Las piedras amontonadas en As Catedrais: el difícil equilibrio entre turismo y conservación

Vanessa Touceda / M. S.

GALICIA

Milladoiros en Camariñas en una foto del 2016
Milladoiros en Camariñas en una foto del 2016 jose manuel ferreiro

Las leyes de patrimonio cultural y natural velan por la conservación del entorno

21 jul 2021 . Actualizado a las 10:10 h.

De la tradición de dar cabezazos al llamado santo de los croques en la Catedral de Santiago a la aglomeración de piedras en la playa de As Catedrais. El choque del turismo con la conservación del patrimonio natural y cultural es muchas veces una realidad en la que no siempre es fácil encontrar el equilibrio. El exceso de visitantes, así como los comportamientos imprudentes de algunos usuarios o simplemente el desconocimiento llevan muchas veces a la degradación de los entornos protegidos. Tanto que a veces es necesario tomar medidas para evitarlo.

El último episodio conocido de choque entre la actividad humana y la conservación del patrimonio sucedió este fin de semana, cuando visitantes de la playa de As Catedrais, en Ribadeo, realizaron figuras en la arena agrupando piedras del lugar. Esta práctica, frecuente en otros puntos de la costa gallega, se ha convertido, aseguraba el alcalde, en una costumbre a la que pide que se ponga remedio.

Pero no es el único ejemplo de esa difícil convivencia. En el 2008 se prohibió tocar a la figura que se identifica con el maestro Mateo y golpearlo con la cabeza, para evitar el desgaste que los peregrinos que visitaban la catedral de Santiago provocaban dejando posando sus manos sobre el parteluz del Pórtico de la Gloria o su cabeza sobre la frente de la figura.

La desmesurada afluencia de visitantes a las Illas Cíes redujo entre el 2011 y el 2015 el censo de gaviotas patiamarillas en un 36 %. Es un porcentaje significativo, ya que el parque natural es el mayor asentamiento mundial de esta especie.

El Castro de Baroña, en Porto do Son, se colapsó por la excesiva cantidad de viajeros y se hacía imposible seguir el itinerario fijado. Se producían comportamientos irresponsables por parte de los visitantes, como la subida a los muros y con ello, el desprendimiento de piedras.

Otro de los lugares afectados por la llegada de visitantes es el Islote de Areoso, que vio en peligro la conservación de su fauna, flora y yacimientos. De hecho, el Concello de A Illa solicitó a la Xunta su intervención para regular la situación. Algunas de las peticiones del concello eran prohibir el desembarco de personas en el enclave sin la autorización de Medio Ambiente, controlar el anclaje de embarcaciones, motos de agua y el número de visitantes a través de un plan de usos y asegurar los derechos que tiene la cofradía sobre la concesión marisquera del lugar.

La Ley de Patrimonio Cultural de Galicia fija las sanciones que se aplicarán si se dañan los bienes de interés cultural de la comunidad. Establece como infracción grave destruir o causar un perjuicio importante a un bien de interés cultural o intervenir en él sin su autorización, dañando la estructura y pudiendo acarrear sanciones que oscilan entre 6.000 y 150.000 euros. Si la destrucción es irreparable se considera falta muy grave, pudiendo llegar las multas al millón de euros. Si el valor de los daños puede ser calculado económicamente, el autor deberá pagar una multa equivalente al cuádruple de la cuantía de los perjuicios.

Paralelamente, para proteger el medio ambiente se aplica la ley de patrimonio cultural, que castiga las infracciones muy graves, como la captura de especies amenazadas, la alteración de su hábitat o de ecosistemas que están en riesgo de desaparición, con multas que van de los 200.000 euros a los dos millones. Para identificar el tipo de infracción —leve, grave o muy grave— se valora la dimensión del riesgo y la intencionalidad. El autor debe reponer el daño causado.