Nunca nacieron tan pocos niños en Galicia

GALICIA

BASILIO BELLO

Los alumbramientos bajan por primera vez de los 16.000 al año y solo corresponden ya 1,02 hijos por mujer

10 dic 2020 . Actualizado a las 14:38 h.

Galicia tiene su futuro demográfico cada vez más encomendado a la llegada de nuevos residentes del resto de España y de otras zonas del mundo. Los datos estadísticos con los que se cierra el análisis del 2019 dibujan una Galicia donde cada vez que nace un niño  mueren exactamente dos personas. Una senda que si la inmigración no lo remedia, hará que por vías naturales la comunidad pierda 15.550 habitantes cada año.

Esa es la cuenta que presenta hoy el Instituto Nacional de Estadística con el balance estadístico del movimiento natural de la población, la cuenta que se realiza cruzando el número de nacimientos al de fallecidos en el mismo período. El año pasado no se habían contabilizado fallecimientos por coronavirus, en un ejercicio en el que Galicia minoró muy ligeramente el número de fallecimientos, fruto de un desgaste progresivo del volumen de las capas más veteranas de la pirámide de edad. Si en el 2018 hubo 32.419 muertes en la comunidad, un año después llegaron a 31.268. Desde hace cinco años se consignan las cifras más altas de mortalidad desde 1951.

Y si por un lado está subiendo la curva hacia los picos históricos de mortalidad, por el otro, el de los nacimientos, bajó el año pasado al menor desde que en 1941 se empezaron a recoger anualmente las variables demográficas en España. En el último año se produjeron 842 nacimientos menos que el ejercicio anterior, pero 7.457 por debajo de los registros del 2008, el mejor año de la natalidad en Galicia en lo que va de siglo, que sin embargo no sirvieron tampoco para concluir entonces con un balance vegetativo positivo (nacimientos menos muertes). Con el nuevo saldo en color rojo, Galicia encadena 32 años de descenso demográfico por vías naturales, y en lo que va de siglo esa cuenta supone 190.704 muertes más que fallecimientos, circunstancia que pesa notablemente para que los demógrafos tracen un futuro a cincuenta años vista para la comunidad que se situaría en los dos millones de habitantes en lugar de los 2,7 actuales. La mayor llegada de inmigrantes que salida de emigrantes está salvando sin embargo en los dos últimos ejercicios la tendencia poblacional a la baja. 

Las migraciones, sin embargo, están plenamente asociadas a las circunstancias económicas, por lo que la tendencia sostenida es lo que marca la composición poblacional de un territorio. La de Galicia, según los nuevos datos publicados hoy, es la de una comunidad en la que ya solo nacen 6,14 niños por cada mil habitantes (7,62 en toda España), la mitad que en 1982. O que la tasa global de fecundidad, la que se calcula con los nacidos por cada 1.000 mujeres, se sitúa ahora en 28,47 niños, cuando en el 2008 superaba los 35. 

La edad media de acceso a la maternidad fue el año pasado de casi 33 años (32,8, frente a los 32,7 del 2018), ascendiendo cada ejercicio cada vez un poco más. En el año 2000 era de 30,5 y en 1980 de 27,3 años. En toda España se sitúa ahora en 32,25 años. 

Y todo este cruce de datos con los que se observa estadísticamente la fecundidad en Galicia acaba marcando un indicador básico, el de cuántos hijos tocan por mujer. Ahora es de 1,02, frente al 1,05 del 2018 o el 1,21 del 2017. Para que la natalidad aporte una tasa de relevo suficiente como para garantizar que cada pareja es sustituida numéricamente por su descendencia en el conjunto de una población y que esta no descienda en volumen, debería corresponder a cada mujer 2,1 niños, una tasa que Galicia alcanzó por última vez en 1979. 

Por concellos

Tan solo cinco concellos tuvieron el año pasado un saldo con más niños nacidos a lo largo de los doce meses que fallecimientos hubo en el mismo tiempo. Ames sigue siendo el auténtico vivero natalicio de Galicia. Un año más, la localidad coruñesa acaba con más partos que entierros, 75 en de diferencia en esta ocasión. Le siguen O Porriño (41); Salceda de Caselas (29), Arteixo (16) y Ribadumia (2). En todas las demás poblaciones de la comunidad el saldo vegetativo es negativo, excepto en Petín, donde ambas circunstancias vitales se equipararon el año pasado. 

A Coruña es el municipio de toda la comunidad donde es mayor el saldo negativo al cruzar nacimientos y muertes registradas. Estas últimas superaron en 882 a los alumbramientos, cifra que se sitúa en Vigo en -823, en -580 en Ourense y -500 en Ferrol, la urbe gallega donde el declive demográfico ha acentuado más la pérdida de población en los últimos años, fruto de un alto envejecimiento de su vecindario y la captación de residentes desde poblaciones cercanas. Lugo (-366), Pontevedra (-243) y Santiago (-208), completan el grupo local de cabeza donde el saldo vegetativo es más adverso numéricamente. Pero a continuación destacan una serie de concellos de tamaño medio en los que una alta mortalidad y una bajísima natalidad está cambiando su estructura social, laboral y de servicios. Este segundo contingente lo encabeza Monforte (-203), y le sigue A Estrada (-175), cuando en el año 1900 figuraba entre las cien localidades más pobladas de España y ahora está a punto de bajar del puesto 400. Cifras notablemente negativas se dan igualmente en Viveiro (-156), Carballo (-148), Narón (-138), O Carballiño (-134), Outes (-130), Vilagarcía de Arousa (-130), Fene (-123), Verín (-121), Sarria (-111), Oleiros (-108), Cangas (-105), Vilalba (-104) o Redondela (-102). 

Una ciudad como Vigo, de casi 300.000 habitantes, solo vio nacer el año pasado 1.869, por 1.577 de A Coruña y 646 en Ourense.

Esperanza de vida

La evolución demográfica de Galicia aporta una circunstancia favorable para el conjunto de su población, que la esperanza de vida al nacer se incrementa cada año, llegando ahora a 83,5 años, cuatro años más que a comienzos de siglo y casi diez más que en 1975. Sin embargo, ese horizonte es aún mejor en otras diez comunidades. Para los mayores de 65 años se traza una media de esperanza de vida en Galicia de 21,7 años más, dos años y medio a mayores que a comienzos de siglo.