al paciente, y destaca por preocupante la escasez de recursos para atender a los trastornos más graves y crónicos.

«Los tiempos también se están dilatando en la atención privada»

Que la tensión prolongada de la pandemia ha hecho mella en la situación mental de la población es algo en lo que están de acuerdo todos los profesionales. «A demanda xa era elevada, e agora aínda máis, e os profesionais da sanidade pública seguimos a ser poucos, porque aínda que se contratou xente, iamos tan xustos que non son suficientes», reflexiona José Berdullas, psicólogo clínico del Sergas.

Eso lleva a que los pacientes que pueden, busquen una solución más rápida recurriendo a la atención privada. «Pero é que teño compañeiros na privada en Santiago que tampouco dan feito, e tamén están empezando a ter listas de espera de meses», indica Berdullas, en una afirmación que refrenda Rosa Cerqueiro, del MGSM, para quien la atención psicológica «segue a ser un lugar de privilexio para quen pode pagala, pero ademais, tamén a privada está a ter problemas para asumir o incremento da demanda», dice.

Incluir psicólogos clínicos en los equipos de atención primaria es una de las vías de mejora defendidas por estos especialistas. «Se o médico de cabeceira puidera chamar no momento a un psicólogo para xuntos revisar a un paciente, ou marcarlle unha cita no propio centro de saúde -tal y como se hace con matronas o enfermería-, sería un gran avance», opina Yolanda Castro, representante de los psicólogos del Sergas.

El Sergas dice que ya se han incorporado el 80 % de los profesionales del plan gallego para los años 2020 y 2021

Según datos del Sergas, ya han sido contratados 95 trabajadores en el marco del Plan Galego de Saúde Mental, rozando el 80 % de los previstos para el período 2020-2021. Se han incorporado los 31 psicólogos clínicos previstos, todos los trabajadores sociales y los terapeutas ocupacionales, y falta un psiquiatra. Donde se avanza con más dificultad es en los colectivos de enfermería especialista en salud mental y auxiliares, con menos de la mitad de las incorporaciones completadas. «Fixemos un esforzo grande, pero temos o reto de seguir completando as contratacións de enfermería. Hai ofertadas vacantes, pero non sempre hai profesionais dispoñibles», explica María Tajes, jefa de servicio de salud mental en el Sergas.

Laura Jardón, delegada en Galicia de la Asociación Española de Enfermería de Salud Mental, cree que no hay escasez de profesionales, pero sí que muchos están trabajando en otros puestos. «Crear a categoría profesional de enfermeiras especialistas foi importante, porque supón unha atención á saúde mental de máis calidade, pero avanzouse pouco na dotación de postos. Moitas das persoas que se especializaron buscáronse a vida noutras áreas da enfermería ou noutros puntos de España como País Vasco, Murcia, Madrid ou Cataluña, onde si había máis oportunidades. Esa fuga de enfermeiras fai que agora sexa máis difícil cubrir vacantes, pero se segue a haber oferta, haberá un efecto chamada», vaticina.

Desde el Sergas también se muestran satisfechos por el ritmo de creación de nuevos dispositivos, con unidades de salud mental recientemente inauguradas en Tui, Ordes, Oleiros, Vigo o A Coruña. Destacan que se han reforzado en las siete áreas sanitarias los profesionales para los programas hospitalarios de enlace, y se ha incorporado en cada una de ellas un psicólogo clínico que actúa de enlace con atención primaria. «O modelo actual de unidades de saúde mental permite unha abordaxe multidisciplinar do paciente, pero é certo que a prevalencia dos trastornos mentais en primaria é moi elevada, e é obvio que temos que reforzar as ferramentas nese primeiro nivel asistencial», reflexiona Tajes, que también destaca los avances en atención infanto-juvenil y la incorporación de equipos para los programas de prevención del suicidio en seis de las áreas.

Desde el MGSM ven con «preocupación» este primer año del plan. «Hai un avance aparente, pero de momento non se reflicte nin na atención ao paciente nin nas condicións de traballo», dicen. Por su parte, la Asociación de Psicólogos Clínicos del Sergas considera que la incorporación de trabajadores se está haciendo de forma «errática, sen planificación, pouco acorde ás necesidades e sen contar cos propios profesionais». «Estamos mellorando, pero queda moito por avanzar, en dotación estamos aínda moi por detrás doutras comunidades», valora la Asociación Gallega de Psiquiatría.

«Necesitamos recursos de apoio sociocomunitario, máis aló da asistencia sanitaria»

Mejorar la atención sanitaria a los trastornos mentales es una necesidad reconocida por parte de las asociaciones de enfermos y familiares. «Coa pandemia empeorou a saúde mental da sociedade en xeral. Pero hai que recoñecer que se están a facer cousas: reforzáronse equipos, creáronse unidades... A dúbida é se realmente eses recursos fixados no plan seguirán sendo suficientes ou non, é algo que haberá que avaliar», apunta Antonio Hernández director de la Federación de asociacións de familiares e persoas con enfermidade mental de Galicia (Feafes).

Con todo, desde estos colectivos resaltan que hay requerimientos muy importantes más allá de la pura asistencia psiquiátrica o psicológica. «A queixa principal dos pais e coidadores é a falta de recursos, a súa preocupación é que apoios van ter os seus fillos cando eles xa non estean», indica Adalberto Iglesias, director técnico de la asociación Doa.

«Hai que desenvolver toda unha serie de recursos de apoio máis alá do sanitario. Programas máis sociocomunitarios, servizos que supoñan un apoio continuado e intenso. Pode ser atención a domicilio, alternativas de vivenda, recursos de atención diúrna...», concuerda Hernández, que reclama más atención especialmente para los casos graves y crónicos, y recuerda la exigente carga que soportan de manera permanente los cuidadores.

A día de hoy, las administraciones públicas ofrecen algunas alternativas, que las asociaciones completan. «Hai algúns apoios, pero están disgregados, hai que buscalos, e non todo o mundo pode acceder a eles. Ademais, cando os desenvolvemos as asociacións, dependen de subvencións, polo qué é difícil garantir a súa continuidade, e moito máis a súa ampliación», reflexiona Iglesias.

La lucha contra los clichés y estigmas que aún arrastra la enfermedad mental es otra de las tareas pendientes, aunque desde Feafes perciben que, sobre todo en las generaciones más jóvenes, ha empezado a hablarse más abiertamente de estos trastornos. «O que nos preocupa é a percepción que aínda persiste de que estes enfermos son perigosos e violentos», dice Hernández.

Quejas de pocos avances en el ámbito de la psicogeriatría

El Plan Galego de Saúde Mental recogió la necesidad de mejorar la salud mental de los mayores, completando los dispositivos de atención, de manera que cada área sanitaria cuente con una unidad de psicogeriatría. «Está ben que se recoñeza, pero tamén hai que ter en conta que ese é un obxectivo do século pasado», comenta Raimundo Mateos, responsable desde hace años de la unidad de psicogeriatría del CHUS. «Vamos lentos en canto a dar pasos adiante en dispositivos e recursos. E estamos a falar de obxectivos que xa son mínimos, porque levamos anos de atraso, pese a ser un país tan avellentado. Agora mesmo está a unidade de Santiago que vai cumprir trinta anos, máis recente está a de Vigo, e o mellor neste ano que leva o plan galego é que se completou a interdisciplinariedade na de Ferrol. Nas outras áreas estase avanzando algo, pero aínda non hai unidades verdadeiramente interdisciplinares», opina este experto.

A Mateos también le preocupa la falta de concreción y avances en la atención a la salud mental en las residencias —«Debería estar coordinada dende as unidades», considera— y la falta de iniciativas para ampliar la asistencia geriátrica en Galicia.