Julio Prada: «Meirás es la punta del iceberg de la coerción social»

Rubén Nóvoa Pérez
rubén nóvoa OURENSE / LA VOZ

GALICIA

CEDIDA

El historiador acaba de publicar un libro en el que analiza la represión económica durante el franquismo

09 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El historiador y profesor del campus de Ourense, Julio Prada, acaba de publicar un libro en inglés en el que analiza la represión económica durante la primera etapa del franquismo en toda España y que, asegura, contaba con un entramado complejo que incluyó incautación de bienes, subvenciones patrióticas o multas.

—¿Cómo surgió la idea de un libro sobre la represión económica del franquismo?

—En el año 2017 había publicado el único trabajo que existe en Galicia de la represión económica en el franquismo. Partiendo de aquellas pesquisas la idea era ofrecer un análisis general de todo el Estado. Con la idea de que se conozca en toda Europa opté por publicarlo en inglés.

—¿Era un sistema de captación de fondos uniforme en toda España?

—Hay nexos en común. La diferencia fundamental reside en el momento en el que las distintas provincias españolas van siendo conquistadas por los rebeldes. El marco de Galicia, por ejemplo, es similar, al de Andalucía o lo que ahora es Castilla y León, pero no a lo que se vivió en Madrid, Cataluña o Valencia, que fueron las últimas zonas en caer en manos de Franco. No es el mismo proceso represivo entre julio y diciembre de 1936 al que se tiene en enero del 37 o a partir de febrero del 39.

—¿Cómo se organizaban esas incautaciones?

—Es un sistema complejo, porque hay muchas formas de represión económica. Se habla mucho de las requisas de alimentos o de bienes, pero eso es algo habitual y que está reglado en tiempos de guerra y con indemnizaciones. En el contexto de la Guerra Civil hubo mucha gente a la que se le practicaron requisas y fueron indemnizados, pero hubo muchos otros que fueron forzados a rechazar esa indemnización y otros que directamente no recibieron nada. Luego estaban las incautaciones de bienes por motivos políticos, que se hicieron en diferentes fases del franquismo. En Galicia, la primera etapa de incautaciones fue durísima. En el libro también se tratan las famosas suscripciones patrióticas, que en teoría eran voluntarias pero que la historia demuestra que la gran mayoría eran obligadas. De hecho, se conservan muchas multas a gente por no contribuir a esas suscripciones patrióticas.

—En esa época se regaló el pazo de Meirás a Franco. ¿Cómo valora ese proceso?

—El pazo de Meirás fue posible recuperarlo porque una sentencia judicial demostró que hubo una compraventa ficticia. En este caso, como en muchos otros menos mediáticos, hubo gente que se vio obligada a participar en la suscripción patriótica para regalarle el pazo de Meirás a Franco le gustara o no le gustara. Los ayuntamientos de A Coruña o Sada tuvieron que establecer una recaudación de dinero que le había asignado la Junta Pro Pazo y no hubo más narices que repartir esa cantidad entre sus vecinos, en proporción a su riqueza. Esa gente tuvo que contribuir de manera obligatoria. Otra vertiente interesante del pazo de Meirás es que hay gente que se vio obligada a vender sus propiedades para ampliarle la finca al dictador. Si no accedías a una venta de ese tipo ya sabías a lo que te exponías. Y no solo sucedía con Franco, sino también con falangistas a los que les interesaba la finca colindante y amenazaban al vecino con denunciarle por rojo, si no se la vendía a un precio más bajo. Se daban situaciones muy diversas. Digamos que el pazo de Meirás es lo más espectacular, pero el impacto social de estas prácticas estaba mucho más extendido de lo que la gente se imagina. El pazo de Meirás era tan solo la punta del iceberg de esa coerción social.

—¿El pazo de Meirás puede considerarse un ejemplo de represión económica del franquismo?

—Aquí más que de represión económica habría que hablar de coerción social. Acabó implicada mucha gente, pero en este caso más que castigar a los de izquierdas, lo que se buscaba era regalar a Franco una propiedad para que El Caudillo les debiera un favor.