Psicólogos clínicos denuncian la carencia de especialistas ante las secuelas por la pandemia

Mónica Pérez Vilar
Mónica P. Vilar REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

M.MORALEJO

Alertan de que siguen sin  completarse las contrataciones del Plan de Saúde Mental del 2020

26 abr 2021 . Actualizado a las 17:34 h.

Los psicólogos clínicos alertan de que no se están cumpliendo las contrataciones previstas en el Plan de Saúde Mental de Galicia aprobado en junio del año pasado para su colectivo. El plan recogía que en el año 2020 debían incorporarse al sistema sanitario gallego un total de 21 profesionales. Sin embargo, y a pesar de la presión creciente sobre los servicios de atención a la salud mental, desde la Asociación de Psicólogos Clínicos del Sergas calculan que el 24 % de las incorporaciones previstas no se habrían materializado aún.

Más allá de las puras cifras, el colectivo se muestra preocupado por otras cuestiones. Por ejemplo, por el ritmo desigual entre las distintas áreas sanitarias gallegas. Así, aseguran que en el caso del área de A Coruña-Cee, que atiende a más de 547.000 pacientes, sigue pendiente de personal. En otras, como la de Ourense-Verín-O Barco, se avanza con lentitud, con una única plaza. Pero incluso en algunas cuyos números apuntarían a un buen ritmo, como la de Ferrol, donde se habrían aumentado cuatro plazas, señalan que se han cubierto con contratos de acumulación de tareas, que solo recientemente han pasado a ser interinidades. «Non se están abordando como prazas estruturais, iso fainas reversibles, pero ademais no tratamento da saúde mental a continuidade dos profesionais é fundamental», destaca Yolanda Castro, presidenta de la Asociación de Psicólogos Clínicos del Sergas.

Además, consideran que en las incorporaciones no se están respetando las funciones asignadas en el plan, que marcaba como áreas prioritarias las de prevención del suicidio, el refuerzo de la Interconsulta y los psicólogos clínicos de enlace con primaria. «Non hai transparencia, non hai reforzamento realmente estrutural, e hai desequilibrios entre áreas que supoñen un agravio comparativo», concluye Castro.

También Carlos Losada, miembro gallego de Anpir (la Asociación Nacional de Psicólogos y Residentes) y psicólogo clínico en el Sergas, se muestra preocupado por el grado de cumplimiento del plan. «Son prazas dotadas economicamente, cunha reserva de fondos», recuerda. Y destaca que, al contrario de lo que sucede en otras categorías sanitarias donde es difícil encontrar profesionales disponibles, en esta «hai suficiente xente nas listas como para dobrar o número actual de contratados».

Losada y Castro también están de acuerdo en que el incumplimiento de las cifras previstas es especialmente problemático porque, incluso completándose el plan al cien por cien, no sería suficiente. Por un lado, destacan que la irrupción de la pandemia de coronavirus ha disparado las necesidades en el ámbito de la salud mental. «Compañeiros que exercen na privada din que a diario teñen chamadas para ver a un ou dous pacientes novos, o que supón un importante ritmo de entrada. E na pública hai psicólogos clínicos que xa viron nos tres primeiros meses deste ano a tantos pacientes como en todo o 2020», asegura Carlos Losada.

«A falta de profesionais dificulta o acceso da poboación aos recursos de saúde mental. É incrible, por exemplo, que nestes momentos sigamos ausentes da atención primaria, co que iso supón de burocratización e atrasos ao ter que ser derivados polo médico de cabeceira ao especialista en psiquiatría, e de aí ao psicólogo. Ese reforzo debería ser primordial, porque con eses esperas de meses, os problemas cronifícanse», apunta Yolanda Castro.

Saturación y excesivas esperas para la primera consulta o entre citas son parte de los problemas que refieren estos profesionales, derivados de lo que aseguran es un bajo número de psicólogos clínicos por habitante en Galicia. Losada calcula que actualmente hay menos de cuatro profesionales por cada cien mil gallegos. Las consecuencias, apuntan, pasan por que muchos problemas de salud mental acaben por ser medicalizados y tratados como enfermedades, o por mantener a Galicia como una de las comunidades que más psicofármacos receta de todo el Estado.