Atienden a más de 1.700 niños de cero a seis años y a sus familias
19 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.En pleno confinamiento, el hijo de Tania Carracedo cumplió dos años. Ella comenzó a preocuparse porque el pequeño no decía ni una palabra. «No sabía si era normal, llamaba al pediatra, nadie me daba cita... Me agobié mucho», recuerda. Siete meses después, el niño seguía sin avanzar. En la escuela infantil le hablaron de la unidad de atención temprana de Quiroga. Y el cielo se abrió para esta familia. Tras una reunión, y la derivación oficial desde pediatría, el chiquillo comenzó a trabajar con los profesionales de la unidad: psicólogo, fisioterapeuta y logopeda. «Lo valoraron los tres, me presentaron un proyecto de trabajo y empezó a ir allí, una hora a la semana con el logopeda, y otra hora con él y con el psicólogo», explica su madre. Era diciembre. Pocos meses después, todo ha cambiado. «¡Ahora cuenta cuentos! Habla tanto que a veces hasta hay que decirle, hijo, calla un poquito», bromea feliz esta madre.
«Nos nenos é moi importante detectar calquera posible atraso evolutivo, porque hai moitas cousas que, se se collen a tempo, poden superarse sen grandes dificultades», explica Loly Sánchez, directora de la unidad de atención temprana en la que atienden al pequeño de Tania, y que da servicio a los ayuntamientos de Quiroga, Folgoso, Ribas de Sil, O Saviñao, Sober y Bóveda. Se trata de una unidad sociocomunitaria (es decir, fuera del sistema hospitalario), que trabaja de manera gratuita con niños de cero a seis años. El objetivo es arropar a las familias, ayudarlas a detectar si sus pequeños sufren algún retraso evolutivo con respecto a su edad, o están en riesgo de padecerlo, y diseñar para ellos una intervención que les ayude a adquirir las habilidades necesarias.
En Galicia existen otras 38 unidades de atención temprana sociocomunitaria como la de Quiroga, financiadas por la Consellería de Política Social. Abarcan 168 municipios y atienden a algo más de 1.700 menores. Desde el departamento que encabeza Fabiola García destacan el desarrollo que ha experimentado el servicio, multiplicándose por diez desde su creación en el año 2009. Entonces había dos unidades que cubrían 14 concellos y atendían a unos 160 niños.
No solo para trastornos graves
La atención de estos profesionales no se ciñe a trastornos complicados. Tardanza a la hora de hablar, problemas de pronunciación, caminar de puntillas, dificultad para coger un lápiz o hacer otras tareas de cierta precisión... Cualquier complicación que parezca extenderse más allá del tiempo razonable para que el niño o niña la solvente, puede y debe consultarse, ya que para los padres no siempre es fácil saber qué es normal para la edad de su hijo y qué puede estar entrañando un retraso en su maduración. «Abordamos dende o máis leve ao máis complicado. É certo que atendemos a nenos con patoloxías diagnosticadas, como pode ser un trastorno do espectro autista, pero tamén cuestións moito máis leves que, se esperasen a ser derivadas á atención temperá hospitalaria, tardarían moito máis en ser resoltas, cando se trata de problemas cunha solución fácil», aclara Loly Sánchez.
Con esa vocación de llegar a todos, ella y su equipo pusieron todo su empeño en dar a conocer la unidad, creada en septiembre, a toda la comunidad. Se pusieron en contacto con escuelas infantiles, con el servicio de pediatría, con los departamentos de orientación de los colegios o los servicios sociales de los ayuntamientos. Todo para que las familias pudiesen saber que contaban con un nuevo recurso.
En la escuela infantil fue precisamente donde Tania se enteró de la existencia del servicio. «Yo no sabía que estas unidades existían y ya barajaba llevar al niño a un profesional de pago. Estoy encantada con el trabajo que han hecho con él. Nos informan de todo, nos dan pautas a la familia, y siempre están pensando cosas nuevas para motivar a los niños. Cuando le digo a mi hijo que vamos a verlos, da igual lo que esté haciendo que lo deja para ir con ellos», cuenta. Están tan pendientes de su pequeño que ahora, de cara a su entrada en el colegio, han añadido una hora de trabajo con la fisioterapeuta para mejorar algunos problemillas de motricidad fina.
«O que queremos é romper o estigma sobre a atención temperá como algo para casos moi graves. Trátase de ser accesible a todas as familias, de que non haxa etiquetas. Calquera neno pode necesitar unha axuda. E nós traballamos dun xeito moi personalizado, deseñando intervencións que consisten en xogar,», dice Sánchez, que destaca también el carácter comunitario y de proximidad de estos servicios.
A mayores, la Rede Galega de Atención Temperá se completa con las unidades específicas de atención temprana que existen en los distintos hospitales públicos gallegos.
«En los primeros años se juega gran parte del futuro»
Jaime Ponte, presidente de la Asociación Galega de Atención Temprana (AGAT), lleva vinculado a esta materia desde que en el año 1981 el Imserso creó en España las primeras nueve unidades de lo que entonces se llamaba estimulación precoz. Desde entonces ha visto evolucionar estos servicios, destacando especialmente la creación de la Rede Galega de Atención Temperá en el año 2013. «Antes tenía un carácter más bien hospitalario, sanitario, a partir de ese año se va hacia un modelo más próximo a las familias y a los entornos naturales de vida del niño, creando una red de servicios comunitarios específicos», explica.
Otro de los cambios que destaca es el paso hacia una atención temprana centrada en el conjunto familiar. «Los padres no tienen hoy el apoyo de antaño, es importante que tengan donde acudir, donde hablar sobre las dificultades que tienen, donde reflexionar y obtener pautas», indica. Y es que estos servicios pueden tratar los problemas de habla de un niño, pero también enseñar a un padre cómo gestionar las rabietas de su pequeña, evitando problemas conductuales.
Pese a la importancia y utilidad de estos servicios, Ponte cree que siguen siendo poco conocidos por las familias, y por la sociedad en general. «Es más, yo creo que no hay conciencia sobre la importancia de la primera infancia, ni de que la crianza es un tema social que involucra a todos. Dar seguridad a las familias en la crianza es capital, porque en los primeros años de un niño se juega gran parte del futuro. La inversión en primera infancia siempre es rentable», dice.
Aunque ve positivamente la rápida extensión de la red -«Que hay que seguir extendiendo, porque persisten desigualdades», insiste-, sí aboga por una mejor planificación de los servicios para distribuir adecuadamente la carga asistencial y evitar la saturación de algunas unidades. «Las listas de espera son contadas, pero sí es cierto que en algunas zonas están bastante agobiados, y en estos servicios hay que evitar siempre las listas de espera, porque son contrarias con el propio concepto de atención temprana. Nosotros podemos empezar a intervenir incluso sin diagnóstico definitivo, siempre hay algo que se puede hacer ante una preocupación familiar o un problema en un niño», asevera.