La última milla, el gran reto del reparto de mercancías en las ciudades 30

José Manuel Pan
José Manuel Pan REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Foto de archivo de vehículos de reparto de mercancías en el centro de Lugo
Foto de archivo de vehículos de reparto de mercancías en el centro de Lugo ALBERTO LÓPEZ

Tráfico teme que el auge del comercio electrónico colapse la circulación urbana

18 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Cómo hacer llegar el reparto de mercancías hasta los domicilios de una forma segura y eficiente? Ese es el gran reto que tienen sobre la mesa la Dirección General de Tráfico y la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) en el proyecto de nuevas ciudades que se ha puesto en marcha con la limitación a 30 kilómetros por hora en la gran mayoría de las calles. «Lo del límite de 30 no es una medida aislada. Hay todo un modelo detrás». El director general de Tráfico, Pere Navarro, reveló ayer que la limitación de la velocidad en las calles es solo el principio de una gran transformación urbana, tanto desde el punto de la seguridad vial como desde una nueva forma de convivencia.

Y ese gran cambio tiene que dar cabida a lo que se conoce como la última milla. O lo que es lo mismo, el momento de la entrega de la mercancía en el domicilio, en especial ante el auge imparable del comercio electrónico. «Tenemos que ofrecer soluciones a la carga y descarga», cree Pere Navarro, consciente de que la reordenación de los cascos urbanos implicará un aumento de las zonas peatonales.

La preocupación por la eficiencia del transporte a domicilio se abordó en una jornada sobre el nuevo modelo de ciudad tras la implantación del límite 30, en la que se puso de manifiesto que la distribución de las mercancías es el gran reto de las ciudades. Jaime Moreno, director general de Transporte Terrestre, cree que «la carga y descarga es fundamental y eso exige repensar toda la ciudad». En esa misma tesis se expresó Alfonso Gil, teniente de alcalde de Bilbao y presidente de la Comisión de Movilidad Sostenible y Seguridad Vial de la FEMP. Alertó del problema que se avecina con el aumento del reparto urbano de mercancías, y dijo que es necesario tomar medidas para que no acabe colapsando las ciudades. «Tenemos que trabajar entre todos para que nadie renuncie a tener la botella de leche debajo de casa y que a la vez haya menos reparto. Si no lo hacemos eficiente y eficaz en tasas de humos, de ruidos y de víctimas, ese transporte será insufrible e inasumible», auguró Gil.

La limitación de velocidad afecta al 70 % de las calles de las ciudades españolas. Lo explicó el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que abrió la jornada recordando que el riesgo de que un peatón muera en un atropello es hasta cinco veces menor si el coche circula a 30 en vez de a 50 kilómetros por hora. Para el ministro, esa es una razón suficiente para apoyar la reducción de la velocidad, pero más allá de la seguridad vial, destacó que la limitación a 30 generará unas ciudades «más calmadas, más saludables y más sostenibles, con calles para vivir».

El director general de Tráfico sostiene que las ciudades 30 no se pueden imponer a base de multas, sino que hay que hacerlo «convenciendo a la sociedad de la necesidad de un cambio de modelo». Navarro recordó que la reducción de la velocidad en las calles viene de un proyecto nacido ya en el año 2011 y que fue planteado por Ramón Ledesma, hoy asesor de Pons Seguridad Vial, cuando era subdirector de Normativa de la DGT. «La noticia es que hayamos tardado diez años en aplicar la medida en nuestras ciudades», lamentó Pere Navarro.