El declive demográfico golpea a los colegios con 4.000 matriculados menos

Mónica Pérez Vilar
mónica p. vilar REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

ALBERTO LÓPEZ

Desde el inicio de la caída, en el 2015, hasta el próximo curso, se perderán 14.000

31 jul 2021 . Actualizado a las 16:08 h.

4.000 alumnos menos en infantil y primaria. Esa es la estimación de la Consellería de Educación de cara al próximo curso escolar. El departamento que encabeza Román Rodríguez todavía está trabajando en los datos definitivos de matriculación, pero todo apunta a que la caída de estudiantado en los colegios sostenidos con fondos públicos (es decir, los centros públicos y los concertados) será importante. Podría pasarse de los algo más de 187.000 niños y niñas inscritos en el año escolar recién terminado a rondar los 183.000, sumando los que seguirán los tres cursos de infantil y los seis de primaria en el 2021-22.

Desde Educación aluden a la caída del número de niños que se incorporan al sistema educativo como el principal motivo. De hecho, este año se recibieron 15.414 solicitudes para incorporarse a 4.º de Educación Infantil en algún colegio público o concertado de Galicia, muy por debajo de las 26.800 plazas ofertadas. Son 1.576 peticiones menos que el curso anterior. Una cifra que no sorprende si se tiene en cuenta que el próximo septiembre acceden al colegio los nacidos en el año 2018, cuando se registró la mayor caída en el número de alumbramientos en Galicia en lo que va de siglo. Nacieron solo 16.560 pequeños, 1.885 menos que en el 2017.

El departamento de la Xunta también destaca que este mes de junio abandonaron las aulas de primaria rumbo a los institutos más de 23.000 chavales. Frente a eso, quienes empezarán la educación obligatoria rondarán, probablemente, los 20.000.

Pero el descenso en el número de alumnos no es un fenómeno precisamente nuevo. El estudiantado de infantil y primaria lleva disminuyendo desde el curso 2015-2016, cuando, por primera vez en años, se matricularon casi 1.100 niños menos en el conjunto de las dos etapas.

Desde entonces, la tendencia a la baja ha continuado año tras año, con caídas de entre 800 y 1.400 matriculados. Eso hasta este último curso. Y es que con los datos todavía provisionales de los inscritos en el curso 2019-20 y el que acaba de cerrarse, el desfase habría sido de 4.100 alumnos menos, pasando de más de 191.000 anotados en el 2019 a poco más de 187.000 en la matrícula del 2020-21.

Así las cosas, los colegios gallegos habrían perdido casi 10.000 alumnos respecto a los que tenían en el 2014, que podrían pasar a ser unos 14.000 cuando se confirmen los datos de matriculación del curso que arrancará en septiembre.

Inmigración insuficiente

La relación entre este población escolar menguante y el declive demográfico de la comunidad parece claro, teniendo en cuenta que los nacimientos llevan menguando desde el 2009 y justo seis años después (la edad a la que comienza la escolarización obligatoria), en el 2015, comenzó la pérdida de estudiantado en los colegios de Galicia.

Una situación que no consigue revertir la llegada de población inmigrante. Según el último informe Datos e cifras do ensino non universitario elaborado por la Xunta, el alumnado de nacionalidad distinta a la española ha ido creciendo paulatinamente durante los últimos cinco cursos, aportando anualmente entre 900 y 1.500 estudiantes a las aulas de infantil, y entre 3.500 y 5.200 a las clases de primaria. Sin esa llegada de población extranjera, el desplome de matrícula sería aún mayor.

«A situación non vai reverter, temos que acostumarnos a unha menor natalidade»

La reducción de la población infantil, y por ende, de alumnado, ha llegado para quedarse. «Estamos vendo as cifras que corresponden aos fillos da crise do 2008, que agravou a tendencia xa estrutural á baixar os nacementos, pero a situación tampouco se vai reverter, temos que acostumarnos», apunta Antía Pérez Caramés, profesora de la Facultade de Socioloxía de la UDC y experta en análisis demográfico.

Aunque señala que esa caída de la natalidad no es negativa en sí misma -«tamén é un éxito social, as mulleres levan séculos tentando controlar cantos fillos ter e cando», reflexiona-, sí recuerda que «os países con mellores condicións de conciliación e igualdade son os que manteñen unha mellor evolución, non teñen natalidades moi altas, pero si presentan unha mellor situación».

Bajar las ratios

Las cifras de matriculación serán uno de los factores que la Xunta tendrá en cuenta a la hora de decidir si mantiene el profesorado de refuerzo contratado para este curso marcado por la pandemia. Sin embargo, los sindicatos educativos insisten en que mantener a esos profesionales, pese a que haya menos estudiantes, es una ocasión perfecta no solo para cumplir escrupulosamente las ratios máximas de 25 alumnos por aula, sino para abrir el camino a bajarlas, al menos, a 20 por tutor.

Manifestación contra el cierre del colegio de Baamonde
Manifestación contra el cierre del colegio de Baamonde ALBERTO LÓPEZ

Una espada de Damocles para los colegios rurales y las escuelas unitarias

Los datos de matrícula (que no serán definitivos hasta dentro de varias semanas) provocan cada curso un reajuste de las unidades educativas en los centros educativos públicos. Y la caída continua de la población escolar no hace esperar nada bueno para la supervivencia de los centros que van más justos para cumplir los mínimos que la Consellería exige para mantenerlos abiertos.

Colegios rurales y escuelas unitarias suelen ser los que más sienten sobre sus cabezas el peso de esta espada de Damocles, que desde el año 2005 y hasta el 2020 se ha cobrado 215 víctimas en forma de centros clausurados por no alcanzar el número mínimo de seis matriculados.

Aunque la Xunta todavía no ha hecho oficial la reorganización de aulas de cara al curso que arrancará en septiembre, ya hay centros que saben que contarán con menos unidades. Es el caso del CEIP de Palmeira, cuya comunidad educativa se ha puesto en guerra contra el anuncio de que habrá tres aulas de infantil, una por curso, en lugar de las cinco que tenían hasta ahora. Los malos datos de natalidad, y en consecuencia, de matrícula, están detrás de la decisión.

Lo mismo sucede en el CEIP Pino do Val, en Mazaricos. Allí Educación tiene previsto eliminar una de las dos unidades de primaria existentes. Esto ha vuelto a activar los rumores sobre un posible cierre del centro. El futuro del colegio, creen los padres, pende de un hilo hace tiempo, y temen que la caída de inscritos para el próximo curso pueda llevar a no abrir sus puertas después del verano, algo que ya se ha confirmado que sucederá, por ejemplo, en el colegio de Baamonde.

Sin listas de espera en las ciudades

Mientras tanto, en las ciudades se vive con más tranquilidad la reducción de alumnado, aunque el fenómeno también deja huella. La más clara: las listas de espera han desaparecido de la mayoría de los colegios. El quebradero de cabeza que suponía para muchos padres escolarizar a sus hijos en el centro deseado es cada vez menos frecuente. De hecho, este año, en toda Galicia, solo el 1,24 % del alumnado de primer año de infantil no obtuvo plaza en el colegio elegido. En el 2010 esa cifra subía al 7 %.

Por ciudades, es llamativo que en Santiago todos los niños que entran al colegio por primera vez fueron admitidos en su centro de primera elección. En Vigo fue el 99 %, una cifra que se roza en Ourense y Lugo. «Todos os anos tiñamos que baremar para cuarto de infantil e este ano sobraron bastantes prazas», reconoce el jefe de estudios del CEIP lucense Menéndez Pelayo. En Pontevedra entraron en el centro elegido el 98 %, mientras que en Ferrol y A Coruña lo lograron el 97 %.