Familiares de desaparecidos piden más medios para abordar estos sucesos

GALICIA

Las desapariciones de Pedro Yáñez, Catalina Macías, Sonia Iglesias y Fernando Cuadrado son las más antiguas recogidas en los avisos de SOS Desaparecidos
Las desapariciones de Pedro Yáñez, Catalina Macías, Sonia Iglesias y Fernando Cuadrado son las más antiguas recogidas en los avisos de SOS Desaparecidos

El último informe oficial habla de casi 200 denuncias activas en Galicia

09 ene 2021 . Actualizado a las 15:00 h.

El portal de transparencia del Gobierno publicó recientemente el último informe oficial de personas desaparecidas en España. En todo el país figuran como activas 5.529 denuncias, de las que más de 800 se registraron antes del año 2010. En Galicia, según este informe, son 198 los casos activos. Con todo, el escrito recoge cifras a 31 de diciembre del 2019, por lo que no contempla las desapariciones ocurridas en el 2020, pero tampoco la resolución de otras, como la del joven coruñés Yago de La Puente, cuyo cadáver fue localizado el pasado mes de agosto, tras trece meses sin saber nada de él.

En la web de SOS Desaparecidos sí pueden verse casos más actuales. En este momento, tienen activos en Galicia una treintena de avisos. Pero no todos son recientes. Entre los más antiguos figuran el del doctor Fernando Cuadrado, desaparecido en 1990; el de la pontevedresa Sonia Iglesias, de quien nada se sabe desde el 2010 y a quien su familia ha pedido recientemente que se declare muerta; o Pedro Yáñez, un joven ferrolano en paradero desconocido desde el 2012. Precisamente su padre, Wenceslao Yáñez, es el coordinador de SOS Desaparecidos en Galicia. «Desde esta asociación ayudamos a las familias, para que no se encuentren las dificultades que yo encontré. De aquellas te tomaban poco en serio. Era un chico joven, con pelo largo, mochila... pensaron ‘‘este se fue de juerga'' y se limitaron a subir la desaparición en la base de datos, no se activaron bien los protocolos. Ahora por suerte eso no pasa, enseguida hay más despliegue de medios caninos, drones...», rememora.

Yáñez indica que no es necesario esperar para comunicar la sospecha de que alguien ha desaparecido. Si tras comprobar su entorno, amistades y hábitos no se le localiza, lo mejor es acudir inmediatamente a las fuerzas de seguridad. «No hay que esperar ni 24 ni 48 horas. Y nosotros también estamos activos las 24 horas, los 365 días del año. Con la denuncia y una foto, en 15-20 minutos difundimos el aviso por todas nuestras redes sociales y lo hacemos llegar a los medios y a las agrupaciones de protección civil», explica. Las redes y WhatsApp se han convertido en su gran arma. «En una hora, podemos conseguir 5.000 o 6.000 compartidos, la gente quiere ayudar y difunde», dice.

La rapidez con la que se inicie la búsqueda es fundamental, pero también los medios que se activen. «No es lo mismo que la unidad canina busque un rastro de hace unas horas que hacerlo cuatro días después, con todo pisado», argumenta. Por eso desde SOS Desaparecidos insisten en reclamar a Interior que se dote a investigadores y equipos de búsqueda de todos los medios humanos y materiales necesarios.

Rapidez y recursos pueden evitar que una ausencia se transforme en una desaparición de larga duración como la del hijo de Wenceslao Yáñez. Tras ocho años desaparecido, saben que aunque la denuncia no ha sido archivada, la búsqueda de Pedro ha pasado a un segundo plano, mientras no haya nuevas pistas. La familia, sin embargo, sigue procurando esos nuevos indicios. De hecho, el pasado 20 de diciembre comenzó a difundirse su foto a través de la red de cajeros Euronet ATMsEU, gracias a un convenio con SOS Desaparecidos.

Mientras tanto, Wenceslao y su mujer siguen volcados en apoyar a las familias que pasan por trances como el suyo. De hecho, estuvieron muy cerca de los allegados de Yago de la Puente. La resolución de su caso, aunque trágica, removió muchos sentimientos en la familia Yáñez. «Es inevitable que por un momento pienses ¿y por qué no aparece el mío? Pero es una satisfacción ver que un caso se resuelve. Sabes que por lo menos esa familia va a descansar tranquila. Ante una muerte, las heridas pueden ir más o menos cicatrizando. Pero con una desaparición siempre están abiertas», reconoce el coordinador de SOS Desaparecidos en Galicia.

Ángel Galán, excomisario y experto en investigación policial: «La desaparición es la más complicada de las investigaciones» 

Ángel Galán, presidente del Instituto de Probática e Investigación Criminal (IPIC)
Ángel Galán, presidente del Instituto de Probática e Investigación Criminal (IPIC) Óscar Vázquez

Ángel Galán, presidente del Instituto del Probática e Investigación Criminal, es además autor del libro Introducción a la investigación de desaparecidos, en el que recoge su amplia experiencia profesional, forjada en casos como la desaparición de la viguesa Déborah Fernández.

-¿Se atiende bien en España a las desapariciones?

-El primer problema es que la palabra desaparición no figura ni en el código penal, ni en la ley de enjuiciamiento criminal, ni en el código civil. Tampoco existió un conocimiento exhaustivo del problema a nivel nacional hasta hace menos de un quinquenio, con lo que era imposible darse cuenta de su dimensión real. Al año, actualmente, suele haber unas 20.000 desapariciones en España, de las que 150 o 200 suelen quedar sin resolver, y si el número de estas aumenta año a año, es que no hemos conseguido enfocar el problema. Además, es necesaria una preparación especial para los investigadores de este tipo delictivo y la agregación a la base de datos del Centro Nacional de Desaparecidos de los cadáveres sin identificar.

-¿Ha cambiado en los últimos años la manera de abordarlas? 

-Honestamente, creo que no. En el 2004, mandando yo la Brigada de delincuencia especializada y violenta del Cuerpo Nacional de Policía y habiendo comprobado que las desapariciones eran más habituales de lo que creía, tras los casos de Déborah Fernández, Aurora Mancebo, Fernando Caldas, María José Arcos y otras personas, solicité un informe completo sobre el problema. Resultó que en el año 2000 habían sido 14.000 desapariciones y en el 2005 más de 16.000, con un aumento del 14 %, y ahí no se incluían ni las desapariciones en ámbito de la Guardia Civil, ni de las policías autonómicas. Así que solicité un aumento de la plantilla en esa sección de homicidios y desaparecidos de cuatro funcionarios a 24,y fueron concedidos. Además se habló con la Secretaría de Estado, llegando a la conclusión de que al menos debería de existir un sistema informático donde estuvieran todas las desapariciones de todos los cuerpos, para que se supiera el problema real y pudiera tratarse informáticamente y coordinar. También les advertimos de que existía otro problema: la base de datos de cadáveres sin identificar, no estaba agregada y ello crearía disfunciones. Lo primero llevó a la creación del Centro Nacional de Desaparecidos, pero creo que la segunda parte no se desarrolló. Sin estas herramientas es difícil abordar el problema, además de hacer falta una formación especializada para este tema.

-¿Hay suficiente preparación del personal que se encarga?

-La formación es fundamental, puesto que el problema de la investigación de una desaparición bascula entre la capacidad de entrevistar, la de crear en la mente una posible escena (que denominamos “escena fantasma”), y la de que esta escena esté de acuerdo con los hechos que se conocen o los indicios con suficiente fuerza probatoria. En las investigaciones normales, tenemos siempre pruebas físicas de una u otra forma. En el homicidio existe el cuerpo, las heridas y la escena; en el secuestro, la negociación y los secuestradores; en el atraco, el perfil del atracador, el lugar y los tiempos. En la desaparición solo sabemos que no está donde se supone que debía estar, por eso se denomina a lo que se supone que ha pasado “escena fantasma”. Tendrían que existir cursos de investigación de desaparecidos en todos los cuerpos de seguridad, impartidos por expertos, personas que hayan investigado más de una docena de casos.

-¿Es especialmente complicada la investigación de una desaparición?

-Es la más complicada de las investigaciones, porque no existe nada más que la foto y donde se supone que debía estar y nunca estuvo. Ahí acaban los datos reales. Indicios tendremos tantos como personas entrevistemos, cuáles desechar y cuáles tener en cuenta es lo primero, y solo la experiencia y las dotes para este trabajo te pueden ayudar. Eso quiere decir que no todos valen, solo aquellos que tengan ciertas características.

-¿Cuáles son las claves para abordar esta problemática?

-Quizá lo primero sería que pudieran actuar policías locales y detectives privados mientras no hay indicios claros de delito, porque el número de desapariciones es enorme para los cuerpos de seguridad, pese a no ser delictivas el 99 % de ellas. Eso desatascaría inicialmente las investigaciones y se podrían dedicar los especialistas en la materia a ese uno y pico por ciento de casos criminales.

Ante una desaparición, en los primeros tres días debe quedar bien claro si es voluntaria o criminal, con lo que solo se irá actuando a nivel de policía judicial en ese pequeño porcentaje de desapariciones inquietantes, y se abriría el campo laboral a otros profesionales que estarían igual de preparados para las voluntarias.

Las claves son la formación bien estructurada e impartida por expertos investigadores de la especialidad. Tener una preparación básica en las unidades provinciales de policía judicial, y unos grupos fuertes a nivel central en cada cuerpo, con personal bien preparado y que debe tener una permanencia mínima de 10 años en la especialidad.