Cómo remontar la crisis del covid: «Dejar de hacer política, gestionar y generar confianza»

María Cedron REDACCIÓN

GALICIA

De izquierda a derecha, el doctor Carlos Bastida, el jubilado de Ferroatlántica. Manuel Leira; el armador Pablo Pombo, la presidenta de Hosfega, Elena Vitoria; la empresaria Beatriz Castro, el empresario Richard Lema, la ganadera María Jesús Chenel y el estudiante Ignacio Garbayo
De izquierda a derecha, el doctor Carlos Bastida, el jubilado de Ferroatlántica. Manuel Leira; el armador Pablo Pombo, la presidenta de Hosfega, Elena Vitoria; la empresaria Beatriz Castro, el empresario Richard Lema, la ganadera María Jesús Chenel y el estudiante Ignacio Garbayo VÍTOR MEJUTO

Representantes de la sociedad gallega urgen el Día de Galicia una planificación uniforme

11 feb 2022 . Actualizado a las 13:00 h.

La pandemia que ha sacudido a todo el planeta durante los últimos dieciséis meses no solo ha puesto a prueba nuestro sistema sanitario, también la rueda que hace girar la economía para alimentar la sociedad de bienestar. ¿Hemos aprendido la lección o tropezaremos mil veces en la misma piedra? ¿Por dónde tenemos que empezar para que Galicia comience a remontar de una crisis provocada por un virus con el que debemos aprender a convivir? Esas son algunas de las preguntas que, con motivo de la celebración del Día de Galicia, ha planteado La Voz a nueve representantes de la sociedad gallega: Carlos Bastida Calvo, presidente de la Sociedad Española de Médicos de Familia y Generales en Galicia; Ignacio Garbayo, un joven que ha obtenido la mejor calificación de la ABAU en Ourense y quiere estudiar Ingeniería Informática y Matemáticas; Pablo Pombo, armador de arrastre; Beatriz Castro, una de las promotoras de Caylu Delivery, una empresa creada en plena pandemia; María Jesús Chenel Blanco, ganadera de vacuno de carne; Elena Vitoria, presidenta de Hostelería Federada Gallega (Hosfega); Manuel Leira Ferreiro, jubilado de Ferroatlántica, y Richard Lema, de Paulasub, una empresa que ha apostado por la economía circular para dejar de depender de la importación de madera. Todos ellos son ciudadanos que, pese a observar el problema desde ópticas totalmente distintas, llegan a la misma conclusión: Los 18 gobiernos que conviven en España -los de las 17 autonomías más el central- tienen que dejar de hacer política para dedicarse a gestionar al unísono y, de ese modo, generar en la población una confianza que ahora no tiene. Y para muestra, como explica el doctor Bastida está que «nos han dicho ''pueden sacarse las mascarillas'' pero todos continuamos llevándolas puestas. O nos dijeron los que se han vacunado con AstraZeneca es mejor que se pongan Pfizer, pero la cola de Pfizer estaba vacía».

Un primer paso para recuperar esa confianza, como apunta Manuel, es «mirar a la gente, abandonar la crítica destructiva y aportar ideas que ayuden a planificar el rumbo a seguir de un modo claro. Un político no puede destruir al contrario sin aportar una idea para mejorar».

Y Richard, que ha buscado la ayuda de dos centros de investigación (uno gallego y otro portugués) para dar un giro a su empresa y no dejarse vencer por los efectos de la pandemia, apostilla que «deberían bajar al campo de batalla y, con conocimiento de causa, decir "podemos tirar por aquí o por allí"».

Su discurso enlaza con otro de los mensajes en los que coinciden todos: «Hay que dejar el individualismo y narcisismo para pensar en el bien común», como explica Bastida. Justo esa es la receta que María Jesús copió de la experiencia vivida por su abuela: «En su época pasaron hambre, pero estaban todos juntos, todos tiraban del carro al unísono. Ahora cada uno mira para su carro y no es el momento de hacer eso. Como no trabajemos todos juntos para salir de esto, desde abajo, veo un futuro negro».

Ese esfuerzo conjunto empieza por cumplir las normas que, como se ha demostrado, funcionan para frenar la propagación del virus. Desde usar la mascarilla a escapar de las aglomeraciones. «Cuidémonos nosotros y cuidemos a los demás, pero desgraciadamente hacemos oídos sordos a esos mensajes», añade Carlos Bastida.

Porque ninguno de los participantes en el debate atribuye la culpa de la quinta ola únicamente a los jóvenes, ni a la hostelería. Es una suma de factores. «Aunque es verdad que han acabado las clases y los jóvenes salen y los casos se disparan, no todos los jóvenes actúan de modo irresponsable. Porque también es verdad que en verano la gente coge vacaciones, se mueve de un lado a otro, viaja, va a la playa... la gente se mueve más en verano», apunta Ignacio.

Tampoco hay que poner en la diana a la hostelería, un sector que, como apunta Elena, «está sumergido en un estado anímicamente complejísimo porque no sabemos cómo trabajar. La mayoría somos autónomos; estamos metiendo horas de trabajo porque no podemos sacar a los empleados del ERTE al no saber si mañana van a cerrar el interior y qué pasaría con los empleados en ese caso. Es un contexto de complejidad absoluta, más con la criminalización a la que estamos sometidos». Por eso, repite la receta para salir de esta: «Gestionar, proteger y convivir».

«Esto se levanta trabajando y cotizando»

«Esto hay que levantarlo trabajando y cotizando». Eso es algo que tiene muy claro Pablo Pombo y, por eso, pide, al igual que Elena Vitoria, «que nos dejen trabajar». Porque, como añade este armador, «para poder mantener todo el sistema sanitario hay que cotizar a la seguridad social, hay que aportar. Y como no apoyemos a los que trabajan mal vamos».

Apoyo al emprendedor que abre caminos para remontar es lo que pide también Beatriz Castro, quien anticipándose a lo que se venía encima para el sector de la hostelería, el suyo, decidió reinventarse porque «los hosteleros también tienen que buscar alternativas». Lo hizo lanzando en julio pasado su empresa de envíos de comida a domicilio, una plataforma que llega a donde las compañías convencionales no lo hacen: «Nos planteamos una alternativa con la que ayudar a los afectados por la reducción de aforos».

«Necesitamos recursos para estar preparados para la próxima pandemia»

Tenemos que aprender a vivir con la pandemia. Ese sentimiento es común entre los participantes porque, como dice Richard Lema, «vamos a tener que adaptarnos a ese modo de vida». Y también hay que estar listos porque, como advierte el doctor Bastida, «necesitamos recursos para estar preparados para la próxima pandemia, porque va a haber más. No hay duda de que hay que ver bien lo que hace falta en sanidad y dotarlo de un presupuesto ajustado. Porque no podemos estar como estamos ahora, realmente faltan medios».

La lección que debería haberse aprendido, y que habría que aplicar en el futuro, como apunta Elena Vitoria, es que hay que «gestionar, proteger y convivir. Proteger a las empresas, al sector primario, crear una cultura del emprendimiento real, estimular la innovación, trabajar en investigación... No hay que desmantelar laboratorios. Hay que apoyar la actividad empresarial porque sin empresas no hay dinero en las arcas del Estado».

Consecuencias económicas

Por ello, aprovecha para pedir «un rescate para la hostelería, al igual que se ha rescatado a la banca o a las autopistas, porque somos empresas que estamos intervenidas por el Estado. No digo ayudas, hablo de un rescate». Pero Pablo Pombo advierte algo más: «Viviremos con el virus una temporada muy larga, nos acostumbraremos, pero traerá consecuencias económicas más graves de lo que pensamos».

De hecho, algo que ha quedado claro durante los meses de confinamiento, pero también después, es la importancia de la soberanía alimentaria y disponer de una industria autóctona capaz de abastecer los mercados sin tener que recurrir a la exportación. Richard sabe bien qué es eso porque su empresa, como reconoce, «tuvo problemas de suministro, tanto en madera de importación procedente de Centroamérica como de chapas o melaninas, materiales que llegan de Centroeuropa». Él, que conoce bien toda la materia prima que genera Galicia, recurrió a los centros de investigación para aprovechar los recursos que tenía más cerca. Tanto madera de nogal y cerezo, como fibras naturales provenientes del lino. Beatriz Castro, que viene del sector de la hostelería, también es consciente de que «hay que reinventar el concepto de empresa, ver el futuro de otra manera». Y por eso ahora acaba de abrir dos edificios de apartamentos en O Salnés. Porque la gente viaja de otro modo.

Pero qué pasa con el sector primario. Tanto Pablo como María Jesús se ven desvalidos. Aunque toda la sociedad fue consciente de que eran esenciales «o primordiales», como matiza Pablo Pombo, ahora su futuro es más oscuro aún que antes de la pandemia. «Íbamos mal, pero ahora estamos peor. Al paralizarse los sectores que están por encima de nosotros, como la hostelería, nuestro producto está cada vez más devaluado. En pandemia no nos querían los animales ni regalados. Ahora nos están pagando por el kilo de ternera unos 4,54 euros, pero producirla nos sale en unos 4,87. No nos da».

En el mar no están mucho mejor. «Aquí parece que no existe el sector primario, dependemos de Bruselas para todo. Ahora en pesca, sacan una ley de desguaces, pues desguazamos todos los barcos porque estamos cansados de lo que está pasando». Además, añade que como «no apoyemos todo esto, las consecuencias nos van a venir de vuelta en unos años». El debate es largo, pero el resumen de su mensaje es claro: «Responsabilidad y gestión. Hay que estar preparados».

 «Han aprobado leyes, pero ninguna para responder a una emergencia como esta»

«No se trata tanto de convivir con ello como también de ver cómo queremos vivir en el futuro. Los jóvenes hemos de ser responsables, tratar de contribuir». Como representante de la generación del futuro, Ignacio Garbayo es consciente de la importancia de dar los pasos correctos para frenar a tiempo las pandemias que puedan venir en los próximos años. Planificar y actuar rápido es fundamental. En eso coinciden todos. De ahí que choque, como dice el doctor Bastida, que con todas las normas que se han sacado en estos meses «no hayan aprobado ninguna para responder con agilidad y coordinación a un contexto de emergencia como este».

Porque esa es otra de las cosas que no se cansan de repetir, la falta de coordinación. Beatriz lo tiene claro: «Tendría que haber una norma para todos a nivel nacional, que no la hay. Falta responsabilidad y control en el cumplimiento de la norma».