José Ramón Álvarez Arnau, jefe de montaje de obra del puente de Rande: «Rande era un puente precioso»

GALICIA

CESAR QUIAN

Con 80 años, este ingeniero industrial gallego, que también trabajó en las obras de Alcoa, la central de Meirama o las primeras firmas de Amancio Ortega, sigue al pie del cañón

31 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

En los años 70, José Ramón Álvarez Arnau (Buenos Aires, 1940) recorría aldea por aldea la provincia de A Coruña, poniendo en marcha el primer plan de electrificación rural del Ministerio de Industria. Fue entonces cuando un amigo le dijo que necesitaba un ingeniero industrial para las obras de construcción del puente de Rande. «Cambié la Administración por la empresa privada, el tener que simplemente hacer las cosas bien por hacerlas en plazo y precio, y pasé de estar con los pies en la tierra a estar a 50 metros sobre el nivel del mar». A esa altura, sobre el tablero del puente, trabajó Álvarez Arnau como jefe de obra de montaje de una de las infraestructuras más icónicas de Galicia. «Cuando me incorporé al puesto me dijeron: ‘‘Te tocan cinco''. ‘‘¿Cinco qué?'' ‘‘Cinco trabajadores muertos en la obra, por estadística''. Por suerte, no tuve ninguno», recuerda.

«Rande se está convirtiendo en una jaula de grillos»

En tiempo casi récord completaron uno de los mayores puentes atirantados del mundo. «Lo veías de lejos y era como un papel de fumar, tenía una estética extraordinaria. ¡Era un puente precioso!», dice utilizando el tiempo pasado. Y es que la ampliación de Rande no le convence. «Se está convirtiendo en una jaula de grillos, ha perdido la estética. Y nos han vendido la moto, porque aunque tiene capacidad para más vehículos, el problema de los atascos sigue ahí, porque no hay posibilidad de movilidad transversal si hay un accidente o similar», argumenta.

Álvarez Arnau (primero por la derecha) ante el puente de Rande en construcción
Álvarez Arnau (primero por la derecha) ante el puente de Rande en construcción

Primero con Emesa, la empresa con la que participó en la obra de Rande, y luego con su propia firma, este ingeniero coruñés ha conocido como pocos los entresijos de la industria gallega. «Estuve en Alcoa, en Meirama... A Amancio Ortega le hice las primeras fábricas, como Fíos o Confecciones Goa, monté grandes instalaciones para Coren, Cortizo, Tojeiro, Conservas Calvo...», enumera. Con ese bagaje, al llegar a la edad de jubilación vendió la empresa. Pero no se retiró. «No estuve ocioso ni un día», asegura. Las colaboraciones y las llamadas de los clientes le llevaron a abrir una nueva firma, Alvago. Con los 80 años ya cumplidos, sigue al pie del cañón, apasionado con la ingeniería industrial: «Estoy muy orgulloso de mi profesión. Llevo 50 años orgulloso. Es la que más ha contribuido al bienestar social».

«Llevo 50 años orgulloso de mi profesión, la que más ha contribuido al bienestar social»

Casado, con dos hijos y cinco nietos, en lo personal ha tenido que cambiar el tenis por caminar en la cinta. Las lecturas científicas y los audiovisuales de astronomía o ciencia ficción son otras de sus grandes aficiones. «Porque hoy son ciencia ficción, pero mañana serán realidad. Por ejemplo, yo creo en el espacio multidimensional, porque matemáticamente existe. Lo que pasa es que todavía no hemos dado con el ingenio que nos permita cambiarnos de dimensión al instante». Un progreso, que como otros, cree que llegará de mano de los ingenieros.

Álvarez Arnau (con jersey rojo) supervisa unos trabajos sobre el tablero en construcción del puente de Rande
Álvarez Arnau (con jersey rojo) supervisa unos trabajos sobre el tablero en construcción del puente de Rande

Fui

Ingeniero en el primer plan de electrificación rural o en la construcción del puente de Rande

CESAR QUIAN

Soy

Ingeniero industrial y lector voraz de temas científicos