«Con 20 años mi mente dijo basta, me levantaba llorando»

Mónica Pérez Vilar
monica p. vilar REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Mela García ha sido usuaria de atención a la salud mental tanto pública como privada
Mela García ha sido usuaria de atención a la salud mental tanto pública como privada MARCOS MÍGUEZ

Esperas de meses y recurrir a psicólogos privados son experiencias comunes para los pacientes de salud mental en Galicia

01 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Mela García tiene 28 años, se ha licenciado en Medicina y espera que los resultados en el próximo examen del mir le permitan acceder a la especialidad de psiquiatría.

Mucho antes, a los 16 años, esta joven coruñesa tuvo su primer contacto con la atención a la salud mental. «Mi madre, que ya había sufrido depresión, tuvo una recaída. Fue la primera vez que tuve relación con estos temas, como familiar en este caso. Luego, con 20 años, fue mi mente la que dijo basta», explica. Estudiaba fuera con niveles de autoexigencia muy altos, en su casa se agudizaron ciertos problemas de salud, las responsabilidades la desbordaron, y ella comenzó a sentirse extraña. «Siempre estaba malhumorada, saltaba a la mínima. Iba a clase y era incapaz de entender, mi cerebro se desconectaba. Me levantaba por las mañanas llorando, y llegó un momento en que no era capaz de irme a la facultad», recuerda.

Fue su madre la que vio claros los indicios y se la llevó al médico de cabecera. «Me preguntó qué tal y me eché a llorar sin parar», cuenta. Su doctora le recetó un ansiolítico y un antidepresivo y la derivó al psiquiatra de manera preferente, aunque reconoció que no sabía para cuando le podrían dar cita y ella misma se ofreció para realizarle un seguimiento semanal. Era el mes de octubre. Su primera visita a la unidad de salud mental no llegó hasta febrero. Por el camino, tuvo que hacer un parón en sus estudios y pasó dos veces por urgencias con ataques de pánico.

Cuatro meses después de decidirse a pedir ayuda médica, tuvo por fin su primera cita con la psiquiatra, que enseguida la derivó a psicoterapia. «El psicólogo me dijo que el primer mes intentaría verme todas las semanas, pero que luego sería difícil porque no tenía hueco. Tuve mucha suerte de que hiciera un esfuerzo para verme semanalmente». Luego las visitas se espaciaron a una vez al mes. Más tarde, pasaron a ser trimestrales. Estuvo en tratamiento dos años, antes de empezar a desescalar. Eso le permitió afrontar en una situación mentalmente fuerte el fallecimiento de su madre, siempre con su médica de cabecera muy pendiente.

Pero hace algo más de dos años, los síntomas volvieron, y ella tuvo claro que no quería llegar a la situación por la que ya había pasado. «Me fui directa al centro de salud. Mi doctora me dijo: ‘‘Podemos ir por la vía de salud mental, pero ahora mismo las esperas están entre cuatro y cinco meses. O podemos recuperar la medicación que ya tuviste y que te busques un psicólogo privado si puedes permitírtelo''. Y eso hicimos. Fue año y medio de terapia, al principio una vez a la semana y luego fui espaciándolo como podía, porque eran 60 euros por sesión. Me dejé mucho dinero, pero me recuperé», narra, evidenciando que atajar rápidamente estos problemas puede ser difícil si el paciente no tiene medios económicos suficientes.

Mela no tiene claro hasta qué punto su experiencia personal ha influido en su idea de especializarse en salud mental. «Roté por todas las especialidades y fue donde mejor encajé. Los compañeros me decían que tengo maña con los pacientes, empatía, quizás porque yo también he pasado por algunas cosas», explica con sencillez.

Su breve paso por el Sergas le ha permitido comprobar desde dentro la saturación que viven las unidades de consulta. «Para la primera valoración tienen algo más de tiempo, pero el resto de sesiones son muy cortas. Y hay pocos psicólogos, con lo que cosas que podrían arreglarse con psicoterapia acaban necesitando medicación», comenta.