Petroglifos y dólmenes, los eslabones débiles del patrimonio

M. Santalla REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Su localización, casi siempre en lugares aislados, facilita los actos vandálicos

28 mar 2021 . Actualizado a las 19:38 h.

A principios de esta semana, el Concello de Campo Lameiro denunciaba un acto vandálico en dos petroglifos que habían sido regrabados con una piedra. El viernes se conocieron los daños de una tala sobre otro petroglifo en Pontedeume. Hace diez días, el grupo ecologista Luita Verde denunciaba que un vertido de restos de obra estaba afectando al petroglifo de As Abeleiras, en Cangas. No son casos aislados. Los atentados al patrimonio histórico gallego son frecuentes, no hay más que recordar la pintada en la fachada de Platerías de la catedral de Santiago en el 2018. Pero si hay elementos especialmente vulnerables son los petroglifos, junto a mámoas y dólmenes, que habitualmente se encuentran en lugares aislados y, por lo tanto, pueden ser atacados impunemente.

«En muchos casos es por abandono, pero en el caso de Campo Lameiro, no. Estaba bien conservado. Pero nos falta mucha formación y mucha educación. En un museo a nadie se le ocurre hacer determinadas cosas, pero sí con elementos que están al aire libre», opina Luis Leclere, del colectivo A Rula, dedicado a la protección y divulgación del arte rupestre. «Es muy triste, sobre todo porque no es algo puntual», apunta.

El pasado verano, los petroglifos de Os Mouchos, en Rianxo, fueron objeto de una agresión similar a la de Campo Lameiro: fueron repasados con un objeto punzante que dañó los grabados. Unos días después, alguien cogió piedras de la coraza del dolmen de Axeitos, en Ribeira, y las hizo rodar ladera abajo.

Hace dos años, en marzo del 2019, la asociación Patrimonio dos Ancares denunciaba que una mámoa de la necrópolis megalítica O Chao do Marco, en Becerreá, había sido usada como almacén de estiércol de una granja de pollos. En septiembre de ese año, este mismo colectivo denunciaba otro atentado a una mámoa, en este caso en A Fonsagrada. Un túmulo del conjunto conocido como Fonte das Bidueiras había sido agredido con una excavadora que le produjo un gran corte. Además, sobre la mámoa habían clavado un poste de cemento.

También en el 2019, el historiador Xavier Moure alertaba de un vertido de basura en los petroglifos del Couto dos Golpes, en Cabanas. A finales de ese año, el Concello de As Neves anunciaba que trasladaría al juzgado el insólito robo de dos petroglifos en el yacimiento de Casteliño. Quienes se los llevaron tuvieron que arrastrar de alguna manera una tonelada de peso.

A veces es el fuego el que arrasa estas estructuras milenarias, como ocurrió en el 2018 en Mondariz, donde un incendio dañó los petroglifos de Gargamala.

El mayor monumento megalítico de Vigo, el dolmen conocido como Casa dos Mouros, en Candeán, fue pintado en el 2016 con escenas referentes a la saga de Harry Potter. A finales del verano pasado se denunciaba la presencia de basura en este entorno.

«Hay una legislación que protege estas piezas, pero en la práctica sigue ocurriendo, entre otras cosas porque es complicado saber quién ha sido», dice Leclere, para quien la solución pasa por «la divulgación y la educación». «En los sitios en los que nosotros actuamos notamos un cambio, porque la gente, si conoce el valor de lo que tiene, lo protege», concluye. Poner en valor el arte rupestre es, para él, la receta.