Juan González-Barba, secretario de estado para la Unión Europea: «El reparto objetivo de fondos supone dejar un poco insatisfechos a todos»

Juan María Capeáns Garrido
Juan capeáns SANTIAGO

GALICIA

PACO RODRÍGUEZ

El diplomático en funciones políticas ve mejoras en la reputación de la UE

04 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Juan González-Barba (Sevilla, 1966) tiene una larga trayectoria como diplomático en distintas regiones del mundo y en febrero del 2020 se incorporó al Gobierno de España como secretario de Estado para la Unión Europea. Asumió el cargo con unas ideas y en cuestión de semanas se encontró «otro mundo, otra era» que cambió toda su agenda. Esta semana estuvo en Galicia tratando de retomar los contactos con los poderes legislativos y ejecutivos autonómicos para engrasar su participación en las decisiones de Europa.

—Aunque su departamento dependa de Exteriores sospecho que ha recibido quejas del reparto de fondos europeos que está haciendo Moncloa.

—El reparto no es mi competencia, pero también estoy para escuchar y transmitir los problemas. El presidente de la Xunta me trasladó que está descontento, y no me sorprende, porque es un agravio generalizado entre todas las comunidades autónomas, que no reciben todo lo que piensan que está justificado por una serie de criterios, ya sea por los efectos de la pandemia, la población, por alguna desventaja específica... Todos tienen unas expectativas de máximos, pero para cumplir necesitaríamos fondos tres o cuatro veces superiores a la cuantía real. Por eso buscamos un reparto con unos criterios objetivos, lo que supone dejar un poco insatisfechos a todos, pero también un poco contentos, un término medio.

—Galicia pide más fondos, pero también más participación en las decisiones.

—El propósito final es que la Administración central ejecute el 50 % de los fondos, y las comunidades y las entidades locales, otro tanto. Ese propósito sigue ahí, trataremos de dar juego a todo el mundo.

—¿Cómo ha librado España las negociaciones relacionadas con los fondos?

—Yo creo que España ha expuesto bien su caso. En los primeros meses abogó por un fondo de recuperación, que al principio parecía ciencia ficción. Apoyamos con otros miembros la idea de ir a por una estrategia conjunta de vacunación, porque veíamos los problemas que tendría una guerra de vacunas, y cuando hubo problemas de suministro, en enero y febrero, le dimos un voto de confianza a la Comisión. Ahora vemos que podemos lograr la inmunidad de grupo a mediados de agosto, por eso creo que ha compensado nuestra posición. Y se han tenido en cuenta peticiones propias, como el certificado digital para normalizar los flujos entre países. Estamos cómodos con el consenso, perdiendo el miedo a gastar o a los déficits públicos con tal de garantizar la supervivencia de la economía. Y todo esto con la voluntad, a pesar de la crisis, de mantener la agenda de la doble transición sin que ningún territorio quede atrás.

—La UE estaba muy tocada por el «brexit» y las crisis fronterizas, ¿ha mejorado su reputación con la pandemia?

—La opinión pública española se ha identificado con las políticas de la UE, incluso algunos sectores que se habían visto desencantados y que ahora se han reconciliado. Sin restar un ápice a la gravedad de lo vivido, creo que si el enfoque europeo no hubiera sido el adecuado, la situación hubiese sido peor. Creo que Europa supo mantener la esperanza, supo explicar la importancia de las vacunas y lanzó los fondos Next Generation para ofrecer una respuesta a la altura de las circunstancias. Si en esta crisis hemos mantenido la esperanza ha sido por la UE.

—¿Por qué Europa siempre necesita pedagogía para explicar sus posiciones?

—En todos los países hay la tentación de asumir como propio lo bueno que ocurre sin darle sus méritos a la UE, y cuando hay problemas, la culpa es de Bruselas. A pesar de esta circunstancia, los españoles y los gallegos gozan de una gran ventaja respecto a otras regiones de Europa. Esto es que tienen un europeísmo muy asumido.