El regreso de Eloi al cole tras superar una leucemia: «Liámoslles contos aos seus compañeiros por videochamada»

Mónica Pérez Vilar
mónica p. vilar REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Eloi Platas, un pequeño al que se le detectó leucemia con dos años y medio, hoy escolarizado en un colegio coruñés
Eloi Platas, un pequeño al que se le detectó leucemia con dos años y medio, hoy escolarizado en un colegio coruñés

Mantener el vínculo con la escuela y los compañeros y hacer un regreso flexible son algunos de los elementos básicos para ayudar en la vuelta a clase de los niños tras un cáncer o una larga hospitalización. Asotrame ha publicado una guía para apoyar estes procesos

04 may 2021 . Actualizado a las 15:55 h.

Cuando a Eloi le diagnosticaron leucemia ni siquiera iba al colegio. Tenía dos años y medio, y cambió la guardería por el hospital y los tratamientos de quimioterapia. Y aunque sus padres, Marta Corredoira y Toni Platas recuerdan que nunca perdió la sonrisa, sí le tocó perderse algunas experiencias propias de su edad. 

Toni y Marta pensaron que empezar sus andanzas en el colegio Emilia Pardo Bazán de A Coruña, al que debía incorporarse en septiembre, sería una de ellas. Pero no fue exactamente así. «A súa profesora propúxonos se nos gustaría facer algunhas videochamadas», recuerda su madre, agradecida aún por aquella oferta que les cogió por sorpresa.

El primer intento no salió demasiado bien. Al pequeño no le apetecía charlar con su profe y estaba deseando colgar. Pero, poco a poco, la cosa fue mejorando. Una o dos veces a la semana, Eloi y sus compañeros compartían un rato. «Todos os nenos se poñían arredor da pantalla. Eloi ensináballes os seus xoguetes, facíalle moita ilusión. Tamén lles liamos os nosos contos favoritos. Os rapaces da clase sempre estaban dicíndolle á profe: ‘‘Cando falamos con Eloi?''», rememoran.

«Os nenos poñíanse arredor da pantalla e Eloi ensináballes ilusionado os seus xoguetes»

El lazo se fue creando de manera natural, y a final de curso les propusieron conocerse en una salida a un parque cercano a su casa. «Estaban todos ilusionadísimos. E foi moi ben. Os rapaces preguntaban por que levaba mascariña, por exemplo. E así, cando ao ano seguinte o neno foi ao cole, aceptárono sen problemas e a el non lle custou nada. Xa coñecía ata a clase, vira os recunchos e tiña ganas de xogar con isto e con aquilo», cuentan. Así, a pesar de pasar dos años sin relacionarse casi con niños, Eloi no perdió un ápice de su sociabilidad. Y el único temor de sus padres, que se contagiase de algo en el colegio por sus bajas defensas, quedó contrarrestado por unos compañeros completamente preparados: «Sabían que tiñan que lavar ben as mans para estar con el, non tocar a súa comida, coidalo... estaban superconcienciados», dice Marta con ternura.

«En el colegio se volcaron tanto con Eloi como con su hermana mayor, que entonces tenía ocho años y ya estudiaba allí. No solo el niño enfermo, también los hermanos necesitan una sensibilidad y una adaptación especial que ellos nos ofrecieron en todo momento», reconoce Toni, deseando que ojalá todos los colegios fuesen como el que le ha tocado a sus hijos.

El pequeño Eloi, al frente de una marcha para recaudar fondos contra la leucemia organizada en su colegio
El pequeño Eloi, al frente de una marcha para recaudar fondos contra la leucemia organizada en su colegio ANGEL MANSO

Una guía ayuda en la vuelta a clase de los niños con cáncer o larga hospitalización

Cuando los padres de un niño escuchan el diagnóstico de que su hijo tiene cáncer, todo lo demás se borra. Superar la enfermedad se convierte en el eje de sus vidas. «Esa parte física é dende logo o máis importante nese momento, pero hai moitos máis aspectos da vida que hai que seguir tendo en conta», explica Cris Piñeiro, presidenta de la Asociación gallega de trasplantados de médula ósea (Asotrame). La experiencia de esta entidad con menores enfermos o dando charlas en colegios los llevó a detectar que tanto las familias como las escuelas necesitaban ayuda para afrontar el tiempo de escolarización perdido por los pequeños y su regreso a las aulas. Por ello, un grupo de voluntarios formado por varios docentes en activo y jubilados han elaborado una guía con recursos y actividades para acompañar estos procesos.

«Es un trabajo de apoyo desde el punto de vista pedagógico más que académico. Porque ante una enfermedad grave, lo importante no es tanto lo académico como lo anímico y emocional. Lo primero se recupera, lo segundo, si no se trabaja bien, es más fácil que quede tocado», explica Elena Gómez, profesora jubilada y una de las promotoras de la iniciativa. Por eso es esencial que los pequeños sean atendidos desde el primer momento y no pierdan el vínculo con la escuela pese a los tratamientos y las hospitalizaciones. Bastan pequeñas cosas que eviten que el hilo de relación desaparezca. «Que sus compañeros escriban una carta, enviarse correos, hacer una videoconferencia... la manera es lo de menos, lo importante es que el niño siga siendo parte del grupo», dice Begoña Graña, otra de las maestras voluntarias, que forma además parte de los equipos de educación domiciliaria de la consellería que dan clases en el hospital o en sus casas a alumnos cuyas enfermedades les mantienen alejados de las aulas. Un cometido en el que también actúa como nexo entre las familias y los centros educativos. «Tienen que estar en contacto todo el tiempo. Los padres no pueden olvidar la escuela, y el profesor no puede olvidar que, aunque no lo vea en clase, ese niño sigue siendo un alumno suyo», insisten.

Sensibilizar a los compañeros del pequeño enfermo es otro de los puntales. «Hay que explicarles el porqué de esa ausencia, que puede volver un poco cambiado, responder a sus preguntas, hablar con ellos de vez en cuando de su amigo, incluso invitar al pequeño enfermo a alguna actividad si es posible...», enumeran.

Si todo eso no se hace, y la relación se corta, el niño regresa al aula «como un pulpo en un garaje» explica Elena. Pero si se ha mantenido el vínculo y la vuelta al cole se prepara con tiempo y cuidado, el proceso suele ser un éxito. «Recuerdo una niña que no asistió a clase casi dos cursos por una leucemia con trasplante de médula, pero su tutora se involucró al cien por cien. Cuando volvió me decían: ‘‘Parece que só estivo fóra quince días por unha gripe''», rememora emocionada Begoña. La flexibilidad y comprensión en ese regreso también será fundamental.

Apoyar y sensibilizar, el trabajo ingente de Asotrame

La guía de acompañamiento para ayudar en una vuelta al aula exitosa es solo una de las muchas iniciativas de Asotrame. Esta organización, con sedes en varias ciudades gallegas, tienen un triple objetivo: informar y sensibilizar sobre la importancia de la donación de médula y lo fácil, rápido y seguro que resulta hacerse donante; colaborar con proyectos de investigación en torno a las enfermedades vinculadas; y ofrecer ayuda a pacientes y familiares a través de distintos proyectos.

Cuentan, por ejemplo, con un piso para estancia temporal de familias que deben desplazar al Hospital de A Coruña para que alguno de sus miembros siga tratamiento. Ofrecen, también apoyo psicosocial a través de psicólogos y trabajadores sociales. Entre las iniciativas más innovadoras están algunos proyectos en línea, como el club de lectura o el apoyo entre iguales, que permite, en un momento como el actual en el que los miembros de la asociación no pueden acudir a las plantas hospitalarias, que los propios pacientes contacten telemáticamente para ofrecerse sostén.

Son solo algunos de los ejemplos que ofrece su presidenta, Cristina Piñeiro, que destaca que si pueden llevarlos a cabo se debe a la implicación de todo su grupo de voluntarios. «Tenemos que agradecer su labor a todas las personas que trabajan con nosotros, y también a todos los socios que con sus aportaciones económicas nos permite sacar adelante los proyectos. Así que siempre animamos a participar en nuestra lucha, sea del modo que sea: haciéndose donante, voluntario o socio», explica.