Franco pasa de ser caudillo a dictador en las visitas guiadas al pazo de Meirás

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

Unas 20 personas pasearon por sus jardines en el primer día abierto al público

04 jul 2021 . Actualizado a las 21:03 h.

El pazo de Meirás se visitaba el año pasado, cuando todavía pertenecía a la familia Franco, con los oídos dirigidos hacia un guía que se refería al anterior jefe del Estado como caudillo. Se hablaba mucho de él y poco de Pardo Bazán. Ahora también se pasea por sus jardines, pero la historia que se escucha es distinta y al que antes llamaban generalísimo ahora le dicen dictador. Se ve lo mismo que antes -salvo la biblioteca y la sala de estar- pero se oye la otra parte. Este domingo se comprobó en la primera jornada de puertas abiertas para el público en general. A las 10 de la mañana acudieron tres matrimonios y al mediodía alrededor de 15 personas para las dos primeras visitas.

En la primera llovía y muchos de los que se habían apuntado optaron por quedarse en casa. En la segunda cita, ya sin agua, fueron más los «privilegiados» que pudieron estrenar las visitas organizadas por el Concello de Sada, que desde que abrió el pasado lunes la inscripción recibió 300 solicitudes, de forma que ya está cubierto el cupo hasta el 11 de julio.

Las visitas tienen una hora y media de duración que, desde luego, pasa volando. Por ser día de estreno, los guías eran de renombre. Por un lado, Carlos Babío, el hombre que hace ya tres décadas empezó a rastrear en los archivos en busca de los documentos que cimentaron la demanda del Estado. Por otro, el historiador Manuel Pérez Lorenzo. Juntos escribieron el ensayo Meirás. Un pazo, un caudillo, un espolio. Por tanto, se sabían lo que hay y ocurrió dentro de esos muros como pocos.

Los tres matrimonios que los escucharon -uno de Ávila, otro de San Sebastián y el último gallego- recorrieron los jardines descubriendo un cocotero de Chile, la pista de tenis que la familia del dictador mandó construir o piezas únicas del patrimonio cultural gallego que Franco expolió. Como las figuras del Pórtico de la Gloria o los restos del pazo de Dodro, que el dictador ordenó «despedazar» para hacer una balaustrada.

En cuanto al edificio reconstruido en el XIX, no se permite pasar del vestíbulo, donde cuelgan dos grandes cuadros. Uno de Franco y otro de su esposa. Falta un busto del dictador que el año pasado recibía a los visitantes y hoy estará escondido. Los seis primeros visitantes coincidieron en que no acudieron a la visita por sus ideas, sino por «ser parte de nuestra historia».